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Unir a los argentinos es conectar ideas

Columna de opinión del diputado nacional José Luis Patiño

21 abril de 2017

Por José Luis Patiño (*)

Los argentinos nos fuimos desacostumbrando a convivir con el que piensa distinto. Vivimos unos años en que, de manera simbólica y a través del lenguaje, muchos fuimos desconsiderados por disentir. Se ignoraba a los gobiernos locales de otro signo político, no éramos considerados "argentinos" los que no nos identificábamos como "soldados del pingüino", y la Patria era "el otro" sólo si ese otro compartía el "proyecto".

Estábamos desacostumbrados a los debates parlamentarios y a consultoras publicando índices de inflación o pobreza. Estábamos desacostumbrados a tener muchos canales en la grilla donde los periodistas puedan ejercer su mirada crítica.

Hoy vivimos un tiempo donde el descubrimiento de que hay otros que también son argentinos, aunque piensen distinto, es visualizado como una "grieta", aludiendo a una división que de ninguna manera debe llamarnos a la desesperanza de creer que es insalvable.

Una sociedad siempre es producto de la acción humana concertada, y esa cooperación es posible mediante el lenguaje como instrumento coordinador de nuestras acciones. Me refiero al lenguaje en sus dos dimensiones: hablar y escuchar, es decir, a la conversación. Toda relación social, sea con nuestra familia, con nuestros amigos, equipos de trabajo, autoridades, clientes o proveedores, está determinada por el tipo de conversación que entablamos.

La conversación está presente en todo momento y en muchas ocasiones surge de manera mecánica e inconsciente. Conversar conscientemente es, entonces, el primer paso para tender puentes sobre la grieta, que no necesariamente debe ser cerrada, sino transformada. Lo que hoy debe preocuparnos no es la división, sino la falta de conexión para poder cooperar y concertar las acciones que construyen la sociedad.

Las conversaciones mecánicas suelen desarrollarse, por un lado, entre los que están de un mismo lado de la grieta. Son charlas que toman sentido al compartir visiones de la realidad con personas con las que se tiene la seguridad de coincidir. Esto implica el manejo de información común, sobre la cual se generan coincidencias que vinculan emocionalmente a los participantes, ya sea compartiendo éxitos y alegrías, pero también broncas y frustraciones. En las conversaciones cotidianas sobre temas políticos, esto es lo que sucede cuando se reúnen a charlar personas que comparten el mismo juicio sobre la realidad, o cuando se reúnen militantes de un mismo partido, o en la conversación mediatizada que se genera entre un periodista y su audiencia.

En este escenario de grieta social también se desarrollan conversaciones mecánicas cuando el único objetivo es vencer a un circunstancial oponente. En este caso se plantean utopías o subjetividades que no pueden ser contrastadas, en principio, porque las partes manejan información diferente que dan como válida, cierta y absoluta.

Este es el tipo de conversación que destruye los puentes. Es la pelea que se presenta falsamente como debate. Es la conversación que sólo quiere imponer algo y que en ocasiones adopta un lenguaje simbólico, o en otras se canaliza en acciones como la obstrucción de la vía pública, por ejemplo.

Conversar argumentando, en cambio, es confrontar conscientemente puntos de vista sobre la base de fundamentos. Y sólo argumenta con fundamento aquel que conoce y quiere compartir su conocimiento. El que argumenta de verdad nunca impone. Comparte.

Este es el único tipo de conversación que puede convertirse en debate, y se logra cuando el objetivo de los participantes es lograr un punto de vista enriquecido por el conocimiento de cada uno de ellos. En un verdadero debate ninguno de los participantes pierde. Todos se enriquecen con una visión superadora.

Aquí es cuando la conversación adquiere un sentido práctico y constructivo, porque tiene por objetivo generar un valor agregado, ya sea por la riqueza de las argumentaciones o por el nuevo conocimiento surgido del debate. Es la conversación creadora.

Unir a los argentinos no es unificar ideas. Es conversar y conectarlas. Es tender puentes, sabiendo que las diferentes ideas siempre pueden enriquecer cuando están despojadas de prejuicios.

(*) Diputado nacional (CABA)-Bloque Unión PRO. Diseñador y especialista en comunicación política

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