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Argentina y la trampa del ingreso medio (Parte II)

Es posible que debamos pensar creativamente en estrategias completamente novedosas para poder escapar de la famosa trampa

23 mayo de 2017

Por Pablo Mira Economista

En la Parte I de esta serie explicamos que la “trampa de ingresos medios” es un fenómeno que afecta a las economías que alguna vez exhibieron un rápido crecimiento, pero que se estancan y no logran alcanzar el desarrollo de los países de altos ingresos. Varias economías latinoamericanas, y en particular la argentina, parecen pertenecer a esta categoría. Por el contrario, varias economías de Asia oriental han logrado el éxito de continuar creciendo y lograr un ingreso medio per cápita comparable al de los países más ricos del mundo.

Una forma de ver el problema empíricamente es comparando el derrotero de crecimiento de los países que lograron alcanzar alguna vez un ingreso “intermedio” de US$ 3.000 per capita. México y Perú lograron este nivel hace casi 50 años, pero hoy todavía su ingreso por persona (en valores constantes) es de US$ 12.500 y US$ 7.000, respectivamente. En cambio, Corea del Sur y Taiwán lograron en 40 años valores de aproximadamente US$25.000 y US$30.000, respectivamente, mucho más cercanos a los de los países más ricos, que es aproximadamente 50% superior a esas cifras. Pensar que esto se debe a la “cultura oriental” es apresurado: Tailandia, Indonesia y Vietnam, por ejemplo, todavía no despegan y su performance por ahora es más parecida a la de América Latina que a la de los países que los circundan. Malasia, pese a contar con mucha prensa, tampoco es un caso extraordinario: en 35 años pasó de US$ 3.000 a US$ 10.000 per cápita.

La literatura moderna para determinar las razones de la trampa de ingresos medios suele considerar las siguientes variables: (i) instituciones; (ii) demografía; (iii) infraestructura; (iv) entorno y políticas macroeconómicas; (v) estructura económica; y (vi) estructura del comercio. Presuntamente, las instituciones que deberían estimular el desarrollo son las que se corresponden con la visión “neoliberal”: defensa de los derechos de propiedad, apertura económica y financiera y gobierno pequeño son algunas de las variables utilizadas. La demografía incluye la relación entre los que trabajan y los que no lo hacen, la tasa de fertilidad y el ratio de sexo. La infraestructura se explica por sí misma. El entorno macro incluye los flujos de capital, el grado de apertura comercial, la inflación, la deuda pública, las regularidad de las crisis, la sensibilidad a shocks, etcétera. La estructura económica refiere a la participación de la industria y los servicios en el valor agregado, y la estructura comercial involucra la distancia con socios de importancia, el grado de integración regional y la diversificación de exportaciones.

Una estimación reciente del FMI encuentra que un gobierno grande y con regulaciones puede obstaculizar el despegue, conclusión que favorece las ideas del liberalismo tradicional. Pero al mismo tiempo, el trabajo halla que tanto las variables de infraestructura como la diversificación de la estructura económica y de las exportaciones resultan ser cruciales para el desarrollo definitivo, lo que presuntamente no puede resolverse sin una activa participación estatal.

En suma, es posible que una buena razón para el catching up no sea el mero licenciamiento de la participación estatal en la economía, sino una inserción inteligente del gobierno que favorezca la complementariedad públicoprivada. Esta conclusión es congruente con las experiencias observadas en el este asiático. Tanto en Japón como en Corea del Sur, las decisiones públicas fueron centrales para transformar la estructura económica.

Pero aun cuando la solución al problema del desarrollo pueda estar a la vista, hay dos aspectos que no son fáciles de resolver. Uno es que, aun sabiendo hacia dónde ir, las etapas concretas no son de implementación sencilla. Muchos consideran que la experiencia de Corea fue particularmente traumática para los estándares actuales, debido a que en el inicio la industrialización se sostuvo con salarios magros, decisiones gubernamentales autocráticas y severas restricciones a la importación. El segundo problema es que las oportunidades que se enfrentan en el mundo de hoy no son las mismas que cuando estos países despegaron. Corea y Japón aprovecharon nichos de producción con impacto agregado que ya no están disponibles. Así como en los '80 ya era tarde para crecer “sustituyendo importaciones”, en estos tiempos ya no parece tan simple lograr el desarrollo copiando tecnologías o aplicando ingeniería reversa. No es claro cuáles son los mecanismos por venir del desarrollo, pero lo que es seguro es que son distintos. Es posible, por tanto, que debamos pensar creativamente en estrategias completamente novedosas.

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