Por Julián de Diego Director del estudio de Diego & Asociados
Los acuerdos salariales que se están firmando en el Ministerio de Trabajo contienen un mínimo de tres componentes: 1) el aumento salarial anual de las categorías convencionales; 2) la incorporación de algún adicional por productividad o el ajuste de adicionales fijos de los convenios históricos y 3) la cláusula gatillo que compara el aumento de los básicos solamente con el IPC del INDEC. Por lo tanto, los sindicatos están logrando no sólo un aumento que les garantiza cubrir la inflación prevista para el año 2017, sino que además están logrando aumentos adicionales que en muchos casos ya se venían ajustando en años anteriores y, en otros, como el de UPCN, configuran un premio al presentismo, que en promedio representa una mejora en ese caso, estimada entre el 2% y 3%.
Es muy difícil sostener con claridad cuál es la incidencia final de estos adicionales, pero de lo que no hay ninguna duda es de que los sindicatos han logrado una ventaja invaluable en la recuperación del salario ya que se garantizaron la corrección de los básicos de convenio por inflación y a eso agregaron los adicionales de suma fija y de productividad o presentismo. Las dos iniciativas, es decir la cláusula gatillo y los adicionales por productividad, tuvieron como origen casos concretos provenientes de las negociaciones salariales del Gobierno Nacional y del gobierno de la provincia de Buenos Aires.
Por último es importante destacar que las cláusulas que se están pactando, que tienen que ver con la garantía de la inflación, son automáticas y por ende cada vez que se verifique la condición por la cual se activa el aumento, el mismo se liquida en forma directa en los recibos de sueldo, sin que exista un nuevo proceso de negociación.
Sólo queda la duda de si este escenario, tal cual se presenta hoy, es el más adecuado para el marco contextual que ofrece el plan económico y principalmente el objetivo central del Gobierno Nacional de derrotar la inflación.
