El Economista - 70 años
Versión digital

vie 29 Mar

BUE 20°C

Una cuestión de confianza

Aunque la recuperación todavía no se siente plenamente, la valoración social del Gobierno repuntó

05 mayo de 2017

Por Matías Carugati Economista jefe de Management & Fit

Aunque la recuperación todavía no se siente con fuerza, la valoración social del Gobierno repuntó. La economía continúa sumando datos alentadores, como en agro, construcción, algunos bloques industriales, mercado inmobiliario y energía. No será el “bosque verde” del cual habla el ministro de Hacienda, pero la opinión pública empieza a ver algunos árboles. En nuestra última encuesta mensual (mediados de abril), la aprobación de gestión se recuperó (pasó de 40% a 42%) mientras que la desaprobación se mantuvo estable (en 44%). Algo similar se desprende de los índices de optimismo político y económico que relevamos semanalmente, que muestran mejoras en las últimas cuatro semanas. Ello también está en línea con los indicadores de confianza en el Gobierno (ICG) y confianza del consumidor (ICC) de la Universidad T. Di Tella, que también repuntaron.

La mejora de las expectativas acaso sea la explicación principal para la recuperación en las encuestas. Está claro que la reactivación económica, por ahora, es tenue y no se “siente” en la calle. Sin embargo, la dinámica de la opinión pública tomó un giro positivo. A falta de resultados contundentes, pareciera que el gobierno está logrando convencer a la sociedad (más bien, a una parte de ella) de que la situación va a mejorar. Tanto en nuestro sondeo mensual como semanal se observa una mejora en las expectativas (que, de todos modos, aún mantienen el sesgo pesimista). Y el componente de expectativas futuras del ICC muestra un mejor comportamiento que el de condiciones presentes. Resumiendo: “Estamos mal, pero vamos bien”. Después de un arduo 2016 y un verano cargado de complicaciones, el Gobierno está volviendo a generar esperanza. Pero sin resultados que la avalen, este incipiente giro puede tornarse en decepción en una etapa clave en términos electorales.

De todos modos, en materia de expectativas no todo es color de rosa. Las proyecciones de los especialistas (compiladas en el REM) no son alentadoras para el Gobierno. La inflación esperada se redujo marginalmente (de 21,2% a 21%) y todavía se mantiene por encima del objetivo (17%). Por otra parte, las estimaciones para abril arrojan una suba de precios cercana al 2% mensual, presionando aún más la meta. La mayor dosificación de los aumentos tarifarios tampoco garantiza el éxito. La inflación núcleo (no afectada por precios regulados o estacionales) está mostrando dificultades para bajar de forma sensible (ronda el 1,7% mensual) y las proyecciones arrojan una variación de 19% anual para el próximo diciembre. Por otra parte, el cambio de índices (nacional por AMBA) a partir de junio no altera demasiado el panorama, ya que los analistas esperan una suba de 20,5% anual para este indicador.

Los analistas no esperan un cambio en el mix de política económica. Considerando las perspectivas de inflación y las acciones recientes del BCRA, el consenso prevé que el relajamiento monetario será menos “generoso” (el año cerraría con la tasa de pases en 21,5% anual, frente al 20% proyectado en marzo). Si la situación inflacionaria no se endereza rápido, no descartamos un incremento en el sesgo contractivo de la política monetaria. En efecto, la tasa de las Lebac en el mercado secundario volvió a aumentar recientemente. Por el lado fiscal, se espera un déficit primario apenas superior al objetivo de Hacienda (4,3% versus 4,2% del PIB), lo que implica una leve reducción del rojo en comparación con 2016. La dinámica fiscal del primer trimestre fue alentadora (aunque no asegura nada) y el ministro Nicolás Dujovne aseguró que cumplirán con la meta, incluso si ello supone recortar gastos más entrado el año. Este mix de política fomenta el ingreso de divisas y presiona sobre el tipo de cambio. No sorprende, entonces, que el dólar siga apreciándose (a pesar del anuncio del BCRA de aumentar reservas), que las proyecciones se hayan ajustado nuevamente a la baja y que desde todos los sectores productivos sigan criticando la apreciación real.

Por si fuera poco, las perspectivas de crecimiento son más pobres que hace un mes. Los analistas esperan una expansión del PIB de 2,7%, una décima menos que en marzo (cuando se recortaron otras dos décimas a la proyec

ción para este año). Con inversiones algo demoradas y unas exportaciones a las que le cuesta arrancar con este nivel de competitividad (excepto las del agro), el ciclo de corto plazo seguirá recostándose en el consumo privado.

Como venimos diciendo, las paritarias son la clave para el desempeño económico y, en un año electoral, para el futuro político.

Seguí leyendo

Enterate primero

Economía + las noticias de Argentina y del mundo en tu correo

Indica tus temas de interés