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Mayday, esto es Argentina

¿Por qué los bancos no agrandan sus balances y financian la inversión privada? La respuesta que dan es siempre la misma

04 mayo de 2017

Por Diego Falcone Head Portfolio Manager en Cohen

“Mayday, estoy en Argentina” fueron las palabras exactas con las cuales resumió un chico de 7 años su corta experiencia como argentino. Y después dicen que los jóvenes son el futuro. Una mente flexible como la de un niño resuelve esta situación de la manera más simple: nos vamos a EE.UU. y a otra cosa.  Su razonamiento tiene el mismo sustento que las propuestas de algunos economistas para superar el atraso secular de nuestro país: el deseo.

El pedido de auxilio del pequeño surge cuando le explico que al pasar del hemisferio austral al hemisferio boreal, cambiamos de estación. Mientras le explicaba, podía ver como su mente asociaba el frío del otoño porteño con las horas sentado en un pupitre.  El recuerdo todavía fresco en su memoria del calor, la playa y las vacaciones, activó su instinto de preservación. ¡Help! En dos pasos logré crear un futuro activista antisistema.

Pero el principal obstáculo en mi prédica por la cultura del esfuerzo, choca con la falta de ejemplo por parte de los más grandes.  Si no me cree, responda la siguiente pregunta. ¿Por qué los bancos no agrandan sus balances y financian la inversión privada? La respuesta que dan es siempre la misma: faltan inversores de largo plazo. Cómo si ellos vivieran en Marte y no tuvieran nada que ver con la solución. Porque son muy ingeniosos para promocionar un descuento de peluquería para los días miércoles pero no se les cae una idea para darle un crédito a una empresa que precisa financiar un bien de capital. La fácil la queremos todos, es hora de tomar riesgos e ir por la figurita difícil. ¿No les parece?

Primer round

La principal crítica de los economistas al Gobierno se centra en la necesidad (que compartimos) de un fuerte ajuste del gasto público. Lamentablemente los cuestionamientos por izquierda son patrimonio exclusivo de los K, y como el modelo con inclusión social de Santa Cruz implosionó, no son de mucha ayuda.

Sergio Massa ensaya nuevamente una crítica por el centro pero sus propuestas (como la baja del IVA a los alimentos) reducen la ancha avenida del medio a un camino de ripio. Es fácil hablar cuando se está lejos del poder.

¿Qué cambios les pedimos a los funcionarios de turno? Desarrollar el mercado de capitales local, ni más ni menos. El Gobierno erra el rumbo cada vez que recurre a Goldman Sachs o JP Morgan para  emitir la deuda pública. ¿Por qué? Los bancos de inversión le ofrecen al Estado argentino un servicio exprés de colocación. Ellos le abren su cartera de clientes a cambio de quedarse con la mayor parte de la emisión. A los muchachos del Ministerio de Finanzas les atrapa la idea de emitir rápido y con volumen. Pero su apremio atenta contra la liquidez del mercado de deuda argentino. Para que funcione el mecanismo de precios en cualquier mercado es necesario tener cantidad y diversidad de participantes, y no volumen concentrado en pocas manos.

Cuando las papas queman, estas mismas instituciones que hoy te abren las puertas, mañana ponen el cartelito de “vuelvo en cinco años” y dejan la plaza sin liquidez. Esto ya pasó en 1999. Luego del default de Rusia, el mercado local perdió atractivo para los inversores internacionales y tuvimos que prenderle una vela a las AFJP. Hoy el Fondo de Garantía de Sustentabilidad no cumple la función de inversor de largo plazo porque, entre otras cosas, existe una ley que lo obliga a permanecer sentado sobre millones de acciones de compañías privadas sin participar del mercado. Es el Gobierno quien tiene que sancionar una nueva legislación para  liberar esos títulos privados.

Cuidemos a los nuestros

El blanqueo puede cambiar la hstoria del ahorro interno si en los próximos años el Gobierno toma las medidas necesarias para desarrollar el mercado de capitales. Por ahora, dependemos de que la economía americana tenga un 2017 ni muy frío ni muy caliente para que la tasa del bono a diez años siga sin rumbo y así podamos atraer ahorro externo. Por más limones que le vendamos a EE.UU., los verdes entran tomando deuda. Por esa razón es mejor no pedirle siempre al suegro: vayamos a tocarles el timbre también a la tía soltera y a un amigo de la infancia porque, si vamos hacerla, hagámosla bien.

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