El decreto 513/2017, que salió el lunes pasado y la remoción de Juan Procaccini de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional (AAICI) forman parte de una saga que también incluye la salida de Susana Malcorra y la posterior llegada de Jorge Faurie, “un hombre de Marcos (Peña)”, como reconocen en el Palacio San Martín. Detrás de la saga hay una interna irresuelta entre Cancillería, Producción y la cada vez más poderosa Jefatura de Gabinete sobre quien tiene mayor poder en la arena de las relaciones exteriores.
Según pudo averiguar El Economista, el decreto salió por la culata y hasta motivó broncas en el gremio de diplomáticos, que manifestó “su profundo desagrado y malestar por la adopción de dicha norma (?) en tanto y en cuanto viene a cercenar las competencias primarias en materia de promoción comercial del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, que ostentaba desde hace más de un cuarto de siglo”.
Así lo explica Miguel Ponce, Director del Centro de Estudios para el Comercio Exterior del Siglo XXI: “Querían favorecer a (Horacio) Reyser, se equivocan en la redacción del DNU y termina saliendo ese polémico decreto que pasa funciones a Producción. Como no quieren reconocer el error, rajan a Procaccini, y ahora sí, van a modificar lo escrito, diciendo que hay que redefinir el tema inversiones y, con la corrección, le pasarían todo a Reyser”.
Ciertamente, se verá cómo sigue la saga en los próximos días. Como recordaba Francisco de Santibáñes en Twitter, hubo diversos cambios de nombres en los últimos tiempos. “En menos de 2 años ya tuvimos 3 vicecancilleres, 3 jefes de gabinete en Cancillería y cambiamos de canciller y de embajador en EE.UU”. Y pedía, justamente, “estabilidad”. Algo necesario ante los próximos mojones de la agenda internacional del país: por un lado, la ministerial de la OMC en diciembre y, en 2018, nada menos que la cumbre de jefes de Estado del G20.
