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Schiaretti, otro interesado en la derrota de Cristina

El gobernador cordobés espera convertirse en eje del peronismo del interior y acentuó sus diferencias con el Gobierno

27 julio de 2017

 Por Néstor Leone

Juan Schiaretti pretende dar el salto. Trascender los límites de su provincia. Conseguir lo que no pudo su antecesor y socio político, Juan Manuel de la Sota. En su hoja de ruta, por lo menos, el 2019 aparece sombreado, como desafío. Es una aspiración que ya no oculta y que incide en sus intervenciones públicas. De sus críticas recientes a Nación por cuestiones que antes merecían comentarios con una impronta más contemplativa o negociadora, a la ratificación de su rechazo ante cualquier posibilidad de que el peronismo vuelva a aceptar el liderazgo de Cristina Kirchner. Los intentos de reeditar algo parecido a una nueva liga de gobernadores, luego de la elección, pero con un anticipo el próximo 3 de agosto, van en ese sentido.

Las legislativas de este año, por cierto, no son un turno más para esas aspiraciones. Por eso la decisión de jugar a su propio vicegobernador, Martín Llaryora y a su esposa, Alejandra Vigo, para encabezar la lista de diputados nacionales. Unión por Córdoba debe despejar dudas y retener la provincia que gobierna desde 1999. El escenario de cierta paridad con Cambiemos, que ha obtenido en la provincia sus mejores resultados, es un primer escollo, que debe sobrellevar. Aunque Schiaretti también necesite de otros resultados “amigables”. Una derrota de la expresidenta en territorio bonaerense, por ejemplo. Si esto sucede, según las especulaciones que circulan a su alrededor, quedaría con un tablero acorde. Si eso no se da, la disputa sería abierta, mano a mano y más reñida. Y resultado incierto. De ahí la importancia de sumar tempranamente a sus pares.

Roces

“Lo del Indec es una vergüenza. Se burla de los cordobeses”, sorprendió Schiaretti, el lunes pasado, al cuestionar los índices de pobreza que dio a conocer sobre Córdoba. Los duros términos, no quedaron circunscriptos a este tema. También comparó los créditos hipotecarios que ofrece el Gobierno con la resolución impuesta por el ministro de Economía de la última dictadura, José Alfredo Martínez de Hoz. “Tiene olor a la 1050, porque es un crédito que se indexa con la inflación y tiene una tasa de interés para los bancos del 5%”, advirtió el gobernador, en un seminario en la capital cordobesa. De esta forma se acoplaba a las críticas precedentes de De la Sota, que había llamado “caradura” al presidente Mauricio Macri por “apropiarse de nuestras obras”.

Por cierto, De la Sota siempre fue más crítico de la gestión de Cambiemos. De hecho, apostó a mantener la alianza con Sergio Massa, cuando perdió en las primarias de 2015, y se mostró más reacio a acompañar a Macri en el balotaje contra Daniel Scioli. En tareas ejecutivas, en cambio, Schiaretti se acomodó rápidamente al esquema de gobernabilidad de Cambiemos y se convirtió en un sostén material y discursivo de esta nueva etapa política. Incluso participó de varias giras oficiales del Presidente en calidad de opositor amigable o de aliado. Por eso la sorpresa ante las declaraciones del lunes. Atadas al concepto de “cordobesismo” que el tándem supo esgrimir como sinónimo de “defensa de los intereses” de su provincia y como identidad política. Y, también, atadas a la dinámica y a las ecuaciones electorales.

“Estan muy parejos, y Martín no es tan conocido, entonces se mete el gringo”, le cuenta a El Economista un legislador nacional por Unión por Córdoba. La referencia es a Llaryora, al que ven como un dirigente con proyección y buena imagen. De las nueve bancas de diputados que se renuevan en la provincia, tres pertenecen a Unión por Córdoba, tres pertenecen a la UCR, una al PRO, una al monobloque Brigadier Bustos y una al Peronismo para la Victoria. Y Schiaretti necesita renovar las propias y ganar una cuarta. En ese sentido, uno de sus ejes de campaña será señalar que el primer candidato rival, Héctor Baldassi, está más atado a las necesidades del poder central que a la defensa de los intereses de la provincia. “Son temas que acá garpan”, señala ese mismo dirigente. “Pero Juan está pensando en 2019, en un peronismo poskirchnerista”, como resumen de esas pretensiones.

Realineamientos

En el evento del lunes pasado, los dardos contra Cristina pretendieron ratificar su vocación para conducir los liderazgos parciales en las provincias y ofrecer un perfil distinto de peronismo. “La expresidenta está agotada como modelo de conducción y como alternativa del peronismo. Quienes vamos a impedir que Cristina vuelva a ser alternativa somos los gobernadores peronistas que nos hemos constituido en una liga”, señaló el gobernador, anticpando su estrategia. Un triunfo de la expresidenta en la provincia de Buenos Aires tendrá una resonancia nacional inevitable y la colocaría en carrera hacia 2019. Schiaretti aspira, en ese caso, a enfrentarla en el tablero peronista, con los mandatarios provinciales de su lado. De no darse ese triunfo, cerca de Schiaretti presumen que el nuevo liderazgo en el peronismo necesariamente provendrá del núcleo más dinámico del capitalismo argentino, que Córdoba integra de manera privilegiada, y no de provincias consideradas “periféricas”. De ahí, las chances más esquivas para Juan Manuel Urtubey, mandatario de Salta, y posible competidor.

La cita del 3 de agosto próximo, en ese sentido, tiene la importancia del punto de partida. En la Casa de Entre Ríos en Buenos Aires se espera la participación de buena parte de los mandatarios peronistas, con un tema como primer aglutinador: defender los intereses de las provincias ante el Estado Nacional y ante las pretensiones de la provincia de Buenos Aires de recuperar parte de la coparticipación que cedió en su momento.

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