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Los malos arranques siempre complican

Los datos oficiales indican que el arranque del 2017, en términos de inflación y crecimiento, no fue el mejor y está lejos de los objetivos

02 mayo de 2017

Por Gabriel Caamaño Gómez Consultora Ledesma

Los propios datos oficiales indican que el arranque del presente año en términos de inflación y crecimiento no fue el mejor pues esos mismos indicadores estuvieron lejos de mostrar desempeños afines a los objetivos del Gobierno, complicando significativamente su consecución y/o incrementando el nivel de esfuerzo necesario para hacerlo en forma más que perceptible.

Profundizando. Respecto del dinamismo económico vale la pena considerar que el propio Poder Ejecutivo Nacional formalizó una expectativa de crecimiento para 2017 de 3,5% anual en la correspondiente Ley de Presupuesto y que el Relevamiento Mensual de Expectativas de Mercado (REM) realizado por el BCRA durante diciembre de 2016 ubicó la tasa de crecimiento prevista para todo 2017 en 3% anual y que, en rigor, el ritmo promedio de expansión del primer trimestre de 2017 respecto del último de 2016 fue de 1% (serie con ajuste estacional).

Ahora bien. Según el propio Indec, y siempre siguiendo a la serie con ajuste estacional, durante los primeros dos meses de 2017 el nivel de actividad local acumuló un retroceso de 2,2% respecto del cierre de 2016, razón por la cual la serie original promedió durante ese mismo período un ritmo promedio de contracción interanual de -0,4%.

Nuestras estimaciones para marzo de 2017 indican que durante dicho período la serie con ajuste estacional recuperó buena parte del terreno perdido durante los dos meses previos y que la serie original se ubicó 0,8% arriba del registro correspondiente a igual mes de 2016. En consecuencia, si se confirman las mismas y si bien la economía no habría registrado una variación significativa entre puntas del primer trimestre de 2017 (serie con ajuste estacional), el nivel promedio correspondiente a dicho período resultaría 0,8% superior al del último cuatro de 2016 (serie con ajuste estacional) y prácticamente igual al de igual período de 2016 (serie original).

Seguramente el análisis oficial hará foco sobre esos datos, ya que el primero le permitirá subrayar que ya tenemos tres trimestres consecutivos con variaciones no negativas respecto del trimestre anterior y dos consecutivos con variaciones positivas y estadísticamente significativas (estadísticamente diferentes de cero) en tanto que el segundo permitirá hablar del fin de las contracciones interanuales.

Sin embargo, y si bien el punto de comparación jugará a favor durante el segundo y el tercer trimestre (esos períodos de 2016 son mucho menos exigentes que el primer trimestre de ese mismo año), no podemos dejar de señalar que, de confirmarse el registro interanual nulo para el primer trimestre de 2017, la economía debería acelerar significativamente durante los próximos nueve meses para aproximarse a los objetivos oficiales. Algo que no es imposible y, de hecho, es esperable que acelerare. La cuestión, es si la magnitud será suficiente.

En particular, para redondear un alza anual de 3,5% durante todo 2017, el nivel de actividad promedio de los últimos nueve meses de 2017 debería ser 4,6% mayor al de igual período de 2016. Si el alza anual objetivo se establece en 3%, para alcanzarla el ritmo promedio de expansión interanual de los últimos nueve meses de 2017 debería ser de 4%.

¿Y los precios? Algo parecido, pero tal vez mucho más visible, ocurrió con el objetivo inflacionario: El BCRA fijó el rango objetivo para 2017 en 12-17%.

De acuerdo a las propias mediciones del Indec, el IPC GBA acumuló un incremento de 6,3% (casi 28% anualizado y 2,1% promedio mensual) durante los primeros tres meses de 2016. En tanto que el último REM (marzo de 2016) ubicó la variación mensual esperada para dicho índice en abril de 2017 en 1,9% y para todo 2017 en 21,2%. De confirmarse ese guarismo para el cuarto mes de 2017, el IPC GBA del Indec acumularía un alza de 8,4% (27,2% anualizado y 2% promedio mensual) durante el primer cuatrimestre del presente. Asimismo, vale la pena subrayar que la expectativa inflacionaria relevada por el REM para todo 2017 estuvo lejos de converger a la meta en lo que va del año. Por el contrario, en todo caso podría afirmarse que divergió. 

En ese contexto, para no acumular un alza superior a 17%, sería necesario que el IPC GBA del Indec promediara una variación mensual menor a 1% durante los últimos ocho meses de 2017. En tanto que para que la variación acumulada a lo largo de 2017 sea inferior a 20%, el ritmo promedio mensual de los últimos ocho meses de 2017 debería ser inferior a 1,3%. En el primer caso el ritmo inflacionario mensual debe reducirse a la mitad respecto del registrado en el primer cuatrimestre y, en el segundo, experimentar una desaceleración menor, pero aun así considerable. Una dinámica exigente en un contexto de no suspensión o relajamiento de los ajustes tarifarios acordes con los cambios aplicados en el rubro subsidios económicos.

El BCRA reconoció esa situación explícitamente a partir del 11 de abril cuando decidió subir la tasa de referencia de su política monetaria (centro del corredor de pases) en 150 puntos básicos, llevándola de 24,75% a 26,25% nominal anual, e implícitamente cuando varias semanas antes empezó, por un lado, a subrayar la existencia de señales mixtas, primero y una trayectoria no convergente de los precios al objetivo inflacionario, después. Y por el otro lado, cuando ya desde marzo empezó a intervenir cada vez más activa y significativamente en el mercado secundario de letras, presionando al alza las tasas vigentes en el mismo (absorbiendo liquidez), situación que también finalmente reconoció en sus comunicados.

Sintetizando. Los datos macroeconómicos oficiales del arranque de 2017 señalan que es poco probable que el Gobierno de Mauricio Macri alcance sus dos objetivos macroeconómicos básicos en 2017. Más probable sería que alcance sólo uno de los dos, aunque el costo de incrementar el desvío respecto de la meta en el que abandone.

Apreciados

Para colmo de males, lo señalado se está produciendo en el contexto de una cada vez más evidente y sostenida apreciación del Tipo de Cambio Real Multilateral (TCRM) y un igualmente significativo y persistente deterioro de los precios relativos de los principales productos de exportación.  Es decir, el proceso de estabilización macroeconómica no sólo avanza más lento de lo esperado: tampoco está mejorando sus niveles de sustentabilidad y eficiencia.

 Pues esa tendencia no está siendo convalidada desde el punto de vista de la evolución de la productividad local y/o de una mejora sostenida de los términos de intercambio sino que, por el contrario, se encuentra explicada por la falta de avances significativos en el frente fiscal.

En particular, si se excluyen los recursos extraordinarios derivados del blanqueo, el déficit primario del Sector Público Nacional No Financiero, lejos de reducirse, siguió creciendo durante el primer trimestre de 2017. Y, aún a pesar de los esfuerzos realizados en el rubro subsidios económicos, el gasto corriente primario nacional también siguió creciendo en relación al PIB durante el mismo período.

Por último, dada la aun relativamente reciente decisión del BCRA de endurecer la política monetaria, de no registrase un redoblamiento de esfuerzos en el frente fiscal, es esperar que el nivel de inconsistencia dinámica entre ambos se incremente en lo que resta de 2017, profundizándose el rol del TCRM como variable de ajuste, con la consecuente pérdida de eficiencia y sustentabilidad por parte del proceso de estabilización macroeconómica en curso.

Al fin y al cabo, es casi una obviedad que los malos arranques siempre complican lo que vendrá. En la vida, en el fútbol y también en política económica.

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