Durante la era kirchnerista, dice un informe de Federico Muñoz distribuido el fin de semana, se ejecutaron políticas monetarias, fiscales y de ingresos orientadas a promover una fuerte expansión del consumo. Las tasas de interés real negativas, el aumento explosivo del gasto público corriente y varios items más forman parte del combo de la “década consumida”, según su expresión. “En consecuencia, el ratio consumo (privado + público) sobre el PIB creció de 75% en 2004 a 84% en 2016”, dice Muñoz.
La contracara obvia es la pesada caída del ahorro nacional, definido como la suma de los ingresos no consumidos del Estado y los privados. “El ratio ahorro nacional/PIB cayó de 23% en 2007 a poco más del 13% el año pasado: un valor ínfimo, si se tiene en cuenta que ese nivel de ahorro debe financiar la inversión que permita la expansión sostenida del nivel de actividad”, agrega Muñoz.
En la actualidad, sigue diagnosticando Muñoz, la muy baja tasa de ahorro nacional se ve parcialmente compensada por el comentado ingreso de ahorro externo. Sin embargo, explica, “la persistente dependencia del ahorro externo tiene sus contraindicaciones pues ?extendida en el tiempo- puede llevar a un excesivo endeudamiento que amenace la posición de solvencia”.
La lectura es obvia. “Sería deseable que se incremente la tasa de ahorro nacional o, en otros términos, que los argentinos comencemos a ahorrar más”.
Y allí la responsabilidad recae más sobre el Estado que sobre los privados. “El ahorro privado muestra apenas una leve tendencia declinante en la última década y, en cambio, el ahorro público cayó pesadamente: pasó de representar 6% del PIB en 2007 a -2% del PIB el año pasado. Vale decir, el responsable principal (por no decir, excluyente) de la caída del ahorro ha sido el comportamiento excesivamente dispendioso del sector público”, dice.
La casi totalidad de los economistas del país coinciden en un diagnóstico: el tamaño del Estado ha crecido demasiado y sería deseable y oportuno que tienda a reducirse. Con gradualismo, atendiendo a las restricciones políticas y sociales, “pero los niveles gasto público y déficit fiscal debieran tender a recortarse”. Recomponer la tasa de ahorro doméstico, concluye Muñoz, “es necesario para financiar mayores niveles de inversión”.
