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Balance de su paso por la Cancillería

Luces y sombras de la gestión Malcorra en su año y medio en Cancillería

30 mayo de 2017

El presidente Mauricio Macri no conocía personalmente a la canciller Susana Malcorra cuando decidió designarla como su canciller. Es un dato que se sabía en el mundillo político, pero que el propio Macri eligió mencionar ayer para subrayar las razones por las que lo había hecho. Su desempeño como jefa de gabinete de Ban Ki-Moon en las Naciones Unidas, un espacio de poder apetecible para el nuevo rumbo que Cambiemos pretendía ofrecer en términos de política exterior, resultaba determinante. Y se acoplaba así a la simpatía que Malcorra, entonces una gran desconocida para la ciudadanía, había expresado en su círculo de afinidades en el tramo final de la campaña.

No obstante, esa adhesión primigenia de Malcorra venía atada a una inquietud personal más ligada a su carrera diplomática. No lo ocultó al llegar al Ministerio de Relaciones Exteriores y lo fijó como estrategia de su acción política desde el vamos, superpuesta a su actividad como representante del país en el mundo, en algunos casos; y, en otros, en tensión o en abierta incompatibilidad. Sumar votos para la elección de secretaria general de la ONU se volvió parte de su tarea durante varios meses del año pasado, hecho que cosechó objeciones de opositores locales y de algunos aliados. Además de ser acusada de utilizar recursos públicos en esa campaña. Las negociaciones que estableció con Gran Bretaña por Malvinas, tan criticadas en su momento, quedaron impregnadas de esa sombra. Igual que otros gestos de su labor.

El decidido apoyo a la candidatura de Hillary Clinton por sobre el vencedor Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos o la pertinencia de jugar sus fichas en el rápido reconocimiento de Michel Temer, luego del juicio político que despojó a Dilma Rousseff en Brasil, también reportan parcialmente a su responsabilidad. Al mismo tiempo que se coloca en su haber la buena relación que, en poco tiempo, el Gobierno pudo establecer con buena parte de los principales líderes mundiales, visitas incluidas, muy a tono con aquel giro prometido.

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