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El periodista dialogó con un economista de la city porteña, que estaba más pesimista que de costumbre

10 mayo de 2017

El periodista (P) dialogó con un economista (E) de la city porteña

Periodista: ¿Sorprendido por la inflación de abril?

Economista: Digamos que sí. No es la primera vez que hablamos este año, y como usted sabe, coincido con la visión de los críticos a esta mezcla rara de orgía fiscal con metas de inflación medio en el aire.

P: ¿No hay forma de corregir la tendencia alcista de la inflación, y no sólo del nivel de los precios?

E: Con una tasa interbancaria y nada más, obvio que no.

P: ¿Y entonces?

E: La pelota está en la cancha del Ejecutivo. Digamos las cosas por su nombre: compraron el diagnóstico de la conducción del BCRA, con la que coinciden el Ministerio de Hacienda y el jefe de Gabinete y sus dos CEOs. Deben admitir que le han vendido al Presidente y a la sociedad un diagnóstico totalmente irreal. Un diario de Irigoyen.

P: ¿Por qué?

E: Por lo que venimos diciendo todos los economistas con un mínimo de formación y experiencia. Estabilizar expectativas con un instrumento aislado es imposible, además de ser una táctica no creíble. Y si fuera posible, es insuficiente. El ancla real es el dólar, pero con atraso cambiario, los precios no suben más porque no se crece. Cuando (Nicolás) Dujovne habla de crecimiento o bosques de brotes verdes, nos está tomando el pelo a todos.

P: ¿Y hay alguna salida?

E: La única: deshacer en serio la herencia del populismo K. Pero como se informó a la sociedad que la cosa no está tan grave se optó por más de un año de gradualismo sin plan. Ahora es tarde para intentar una reforma dura del Estado y sin alguien del exterior que financie indemnizaciones.

P: ¿No hay salida entonces?

E: Le repito: deshacer la herencia K. Es reducir fuerte el gasto corriente, reasignar gastos y hacer funcionar la maquinaria del Estado como una empresa eficiente. Se optó por seguir con el déficit fiscal para arriba, inflando el sector público con gasto en contratados y consultoras. Hay al menos tres ministerios que no soportan ni la más superficial auditoría, y todos se hacen los tontos.

P: ¿Pero no está recuperando iniciativa el Ejecutivo?

E: La pierde con la inflación recesiva. Compraron como gran acierto este combo de políticas improvisadas. Empieza a ser más que evidente que el supuesto “dream team” económico nunca lo fue.

P: ¿La obra pública no impulsa el empleo y el crecimiento?

E: Se viene reactivando, pero los avances son con una lentitud exasperante. Confiaron que los mercados internacionales por el simple cambio de caras les iban a regalar millones de dólares en el segundo semestre del año pasado. No sé quién les vendió ese buzón. Mire lo de la misión de Italia de esta semana: US$ 80 millones ofrecen para invertir en el país. Un quinto de lo que vale el pase de Lionel Messi. Estamos todavía lejos de atraer capitales en serio.

P: No vislumbra crecimiento rápido, entonces.

E: Se eligió una secuencia extraña. No hacer nada en materia fiscal, gradualismo monetario con metas que a cuatro meses de vida están agonizando, y abrir importaciones con atraso cambiario. La reforma tributaria y la baja del gasto público la dejarían para el año que viene. Mientras tanto, a acelerar el endeudamiento externo del Estado y absorber los pesos emitidos para comprar esos dólares con el festival de las Lebac. Es todo incoherente con el crecimiento: es imposible así bajar el costo del crédito a, digamos, menos de 25% anual en pesos. Además, se optó por abrir algo las importaciones, con atraso cambiario y sin bajar impuestos. Es imposible volver a crecer así. Menos para la industria manufacturera.

P: ¿No será factible revertir la estanflación entonces?

E: La batalla contra la inflación está casi perdida, salvo que el Gobierno quiera suicidarse con un salto fuerte de tasas de interés y una recesión de novela. Crecer sin bajar impuestos y sin un tipo de cambio real más alto es imposible. Subir tarifas es indispensable para recapitalizar a prestadoras de servicios y contener el rojo fiscal, pero se va de madre la inflación. Mientras tanto, sigue la farra fiscal, y la timba con Lebac y otros papeles.

P: Vuelvo a mi pregunta anterior, ¿no hay salida?

E: Sí, hay salida. Es con un diagnóstico diferente, y con otras políticas. Hoy tenemos un gradualismo sin plan que no puede hacer arrancar la inversión. Además, medio país o más leyó el domingo al número 2 de Hacienda en un importante diario afirmando que la presión tributaria está OK. Si ese es el cerebro de las políticas para los próximos 2-3 años, tendremos un serio problema.

P: ¿El problema es de personas?

E: A ver, quieren diferenciarse de la Morenomics, y por eso creen que se puede frenar la inflación de manera gradual, sin acuerdos sociales, ni alguna pausa para ajustes por suba de costos. La inflación inercial y por empuje de costos para esta gente son entelequias inexistentes. Creen que están en Hong Kong. No sólo están perdiendo la batalla contra la inflación, sino que el crecimiento brilla por su ausencia. Sin crecimiento, el rojo fiscal no va a ceder, y la esperanza de un triunfo electoral este año se va a empezar a desdibujar. Desconocer esto y manejarse sin autocrítica no es “cambio”. Es necedad, para decirlo de manera suave.

P: ¿Cuál sería el peor escenario posible?

E: Uno en el que Cambiemos pierda, y feo, las PASO y las elecciones de octubre, con inflación superior a 3% mensual y acelerándose, más un switch de expectativas. Imagine que rápidamente el mercado financiero opte por empezar a rechazar las Lebac y títulos del Tesoro y pasarse al dólar. La caída en la demanda de papeles del Gobierno nos pondría nuevamente contra las cuerdas.

P: ¿De qué manera?

E: Si cae la demanda de dinero, la inflación puede acelerarse a niveles no controlables, al menos con las actuales políticas. Si cae la de bonos, y con suba de la prima de riesgo país, podría leerse como indicador de problemas fiscales en agravamiento. Si cae la de las Lebac, el cuasifiscal puede también ser factor desestabilizante. En ese caso, o se pagan con emisión, a riesgo de una disparada inflacionaria, o habría que pensar en otra vez un Plan Bonex.

P: Suena fantasioso?

E: No tanto. Yo, en los pantalones de (Mauricio) Macri no me confiaría. Por el camino de los últimos 10-12 meses, el crecimiento y la estabilidad seguirán muy lejos, y el escenario electoral se le va a complicar, y de verdad, al oficialismo. Si piensa que con las políticas en curso se pueden ganar las elecciones y volver a crecer con inflación en baja, me parece que estaría comprando un diagnóstico totalmente equivocado.

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