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Empleo registrado: todavía no amanece

La política no ha logrado encontrar el modo de reactivar la actividad: Macri llegó con algo menos de 12 millones de ocupados y en 15 meses se adicionaron apenas 106.000

02 junio de 2017

Por Javier Lindenboim Director del CEPED/UBA e Investigador del CONICET

La sociedad argentina está pendiente de buenas noticias en materia laboral que todavía no de aparecen. Como suele ocurrir el acento puede estar en lo que falta o no ocurre. Pero también puede afincarse en identificar posibles cambios en la dinámica del corto plazo recién transcurrido.

El Ministerio de Trabajo actualizó la información a marzo último de los diversos componentes que integran el mercado de trabajo registrado (protegido), integrados principalmente ?pero no sólo- por asalariados privados y del sector público.

Una vez más debe recordarse que la reconstrucción del sistema estadístico estatal está en proceso de elaboración y, por tanto, no se dispone de información abarcadora que ilustre no sólo sobre el empleo registrado sino sobre el conjunto de la fuerza laboral.

El componente principal del empleo registrado sigue mostrando un saldo negativo. Los asalariados del sector privado vienen siendo afectados desde hace bastante tiempo y su mal desempeño se agravó en la primera parte de 2016, período en el que se perdieron unos 150.000 puestos. Desde julio último, sin embargo, se crearon 30.000 atemperando en algo la situación. El cambio de signo entre los asalariados privados se explica más que nada por la rama de la construcción, que perdió casi 30.000 puestos entre diciembre de 2015 y julio de 2016 y desde entonces (hasta marzo último) creó 25.000. Todas estas magnitudes, como es obvio, son exiguas pero pueden indicar cambios que no sabemos si se mantendrán y, menos aún, si habrán de potenciarse.

En cambio, en la industria manufacturera todo lo que puede decirse es que siguió expulsando mano de obra aunque con menor intensidad (en cifras redondas 30.000 puestos menos hasta julio y otros 20.000 disminuidos desde entonces).  Poniendo en perspectiva puede verse que tomando ciclos anuales con eje en el mes de marzo entre comienzos de 2009 y principios de 2013 se agregaron 24.000 puestos anuales. De allí en más todos los años hubo retroceso siendo el último año (marzo 2016 versus marzo2017) el peor en tanto en ese lapso se perdieron más puestos industriales que en el acumulado del trienio previo.

Esto habla de las dificultades subsistentes de la rama manufacturera que perdió el dinamismo propio, por ejemplo, de los primeros años posteriores a la crisis de 2001-2002: según la Encuesta de Hogares entre 2003 y 2007 el empleo asalariado del sector se elevó 26% mientras en el cuatrienio siguiente creció tan solo menos de medio punto.

La gestión anterior se autodefinía como “modelo industrial con inclusión social” calificación que en su primer componente quedó absolutamente en deuda. Entre enero de 2009 y diciembre de 2015, el empleo industrial creció 12%, muy por debajo de la participación sectorial al inicio de ese período. Esto no exculpa a la actual gestión oficial pero

interpela a la sociedad toda en busca de una explicación acerca del estancamiento del sector que es considerado clave para el crecimiento y el desarrollo.

En cuanto al total del empleo registrado, Mauricio Macri recibió el Gobierno con algo menos de 12 millones de ocupados y en 15 meses se adicionaron 106.000: 16.000 hasta julio y 90.000 desde entonces. El cambio de dinámica, aunque significativo, arroja resultados sensiblemente inferiores a los del último período gubernamental de Cristina Kirchner. En ese cuatrienio se creó un cuarto de millón de puestos por año. Tal volumen fue logrado-en ese lapso- en 50% por el empleo estatal y 30% adicional por los monotributistas. En conjunto eso es el doble de lo que era su participación al inicio de 2012 ilustrando de otro modo las dificultades del empleo asalariado privado ya que, pese a representar en 2012 el 60% del empleo registrado, aportó en cuatro años apenas 14%.

La política oficial no ha logrado encontrar el modo de reactivar la actividad económica, condición indispensable para la reaparición de una demanda laboral con vitalidad y proyección. Ese es su punto neurálgico. Ni el ahogo macroeconómico anterior ni el actual “dejar hacer” parecen haber ayudado a ese propósito. Las demandas sociales expresan estas expectativas ?hasta ahora- incumplidas.

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