El Economista - 70 años
Versión digital

jue 28 Mar

BUE 27°C

Emmanuel Macron, el presidente alquimista

Macron, líder de un partido nuevo y sin estructura, se convirtió ayer en el nuevo presidente de Francia

15 mayo de 2017

Emmanuel Macron regresó ayer a los salones del Palacio del Elíseo que recorrió como joven miembro del equipo presidencial para asumir la jefatura del Estado en un ritual que se repite desde que el general De Gaulle fundó la Quinta República en 1958. El nuevo presidente, miembro privilegiado del mismo sistema que prometió combatir, llegó al poder respaldado por un movimiento político novísimo y sin estructura partidaria, aferrado a un relato que exalta la novedad como valor y el centrismo como orientación política.

Con sólo 39 años, Macron parece haber vivido ya varias vidas. Hijo de una pareja de médicos, estudió en las más prestigiosas academias del país y en 2004 se graduó como inspector de Finanzas en la Escuela Nacional de Administración (ENA), el semillero de la clase política francesa. Antes había estudiado Ciencia Política en el Instituto de Estudios Políticos de París y Filosofía en la Universidad de París-Nanterre, donde llegó a convertirse a los 25 años en asistente del reconocido filósofo Paul Ricoeur.

Con el título de la ENA en la mano, Macron relegó sus pasiones más bohemias ?entre las que la literatura ocupa un lugar privilegiado? para comenzar a trabajar como banquero de inversión en Rothschild & Cie, en la que estuvo a cargo de un gran acuerdo entre las transnacionales Nestlé y Pfizer y comenzó a dar volumen a su fortuna personal.

Poco después saltó a la escena política. Primero como asesor económico del presidente socialista François Hollande y, desde 2014 como su ministro de Economía. Macron tenía la confianza de las empresas y durante sus dos años en la función pública se encargó de mantener el nexo del Presidente con las grandes corporaciones.

Como asesor presidencial y luego como ministro se convirtió en el principal impulsor en el gobierno de la agenda corporativa empresarial, incluyendo una reforma laboral que facilitaba los despidos y flexibilizaba los contratos y que sólo pudo ser aprobada por decreto luego de varias huelgas masivas durante 2015 y 2016. “Queremos preservar el modelo social francés. No haremos una política en detrimento de los asalariados, pero hay que reconocer la necesidad de tener un motor en la economía, y ese motor es la empresa” explicó entonces Macron en una entrevista, sintetizando las reformas impulsadas por Hollande.

En abril de 2016, poco antes de renunciar a su cargo como ministro, lanzó el movimiento En Marche! (¡En marcha!) con un acto público en Amiens, su ciudad natal, en el norte del país. De allí es también originaria su esposa, Brigitte Trogneux, quien tomó especial relevancia en la agenda pública por lo particular de su historia amorosa con el ahora Presidente: fue su profesora de Lengua en el secundario, cuando Macron tenía 15 años y ella 33.

En aquel acto iniciático de Amiens Macron aseguró que su intención era superar las diferencias tradicionales entre la izquierda y la derecha. Se presentó como liberal en lo social, partidario de la desregulación económica y la participación de la empresa privada en la economía y defensor a ultranza del actual modelo de Unión Europea. “Ni su trayectoria, ni sus propuestas, identificadas desenfadadamente con las cuestionadas élites europeas, evitaron que se posicionara a sí mismo como un candidato de fuera del sistema”, consideró el analista internacional Martin Schapiro, y agregó que la promesa encarnada por él “es de una tecnocracia en lugar de (una muy calificada) burocracia, reformas en lugar de inmovilismo y estancamiento, y juventud frente a un sistema notablemente envejecido”.

Macron, quien se convirtió ayer en el presidente más joven desde Napoleón Bonaparte, ganó las elecciones con un movimiento político que no cuenta con un aparato partidario consolidado ni representantes electos, lo que plantea una situación inédita en la historia reciente del país. Así, dependerá para gobernar del apoyo de diputados de otros grupos, al menos hasta las elecciones legislativas de junio.

Como primer viaje oficial partirá hoy a Berlín para reunirse con la canciller alemana Angela Merkel, tal como hizo su antecesor. Allí Macron ?europeísta convencido pero también beneficiario de las bondades de la globalización? buscará reforzar a la alianza franco-alemana, motor de la construcción europea.

Como señaló el corresponsal en Francia del diario El País, Marc Bassets, todavía en tiempos de campaña “Emmanuel Macron es el candidato alquimista, el de la fusión de los contrarios. La izquierda y la derecha. El sistema y el antisistema. La continuidad y la ruptura. El liberalismo y la protección”. Habrá que dejar correr sus días en el Palacio del Elíseo, al que ayer retornó con nuevos bríos, para ver si su balanza logra mantener el  peso en equilibro o si se tumba, finalmente, hacia alguno de los lados.

Seguí leyendo

Enterate primero

Economía + las noticias de Argentina y del mundo en tu correo

Indica tus temas de interés