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De todos los ministros, el que mejor maneja el timing (quizás el único) es Luis Caputo

21 junio de 2017

Por Diego Falcone Head Portfolio Manager de Cohen SA

En cada época, Estados Unidos creó íconos capaces de hacernos identificar con sus valores e ideas. Así en los años '30 apareció Mickey Mouse, en los '50 nos deslumbró Marilyn Monroe y, más cerca en el tiempo, en los '80 irrumpió (afortunadamente) en nuestras pantallas una de las mejores sagas de la historia: Rocky. La parte IV llegó al cine en 1985, en un momento donde Rusia estaba atrapada en la guerra de Afganistán (ver Rambo III para más información), nos regaló uno de los combates más tristes de todos los tiempos: el de Apollo Creed versus Iván Drago.  Uno sabía por la cara sin expresiones de Drago que el baile de Apollo iba a terminar mal y así ocurrió. Menos mal que Rocky puso las cosas en su lugar en el combate final.

En esa época, mucho antes del 9/11 y Donald J. Trump, el mundo parecía un lugar más sencillo: los malos eran los rusos y los buenos, obvio, los americanos. Hoy, todo es más difuso. No hay rivales como la URSS y, de hecho, es casi una ofensa para la liga de los malos (Darth Vader incluido) que el líder sea Kim Jong-un, el presidente-dictador de Corea del Norte. ¿Por qué? Todo su mérito se basa en lanzar misiles al agua, ya que el día que por error alguno estalle en tierra firme (sea Japón o Corea del Sur o la mismísima China), su reinado tendrá los días contados.

Desde la caída del Muro de Berlín, el mundo se ha vuelto un lugar más complejo pero más creativo porque la tecnología hace más fácil la generación de nueva riqueza. Hoy TESLA, que produce 76.000 autos por año, vale US$ 51.000 millones, prácticamente lo mismo que GM, que fabrica 10 millones. Gracias a estos cambios, estamos en mejor posición para lidiar con la gran herencia de la era industrial: el cambio climático.

Cien años de perdón

Entre los cambios ocurridos en el Siglo XX, está el aumento en la expectativa de vida. Para hacer frente a las obligaciones que implican unos abuelitos que viven más de la cuenta, los fondos de pensiones (estatales o privados) deben buscar inversiones de muy largo plazo. En ese resquicio se coló nuestro ministro de Finanzas, Luis Caputo, para emitir un nuevo bono a cien años. Only in Argentina podíamos pasar del default a colocar deuda a un siglo de plazo en poco más de un año. Ahora bien, uno porque es bueno debe advertir a los tenedores del bono que, de acuerdo a la serie histórica de las bancarrotas del Estado Nacional, estamos en condiciones de garantizarles que no sólo no le vamos a pagar este bono (eso ya lo sabían), sino también los próximos dos o tres que le demos a cambio en cada una de las restructuraciones tras cada cesación de pagos.

De todas formas, la mayor ventaja de este nuevo título es que permite completar la curva de bonos soberanos denominados en dólares al incorporar un instrumento ultra largo (el de mayor duración hasta ayer era de 30 años de plazo). ¿Qué tiene de bueno esto? Los inversores privados que precisan fijar una tasa de interés para cobrar los créditos vinculados a obras de infraestructura, ahora van a contar con una tasa de referencia.

Una aclaración importante: Argentina, aunque sea sólo en este punto, logró sacarle una ventaja a EE.UU. que a pesar de necesitar mejorar su infraestructura, todavía no supo aprovechar la oportunidad histórica que le dan estas tasas ultra bajas, colocando deuda mayor a 30 años.

Niente male

Ahora bien, desconozco si el Gobierno tiene un masterplan o avanza sólo porque aprovecha las oportunidades que se le presentan (o le regalan).

De todos los ministros, el que mejor maneja el timing (quizás el único) es Caputo. En cuanto vio que la tasa del bono americano de diez años tocó los mínimos del año, salió a pedir plata.

Por lo visto, los reflejos son todo en este mercado. Sino pregúntenle a un colega suyo que con las mismas facultades, consideró un éxito haber colocado en abril 2015 US$ 1.400 millones del Bonar 2024 a una tasa de interés superior al 8%. Dos años más tarde, logramos colocar US$ 2.750 millones al 7,9% de interés anual pero a 100 años de plazo. Niente male.

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