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Para Casa Rosada, los brotes se multiplican; economistas, con dudas sobre sustentabilidad

Los economistas son algo más escépticos y creen que el veranito estadístico puede tener patas cortas si no hay un repunte fuerte en la inversión

Alejandro Radonjic 20 junio de 2017

Por Alejandro Radonjic

Hay un documento que circula todos los meses entre los más encumbrados funcionarios de Cambiemos que se encarga de recopilar los últimos datos sobre el pulso de la economía real. No casualmente se llama “Monitor de la Economía Real”, y es compilado por Lucio Castro, secretario de Transformación Productiva, junto a su equipo. En los últimos meses, el verde (color del crecimiento) fue ganando espacio en el PPT y el rojo (que implica, obvio, caídas) fue cediendo posiciones. ¿Crecimiento genuino o mero rebote estadístico? La pregunta del US$ 1.000.000 M. Recién en 2018 caerá la moneda.

Según el último monitor, que circula por éstos días en Balcarce 50 y adyacencias, “se confirma que salimos de la recesión”, confía un importante funcionario del Ministerio de Producción. “Con datos abril y mayo, ya tenemos cuatro trimestres positivos de crecimiento”, confía. Y, agrega, “la economía podría crecer cerca de 3% en 2017”. El crecimiento del PIB en el período abril-junio sería de 0,8%, dicen, aunque admiten que la recuperación del consumo se viene atrasando.

Asimismo, afirma que la “industria se está sumando a la reactivación de la economía” apuntalada por tres sectores claves: energía, agro y construcción. “Aunque todavía es incipiente y hay heterogeneidad”, admite. Los sectores más ligados a Brasil y la demanda doméstica aún están complicados, como el calzado o el textil, aunque  mejorando gracias a los estímulos oficiales, por ejemplo, el Ahora 3 y el Ahora 6. “El Estimador Mensual Industrial (EMI) va a dar positivo y mostrará una mejora significativa”, aventura el hombre de Producción.  El gran brote de mayo fue la suba de 13,5% en la producción de automóviles, como confirmó ADEFA hace algunos días.

El dato que más interesa, y esperanza, es el empleo. Es un reflejo fiel de cómo está la economía y qué piensan los empresarios sobre la película. Con todos los riesgos que hay (y subrayó el propio Presidente hace algunos días), nadie contrata si no está vendiendo o produciendo más y/o no piense que producirá o venderá más a corto plazo.

Además, el monitor muestra una tónica positiva en las exportaciones industriales, el salario real (subió 2% en marzo), la confianza (según el ICC de la UTDT) y, obviamente, la obra pública, que está detrás de varios de los brotes verdes que se ven (aunque se perciben poco) por éstos días. “La película es positiva”, confían en la cartera que lidera “Pancho” Cabrera. El salario privado registrado viene creciendo, dicen, y se sumarán pronto las paritarias, la Reparación Histórica y la desinflación. “La inflación del segundo semestre será la mitad que la del primer semestre”, dice. “Y estaremos cerca de la meta del BCRA”.

Después del veranito

Pero más allá del veranito estadístico, algunos economistas se empiezan a preguntar si no será sólo un tirón de demanda con “zpatas cortas”. Es decir, ¿la mejora de la economía es meramente electoral o será duradera, como promete Cambiemos?

“No hay posibilidad de un boom de inversiones porque la rentabilidad en la mayoría de los sectores es muy acotada; las decisiones en el segmento industrial están condicionadas por la definición de la crisis brasileña y porque  la reversión de los desequilibrios macroeconómicos, que orbitan alrededor del muy elevado déficit fiscal, demanda un consenso político que sólo las legislativas de octubre permitirá afianzar”, dice Jorge Vasconcelos del Ieral de la Fundación Mediterránea, aunque dice que hay diferencias (positivas, por cierto) con 2013 o 2015, los últimos años electorales que, en ambos casos, anticiparon ajustes en los años siguientes.

La I, clave

“Existe consenso en que el boom inversor se está demorando. Esto se debe a que el ritmo de crecimiento económico todavía es mediocre, y la debilidad del consumo de los hogares hace que no reaccione la inversión en aquellos sectores dependientes de la demanda doméstica”, dicen desde Analytica. “Si bien la inversión será el principal driver del crecimiento, no esperamos un boom inversor en el corto plazo, entendiendo como boom a un salto superior a los 5 puntos del ratio inversión sobre PIB, hoy en 15%”, agregan, y admiten que son cautos con el PIB: +2,7% en 2017 y +3% en 2018. Sin dudas, crecer dos años consecutivos quiebra el zigzagueo de los últimos años y otorga previsibilidad, pero aún son cifras bajas y con un consumo algo retraído: el BCRA seguirá “hawkish” y hay ajustes tarifarios pendientes que incidirán sobre el ingreso disponible (y la inflación).

Crecimiento e inversión están íntimamente ligados. Es necesario que haya crecimiento para que suba la inversión, y es necesaria esta última para darle sustentabilidad a ese crecimiento. Algo de eso hay. El problema es que ese algo es poco por ahora.

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