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Brasil complica la estrategia de exportar para crecer

Si la crisis en Brasil se agrava aún más, nuestras exportaciones difícilmente encuentren un nuevo destino en el corto plazo para reemplazarlo

24 mayo de 2017

 Por Guido Lorenzo Economista de ACM

La recesión de nuestro principal socio (Brasil) se hará sentir principalmente en la industria nacional en sectores de vehículos terminados y plásticos. La incapacidad de nuestro vecino de encarar un proceso de crecimiento preocupa porque el canal comercial es directo: por cada punto que cae la economía brasileña, nuestras exportaciones caen alrededor de 2,4% hacia dicho destino, y es el principal cliente con más del 20% de participación de la demanda de nuestros bienes.

Las exportaciones juegan un doble rol para nuestro país. Por un lado, son una fuente de demanda agregada, la cual estuvo débil en el primer cuatrimestre con el consumo privado que empieza a recuperar a partir de mayo de los golpes sufridos por los aumentos de tarifas y a la espera de la consolidación de las paritarias mientras que la inversión no parece repuntar a la luz de un preocupante bajo uso de la capacidad instalada en la industria. Y, por otro lado, las exportaciones son una fuente de generación de divisas.

Entre 2015 y 2016 se experimentaron caídas en el ritmo del comercio mundial, situación que podría revertirse pero que depende de la aceleración del crecimiento mundial que, si bien fue corregido al alza por el FMI, aún se encuentra por debajo del 4%. Este fenómeno de desaceleración del comercio internacional (trade slowdown) encuentra, entre sus principales causantes, el proteccionismo posterior a la crisis 2008, la desaceleración en la reducción de los costos de transporte, la desaceleración de la economía de China y el surgimiento de un mundo con gobiernos cada vez más escépticos a las ventajas del libre comercio.

En nuestro país, este fenómeno internacional se ve reflejado como un shock exógeno negativo que deprime los precios de exportación vía una caída en la demanda de transables. Los precios de nuestras exportaciones cayeron 21%, explicado principalmente por la caída de los precios de productos primarios. Así, pasamos de exportar bienes por $83.000 millones en 2011 a $57.000 millones en 2016 (12,3% explicado por menor volumen exportado).

En suma, la caída en los precios internacionales a causa de un crecimiento mundial que toma poca fuerza y con nuestro principal socio en problemas, no hace más que intensificar el desafío que enfrenta Argentina de cara a su sostenibilidad de mediano plazo: incrementar los volúmenes de sus exportaciones. La decisión de moverse de manera gradualista en la reducción del déficit fiscal  parece ser una jugada acertada en la administración del frente social y político. Sin embargo, no es una estrategia exenta de costos económicos. Hablamos de la necesidad de generar divisas para la financiación transitoria de la política fiscal gradualista en un mundo que parecería tender a incrementar las tasas de interés.

Las alternativas para cualquier país, si de hacerse de divisas extranjeras hablamos, son por medio de ventas al resto del mundo: se pueden vender tanto bienes y servicios (exportar) como papeles (emisión de deuda). Si este último camino empieza a encarecerse,  crecerá la necesidad de incrementar las exportaciones.

Un resultado, es que si quisiéramos sostener un crecimiento de 3,5%, dada nuestra elasticidad de importación producto de largo plazo en torno al 2,1, las exportaciones deberían crecer a poco más del 6% para sostener una posición externa saludable.

Ayer se conocieron los datos del intercambio comercial de bienes del mes de abril y, en consecuencia, del primer cuatrimestre del año. Las exportaciones crecen apenas 1,8% acumulado contra el mismo período del año anterior y preocupa la caída en el volumen exportado en 3,9% respecto al año anterior, compensada gracias al aumento de precios de exportación de 5,9%.

De esta manera, con importaciones avanzando a niveles superiores (+9,1%) respecto al año anterior y la dinámica de exportaciones descripta en el párrafo anterior, el país empieza a registrar un rojo en el comercio de $1.217 millones revirtiendo el superávit de $2.124 millones registrado en todo 2016. Los cuatro meses del año fueron en forma consecutiva deficitarios y el país se encamina a enfrentar un déficit comercial que podría llegar a los $ 2.000 millones.

Si el conflicto en Brasil se extiende, su economía se podría estancar y, en el mejor de los casos, crecer poco. Si, por el contrario, se blanquean las dificultades de Brasil y no encara las reformas para lograr corregir los desequilibrios acumulados se presenta una situación desfavorable para nuestras exportaciones que difícilmente encuentren un nuevo destino en el corto plazo.

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