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Los debates tras las críticas del Gobierno a comisiones de izquierda

Tras el conflicto en PepsiCo, el Gobierno puso el foco en el rol de la izquierda sindical

18 julio de 2017

Por Juan Strasnoy Peyre

“Lo único que hacen los grupos de izquierda es cerrar empresas”, fue la explicación oficial, en la boca de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y luego replicada por otros, a lo sucedido en PepsiCo la semana pasada. Es que el Gobierno comparte un típico axioma del empresariado: “Cuando entra la izquierda a la fábrica, sonaste”. Pero ¿por qué reniegan de este tipo de conducciones gremiales y prefieren a “los gordos” de la CGT?

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Productividad

En su afán por introducir una reforma laboral similar a la que logró aprobar Temer en Brasil, que deberá esperar hasta después de las elecciones, el Ejecutivo eligió la idea de productividad como leitmotiv de su discurso. Y para el titular de la cartera laboral, Jorge Triaca, las comisiones internas de izquierda son un escollo: “Algunas empresas terminan relocalizándose porque no pueden sostener el nivel de producción que necesitan", dijo, en alusión al cierre de la fábrica de papas fritas de Florida por el que fueron despedidas alrededor de 500 personas.

“Es cierto lo que dice el Gobierno”, aseguró un economista con llegada al círculo rojo, que mira de cerca los movimientos del sindicalismo. “Cuando la izquierda entra a la fábrica y empieza a armar comisiones internas, empiezan a parar la producción porque están de asamblea permanente”, comentó mientras enumeraba los casos de Lear y Kraft. “Es un tema que viene de hace rato, incluso CFK lo quiso parar con el 'Proyecto X' de espionaje (a través de la Gendarmería) y le salió mal. Para mí, esto no va a terminar: hoy es PepsiCo y mañana va a ser otra fábrica”. Y pese a que no son santos de su devoción, para él la cosa es distinta con el sindicalismo peronista tradicional: “Los gordos de la CGT negocian y, a la larga, acuerdan, y más si les dan las obras sociales y hasta la AFA”.

Desde la vereda de enfrente, Pablo Viñas, uno de los delegados de AGR despedidos cuando cerró la planta, planteó que en realidad “el Gobierno le sale a pegar a los grupos de izquierda como una forma de extorsionar a los trabajadores y decirles 'ojo con querer defender los derechos en tu lugar de trabajo porque te van a echar'”.

Agrega: “Los que atentan contra la productividad son ellos. De hecho, AGR tenía las máquinas más modernas del país y era la empresa más productiva,  pero cerraron con la idea de relocalizarse y retomar la producción: buscan reemplazar trabajadores con derechos conquistados y organización gremial por laburantes precarizados y sin forma de defenderse”.

Modelos

Otro economista, con una mirada más cercana al sindicalismo peronista y que pide off the record, opinó que el crecimiento de la izquierda nace del poco apoyo que le ofrecen los gobiernos a la “dirigencia sindical sensata”. Explica: “No elegir como oposición al sindicalismo que demostró una paciencia infinita, como la CGT, pese a que lógicamente en algún momento tiene que hacer “despelote” para no perder la legitimidad”.

Según el experimentado economista, el Gobierno podría apoyarse más en la cúpula cegetista para desplegar su programa económico. “La gente de izquierda no es tan corrompible. Creo que hay muchos dirigentes honestos en el sindicalismo tradicional, pero no hay ninguna duda de que son bastante burócratas. Es así porque el peronismo no es una ideología anticapitalista: los tipos creen que el trabajo en una empresa privada o en el sector público es la dignidad del hombre y creen en la conciliación de clases. Es decir, tenés una clase obrera que tiene esa ideología y la perseguís, sos un estúpido”.

Sin embargo, remarcó que en el cordón industrial de zona norte, con eje en la Panamericana, fue creciendo una conducción sindical de izquierda enorme. “Gran parte de la dirigencia sindical desertó del trabajo territorial por falta de jóvenes mientras que el trabajo de la militancia de izquierda fue muy intenso”, explicó.

Por su parte, Viñas, que además es integrante del Partido Obrero, dejó en claro su punto de vista: los argumentos del Gobierno son una estafa para los trabajadores porque pretende “consagrar la libertad de los empresarios de hacer lo que se les dé la gana”. Amplía: “Hay cierres masivos y despidos cuando está la izquierda, donde está la derecha peronista, donde no hay organización gremial. La gran diferencia es que donde está la izquierda hay lucha, hay organización y es noticia, como en el caso de AGR. Pero fijáte el absurdo de la CGT: a nosotros nos despiden en enero, ellos nos convocan en febrero y llaman a movilizar en marzo. Igual que ahora. Entonces, si no peleáramos, ¿no habría cierre de fábricas? Sí, y la prueba están en el resto de las empresas que también cierran. Estoy seguro que hay más despidos donde no está la izquierda”.

En cambio, para el secretario de Prensa de la CGT, Jorge Sola, “creer que la orientación política de una comisión va a hacer cumplir de una manera más estricta la leyes laborales es no entender de qué se trata”. Sola agrega que “lo que está claramente en discusión es si hacemos cumplir las leyes laborales y los convenios colectivos en toda su aplicación, tenga el color que tenga el delegado”.

El dirigente consideró que el discurso de los funcionarios busca “crear un monstruo alrededor del sindicalismo: ya nos trataron de mafiosos, de desestabilizadores y ahora de zurdos porque quieren generar miedo. Sabemos que somos una piedra en el zapato para este modelo y, por lo tanto, van a tratar de atacarnos”. Sin embargo, reconoció las diferencias entre ambos tipos de conducción: “Los sectores de izquierda suelen ser menos negociadores y nosotros tenemos que hacerlo para llevar lo mejor para nuestros trabajadores en la circunstancia que nos toca”

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