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Preocupa cada vez más el callejón del atraso cambiario

¿Se viene una corrección cambiaria después de octubre?

08 mayo de 2017

El tema obsesiona: hay atraso cambiario y eso afecta a la rentabilidad y la competitividad de aquellos sectores transables, que son los que proveen divisas, y ralentiza la inversión. Mirando la serie histórica del BCRA se ve claramente: la paridad bilateral con Estados Unidos (y el área dólar) está en puntos casi similares a los de noviembre de 2015, el momento predevaluación. Tomando al 17 de diciembre de 2015 como número índice, noviembre del 2015 dio un promedio de 74,7 puntos, se disparó por supuesto a 100 con el comienzo del nuevo Gobierno y abril de 2017 ya cerró con un promedio muy similar de 78,8 puntos.

Basta con leer los diarios del fin de semana. Por un lado los empresarios Eduardo Constantini y Alan Faena protagonizando juntos una entrevista en La Nación con el título “El dólar está claramente atrasado”. Por otro, el reconocido economista Miguel Broda afirmando que de la mano de una política fiscal que no acompaña el ajuste monetario lleva a una “primera debilidad que es la extraordinaria apreciación del peso y las severas consecuencias que eso tiene”.

Expectativas

El Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), que publica todos los meses el BCRA con las proyecciones promedio de más de cincuenta analistas para (entre otras variables) el tipo de cambio nominal e inflación, muestra que para los próximos doce meses los economistas esperan una variación similar para ambos datos: la inflación sería de 18% en ese período mientras que el tipo de cambio subiría aproximadamente 17,3% (tomando el dólar que informó el BCRA el viernes pasado). Anulando el efecto de la inflación de Estados Unidos, el resultado sería una muy leve apreciación para ese período. En cualquier caso: no habría una recuperación real del tipo de cambio. Y el experimento se repite si se miran las predicciones del REM para el 2018, con un tipo de cambio nominal subiendo 13,6% y el IPC proyectado en una aceleración de 14,5%. No se ve apreciación notable, pero tampoco un dólar más competitivo.

Caminos

Hoy, muchos analistas coinciden en que, luego de las elecciones, el Gobierno tendrá que hacer algún ajuste en ese frente. “Al otro día de las elecciones van a devaluar”, dice, jugado, Andrés Asiain.

Pero la experiencia demuestra que más allá de su efecto sobre el salario, al menos en términos de competitividad cambiaria, semejante decisión no haría diferencias positivas. Lo explica Gabriel Caamaño Gómez de Consultora Ledesma: “Que haya o no devaluación nominal no te arregla el problema de la apreciación real. A las pruebas me remito: 2014 y 2015. Dos devaluaciones fuertes y grandes y fueron parches. Te arreglan el corto plazo y rápidamente se diluye. Estamos mejor que el piso que marcó, en el caso del bilateral noviembre del 2015, pero no tan lejos. La mayor parte del efecto de la devaluación nominal ya lo erosionó la inflación”.

Para Caamaño Gómez el atraso cambiario continuará mientras no se desacelere la inflación de forma consistente, tal que la política fiscal, hoy expansiva en términos tanto reales como nominales, acompañe a la monetaria en su prudencia. “Eso explica la apreciación real. Como mínimo tan prudente como lo es la monetaria. Si no, la que juega de ancla es la monetaria en soledad y el tipo de cambio termina corriendo detrás de la inflación. Más allá de que la inflación desacelere”, dice.

Las consecuencias son claras. “Menos competitividad o rentabilidad en los sectores proveedores de divisas genera problemas de balanza de pagos y hace insostenible el crecimiento”, explica.

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