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Inclusión financiera en Argentina, una cuenta pendiente

Debemos empezar a transitar con redoblado esfuerzo el sendero de la integración cuanto antes, y del modo más inclusivo y colaborativo posible

06 julio de 2017

Por Pablo Caramelo

Según los últimos datos relevados en 2015 por el Banco Mundial, el 49,8% de los argentinos no posee una cuenta bancaria. Esta proporción se torna aún más preocupante al analizar los estratos sociales más expuestos, dado que dentro del 40% de la población de menores ingresos, el porcentaje sin cuenta bancaria asciende a 55,6%. Con sólo 50,2% de sus jóvenes y adultos “incluidos” financieramente, Argentina se ubica lejos del promedio mundial, que ronda en torno al 61,5%.

Más datos

Según estos datos, Argentina registra un grado de bancarización similar al registrado por países como Argelia (50%) y la India (52%). Al tiempo que otros como Kenia (74%), Omán (73%) y Tailandia (78%) ostentan ratios de bancarización significativamente superiores.

Incluso mejor posicionados que Argentina se encuentran algunos países de América Latina, como Chile (63%) y Brasil (68%), donde dos tercios de los adultos son clientes bancarios. Mientras tanto, en Estados Unidos, el ratio en cuestión asciende al 94% de la población mientras que Alemania, Canadá y Australia son países “bancarizados” en 99%.

Profundizando en el caso argentino, podemos observar que aun teniendo una cuenta bancaria, el uso dispensado a esta herramienta financiera es marginal. El 12% de los bancarizados, por ejemplo, no hizo un sólo depósito o extracción. En tanto que 2 de cada 10 personas con cuenta las tienen solo para cobrar subsidios. Y en el 76% de esos casos, el hábito es extraer todos los fondos apenas los cobran.

En este mismo sentido, sólo el 44% de los argentinos posee una tarjeta de débito. Y sólo el 25,4% hizo algún pago con débito en el último año. Siendo todavía menos los que abonaron con tarjetas de crédito (23,9%).

Al observar la penetración del crédito bancario en Argentina se encuentran también niveles muy bajos, y no sólo en comparación con otros países de Latinoamérica, sino también en relación a los niveles previos a la crisis económica del 2001.

Poco crédito

Al realizar esta comparación en tanto a la participación del crédito bancario total al sector privado en Argentina hallamos que este ratio representa tan sólo 12% del PIB mientras que en Chile es el 85%, en Brasil el 53% y en Colombia el 49% de su PIB. Y si nos alejamos un poco del contexto de América Latina, podremos ver que en muchos países desarrollados y emergentes el crédito al sector privado supera holgadamente el 100% del producto, como es el caso de Australia (172%), Suiza (171%), y el Reino Unido (140%), sólo por mencionar algunos ejemplos.

Estas comparaciones alarmantes respecto a la relevancia del crédito en Argentina son aún peor en términos relativos cuando se tiene en cuenta el alto PIB peres capita alcanzado por Argentina en relación al resto de la región. Eso constituye, por sí mismo, un importante respaldo para las erogaciones crediticias.

Fuera del sistema

En tanto a lo concerniente a depósitos del sector privado, nuestro país alcanza tan sólo el 15% del PIB  mientras que los mismos representan 57% del producto en Chile, 62% en Brasil y 65% en Bolivia. La diferencia se agrava mucho más al comparar con lo que ocurre en naciones desarrolladas, por ejemplo en Corea del Sur, donde los depósitos privados representan el 139% de su PIB, al tiempo que en Reino Unido constituyen el 140% y en Japón dicho ratio es del 236%.

Falta integración

En la construcción de un país desarrollado que brinde igualdad de oportunidades a todos sus habitantes, la  inclusión financiera constituye una herramienta fundamental para alcanzar dicho objetivo. Un sistema financiero más profundo, ágil y floreciente, podría constituirse como un efectivo vehículo a través del cual concretar el proyecto de un país caracterizado por la equidad y el crecimiento sustentable.

A pesar de los esfuerzos realizados por BCRA en el último tiempo para ampliar los niveles de acceso y utilización de los servicios bancarios a toda la población, entre los cuales se destacan los cambios normativos que establecieron la gratuidad de las cajas de ahorro,  de las transferencias electrónicas y la flexibilización de requisitos para apertura de nuevas cuentas,  el magro desarrollo de nuestro mercado financiero, nos muestra que aún tenemos un largo camino por recorrer hasta lograr consolidar la inclusión financiera en nuestro país.

Por tal motivo debemos empezar a transitar con redoblado esfuerzo este sendero cuanto antes, y del modo más inclusivo y colaborativo posible.

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