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¿Crème brûlée o queso y dulce?

A pesar de que viajamos cuanto podemos, seguimos practicando nuestro deporte favorito: discutir sobre nosotros mismos como si viviéramos en una aldea

10 mayo de 2017

Por Diego Falcone Head Portfolio Manager de Cohen

Cuál es el plato preferido de la City porteña? Nadie lo sabe bien porque al igual que con las inversiones propias, uno guarda como un secreto el lugar y el plato que elige para comer. Supongo que será para poder impresionar a alguien importante el día de mañana. Pero sí se comparte como una tradición la elección del postre: en Londres por ejemplo, todos piden una crème brûlée. Esa es la historia que me contó un amigo mientras pedía una ante mi admiración por lo bien que pronunciaba en francés lo que en Madrid se conoce como natilla. Buscando una versión porteña, hace poco di con el postre de la City: el queso y dulce. Empecé a pedirlo en cada restaurante del centro y descubrí que unos mezclan los dulces (batata y membrillo) con total impunidad mientras que otros innovan decorando el plato con nueces. Esta última variante me interesó porque le da a un toque de sofisticación.

Este descubrimiento es para mí la mejor forma de comprender que es necesario siempre adaptar las cuestiones globales a nuestra idiosincrasia. Porque es curiosa nuestra historia. A pesar de que viajamos cuanto podemos (y más en la última semana) seguimos practicando nuestro deporte favorito: discutir sobre nosotros mismos como si viviéramos en una aldea.

Todo lo que entra, sale

El 80% del tiempo de una reunión con inversores se habla del precio del dólar, de la tasa de las Lebac y de la política local. Por ahora, mientras ingresen los flujos financieros de afuera, tiene sentido. Pero hay que recordar que todo lo que entra, irremediablemente sale y, en general, en el momento más inoportuno.

Para de la macro global, que va desde las perspectivas de la política monetaria en EE.UU. pasando por el crecimiento de Brasil hasta la situación de los bancos en China, se habla pero bastante por encima porque lo local se lleva todo.

Es amarillo pero no brilla

¿Qué pasa en China? La debilidad en el precio de los metales (cobre y hierro) desde febrero, sumado al aumento en la tasa de interés interbancaria y la caída (en términos reales) de nuevos préstamos al sector privado, es preocupante.

Al mercado no se le pasa este combo y ha empezado a descontar (y de ahí la debilidad de las acciones mineras en Brasil) que la contracción monetaria gestada por el Banco Central de China para controlar la inflación (y la fuga de capitales) se traducirá, tarde o temprano, en un menor crecimiento. Pero es un año cargado desde lo político (19º Congreso del Partido Comunista), y vemos improbable que las autoridades se crucen de brazos mientras el sector privado recorta sus inversiones para sanear la caja ante la falta de crédito. China nos tiene acostumbrado a realizar cada 4-5 meses cambios de 180º en su política monetaria; podemos contar dos ciclos contractivos y otros dos expansivos en los últimos 18-24 meses.

Primero, lo primero

¿Qué hacer? Primero, es necesario confirmar el escenario de desaceleración que podría darse a partir de junio, aprovechar alguna corrección y, luego, con las aguas aún turbulentas, hacer algunas apuestas en activos de Argentina y Brasil. ¿Por qué? Visto desde la óptica de un portafolio global, ambas economías son muy sensibles a los cambios en la percepción del riesgo cada vez que China tiene algún problema.

Nosotros tenemos a favor que crecemos y que políticamente estamos encaminados, ellos tienen a favor haber tenido a Lula da Silva (a pesar delPetrolao) y no a Néstor Kirchner y CFK, además de una inflación sensiblemente menor. En conclusión, para los cinco minutos que nos podrían dedicar en un comité de inversión global en Nueva York o Londres, nuestras historias se parecen más de lo que pensamos. Porque para los de afuera, Chile y México son los que entran en otra categoría aunque les resulten más aburridos y tengan rendimientos esperados bastantes amarretes. Al final, el clásico sudamericano seguirá siendo

Argentina-Brasil a pesar de que el Pipita Higuaín estuvo cerca de mandarnos al descenso y coronar a Chile como potencia futbolera.

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