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“Podemos llegar a 140 millones de toneladas”

"Las exportaciones totales de granos podrían incrementarse en 16 M/tn y ubicarse en 59 M/tn", afirma Ricardo Valderrama (BCBA)

02 julio de 2017

Entrevista a Ricardo Valderrama Presidente de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires Por Carlos Boyadjian

Tras el cambio de escenario en la política económica en diciembre de 2015, la actividad agrícola soltó amarras y comenzó a diversificarse e incrementar la producción en todos los cultivos. Un estudio privado proyecta que en la próxima década la cosecha de granos se incrementará  30%, llegando a las 140 millones de toneladas (M/tn). Sin embargo, aún resta consolidar el proceso, en especial a partir de una considerable mejora en la logística, que reduzca costos y potencie la rentabilidad del sector. A continuación, el diálogo que mantuvo Ricardo Valderrama, titular de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, con El Economista.

¿Qué volumen de producción de granos se proyecta para los próximos años?

En términos de producción de cultivos extensivos para las próximas campañas (corto plazo), es probable que se continúe registrando el impacto positivo generado por el nuevo set de políticas agrícolas, implementadas desde diciembre del 2015 por el actual Gobierno. Si bien los cambios más importantes en términos de área de siembra se registraron en la campaña 2016/17 de la mano de la recuperación del área destinada a trigo y maíz, es probable que durante los próximos años se consolide la recuperación del área destinada a gramíneas, mejorando así la relación de gramíneas-leguminosas en el esquema de rotación. Las proyecciones a mediano y largo plazos están sujetas a los cambios de política agrícola y comercial, no sólo de Argentina, sino de nuestros principales socios comerciales y también competidores. Teniendo esto presente, de acuerdo a los datos que surgen del Escenario de Referencia Agroindustrial Mundial y Argentino de la Fundación INAI, podemos esperar que la producción argentina de cereales y oleaginosas se incremente en 30% hacia la campaña 2025/2026 (llegaría a 140 millones de toneladas). Dicha suba es explicada en gran medida por dos cultivos: el trigo y el maíz. Ante este crecimiento productivo, las exportaciones totales de granos aumentarían más que proporcionalmente, es decir, se incrementarían en 16 millones de toneladas, para ubicarse en 59 millones (+37%).

¿Qué rol juega la inversión en tecnología en la actualidad?

Hay un importante potencial para mejorar incorporando nuevas tecnologías en los procesos productivos. Durante el ciclo 2016/17 se ha documentado una significativa recuperación en la inversión de tecnología destinada a la producción de granos, principalmente canalizada a través de la mayor inversión en fertilizantes e insumos para la protección de cultivos (fungicidas, insecticidas y herbicidas) a los que se irán sumando inversión en genética y agricultura de precisión. Es importante resaltar que una mayor inversión en tecnología favorece un incremento en la productividad por unidad de superficie sembrada. También genera un impacto positivo en la calidad de los granos recolectados, brindándole a nuestra producción mayores chances de ingresar a mercados más competitivos y/o logrando una mayor diferenciación respecto a nuestros competidores.

Concretamente, ¿cuánto impacta, en números, el costo de la logística, la infraestructura portuaria y el transporte terrestre vs ferrocarril en la producción agropecuaria?

El sector agrícola argentino genera grandes volúmenes de producción y exportación. En ese sentido, la eficiencia productiva es afectada negativamente por la falta de una infraestructura adecuada que permita el movimiento de la mercadería de manera económica, segura y eficaz. Resulta urgente cambiar esa tendencia de deterioro y así generar las condiciones necesarias para que comience un proceso de inversión en caminos rurales, rutas y autopistas. También en telecomunicaciones, energía y redes de electricidad, vías navegables y accesos, entre muchas otras necesidades.

En un mundo que demanda cada vez más alimentos, la industria alimentaria local se contrae mes a mes. ¿Cómo se quiebra esa tendencia?

La tendencia a la demanda de alimentos se mantendría en los próximos años, según las principales proyecciones. Por su parte, y de acuerdo a información suministrada por la Subsecretaría de Alimentos y Bebidas del Ministerio de Agroindustria, en base al Indec, entre los años 2010 y 2016 el sector de alimentos y bebidas incrementó los volúmenes exportados en 7%, alcanzando la importante cifra de 45,1 millones de toneladas exportadas. El resultado de la balanza comercial sectorial es fuertemente superavitario, demostrando la competitividad argentina en este rubro.

¿Es posible ganar mercados de exportación con este tipo de cambio y cuál debería ser el valor de un dólar de equilibrio para el sector primario?

El tipo de cambio es un factor de competitividad dentro de muchos otros. Un aspecto fundamental en este sentido es que el agro argentino verificó una importante reducción en los impuestos de exportación (retenciones), lo cual eliminó una fuerte discriminación en su contra. El “dólar agro” era, en el mejor de los casos, 20% inferior al vigente para el resto de las actividades. Hoy buena parte de la actividad verifica un tipo de cambio único, salvo para el caso de la principal actividad agroindustrial argentina: la soja y sus subproductos. Existe un cronograma de reducción de los derechos de exportación vigentes. No obstante, esta actividad hoy día sigue gravada con dicho impuesto, genera distorsiones e impide que se expresen al máximo las capacidades productivas de nuestro sector.

¿Los reintegros a las exportaciones son una buena herramienta para ganar competitividad?

Los reintegros a la exportación son un instrumento apto para alcanzar una mayor integración de la economía argentina en el comercio internacional, al evitar que el pago de los impuestos durante el proceso de producción incidan negativamente sobre la competitividad. El régimen de reintegros de impuestos debe ser permanente y actuar de manera interrelacionada con otros regímenes de promoción de exportaciones, sin que ello implique la superposición de beneficios que puedan alterar el equilibrio fiscal.

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