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Nuevos temblores y riesgo país

El 18 de mayo, el riesgo país de Brasil saltó de 258 a 300 puntos básicos, pero luego ha oscilado entre 260 y 280 hasta el viernes pasado, cuando cerró en 283 puntos

05 junio de 2017

Por Héctor Rubini  Instituto de Investigación en Ciencias Económicas de la USAL

La crisis por los sobornos y sus ribetes ya tragicómicos no ha cesado en Brasil. Anteayer fue apresado el diputado Rodrigo Rocha Loures. El 8 de marzo asumió la banca reemplazando a Osmar Serraglio, que temporariamente pasó a ser el ministro de Justicia. Un día antes recibió un maletín con 500.000 reales de un emisario de Joesley Batista, dueño del frigorífico JBS. Hasta ese día Rocha Loures era un asesor de Michel Temer a cargo de resolver “todo” el cúmulo de problemas judiciales y denuncias que involucran a JBS.

Sin embargo, en su declaración premiada del pasado 18 de mayo Joesley “destapó” la secuencia de coimas pagadas con frecuencia semanal, además de la grabación de sus conversaciones con el presidente Temer. Rocha Loures siguió entonces el consejo de varios allegados al primer mandatario para devolver el maletín con el dinero ?aparentemente nunca había llegado a destino? pero los agentes policiales constataron que entregó menos dinero que el enviado por Batista.

Días después, el presidente Temer reemplazó a Serraglio por Torquato Jardim en la cartera de Justicia, y ofreció la de Transparencia a Serraglio. Este rechazó el ofrecimiento y regresó a su banca de Diputado. Rocha Loures quedó fuera del Parlamento y sin inmunidad judicial, y desde anteayer está detenido en Brasilia. No es claro que sea una “garganta profunda” relevante, pero sí es cierto que la única forma de reducir su temporada tras las rejas sería vía el acogimiento al régimen de “arrepentido” y beneficiarse con nuevas delaciones premiadas.

Las malas noticias también han llegado a las aguas de la oposición: en la investigación “Lava Jato” impulsada por el juez federal Sergio Moro, se ha presentado la Fiscalía de Brasil pidiendo la prisión del ex presidente Lula Da Silva, luego de que en abril pasado el ex presidente de la constructora OAS, Leo Pinheiro, declarara que el ex presidente es el verdadero dueño de un triplex valuado en 1,2 millón de reales en el edificio Solaris del balneario de Guarujá. El inmueble sería parte de un total de 3,7 millones de reales de coimas que OAS habría pagado para beneficiarse de contratos con Petrobras.

La situación por ahora está en una suerte de impasse, sin rumbo definido. Por ahora no parece afectar el humor de los tenedores de bonos, al menos si se evalúa a través de la prima de riesgo soberano de Brasil, según el EMBI+ de JP Morgan. El 18 de mayo saltó de 258 a 300 puntos básicos, pero luego ha oscilado entre 260 y 280 puntos hasta el viernes pasado, cuando cerró en 283 puntos.

El de Argentina, en cambio, parece desacoplarse del sendero brasileño, y moviéndose más hacia la baja. El 18 de mayo subió de 419 a 331 puntos básicos, y luego descendió de forma más marcada, cerrando el pasado viernes a 398 puntos básicos, el nivel más bajo desde el 26 de abril del año pasado.

En caso de agravarse el escenario institucional en el país vecino, los bonos brasileños retornarían a una prima de riesgo promedio superior a los 300 puntos básicos, como se ha observado entre julio de 2015 y septiembre de 2016. En el caso argentino, si no se deterioran los fundamentals macroeconómicos ni el panorama político, el riesgo país parecería tender a estabilizarse por debajo de los 400 puntos básicos. Esto permitiría consolidar una baja del costo de financiamiento para proyectos de la economía real, y contribuiría a facilitar, tanto para el Gobierno Nacional como para los provinciales, la colocación en el exterior de títulos de deuda a menores tasas de interés, y a plazos más largos.

¿Podrá desacoplarse Argentina, al menos en el mercado de bonos? ¿Podrá refutarse esa habitual frase hecha de que “si Brasil se resfría, Argentina tiene neumonía”? En buena medida esto dependerá de si en caso de registrarse una fuerte salida de capitales en Brasil, no se observe un fuerte aumento del tipo de cambio en el país vecino (algo por ahora relativamente improbable), y tampoco una repentina fuga de capitales en Argentina.

En gran medida dependerá de la economía real, así como de los números fiscales, monetarios y de comercio exterior de ambos países. Pero también de qué se vislumbra para el día después en el escenario político. Por el lado de Brasil, de quién gobernaría Brasil después de Temer en caso de que el actual presidente no termine su mandato. Por el lado nuestro, del resultado de las elecciones primarias de agosto y de las legislativas de octubre próximo. Claramente, a partir de 2018 comienza una nueva etapa, probablemente una nueva historia, tanto para Argentina como para Brasil.

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