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Se levantó el tabú con el dólar y las reservas y se acabaron los puristas

La versión más fuerte del cambio de postura del BCRA es que recibió presiones del Tesoro (con la venia de Macri)

21 abril de 2017

Todo tiene un final, suelen decir. Para Federico Sturzenegger, el ninguneo hacia el dólar y el nivel de reservas, dos items que eran tabú en el BCRA, terminó. Sin decirlo, y obviamente nunca lo hará, el titular de la entidad se metió de lleno en la discusión sobre el atraso cambiario y tomó cartas en el asunto. Las versiones son varias: una, quizás la más creíble, menciona que el BCRA recibió presiones del Tesoro (con la venia de Mauricio Macri en este caso) para ponerle un piso al dólar, algo resistido en Reconquista 266. Se dice que Sturzenegger logró suavizar el pedido oficial ya que la idea original era comprar todos los dólares que ingresaran por deuda tanto soberana como de las provincias en forma casi inmediata. Finalmente lo hará, pero en forma gradual para no generar la sensación de que el dólar está siendo sostenido artificialmente por el BCRA, algo que abiertamente contradice lo que pregonaban. De todas formas, en el mercado ya no se habla de libre flotación, como antes, sino de “libre flotación administrada”.

A los números?

Lo cierto es que el Central buscará comprar US$ 25.000 millones para llevar el ratio reservas/PIB al 15%. Lo hará en el transcurso de doce meses ya que el grueso de las emisiones del Gobierno y las provincias ya se dieron este año. Además, porque la compra de dólares desencadena la emisión lisa y llana de pesos. ¿Cuánto? Para hacerse del monto deseado, deberían emitir alrededor de $ 390.000 millones. Eso significa, como dato, la mitad de la base monetaria actual. Imposible de resistir tantos pesos en la economía cuando lo que se quiere hacer es bajar la inflación. Si bien Sturzengger habló de que tendrá que esterilizar esas compras, lo cierto es que la medida trasluce un aumento monumental de la deuda del BCRA. El stock actual de Lebac y pases asciende a la friolera de $ 900.000 millones. Tarea nada sencilla para equilibrar todo.

Pero queda claro, con el anuncio realizado el martes, que se acabaron los puristas en el BCRA. Sturzenegger pasó de decir que no le importaba el valor del dólar, alegando que era un precio más de la economía, y de resaltar que no tenían objetivo de reservas (dos grandes diferencias teóricas con el kirchnerismo), a cambiar pragmáticamente 180 grados. Camufló con un speech poco convincente el tema de acumular reservas al decir que es un requisito para que al país le den el investment grade. Curioso ya que Argentina está a seis escalones de eso. Por ende, más allá de que Sturzenegger incremente las reservas, y el ratio reservas/PIB sea similar al de otros países grado de inversión, sin todo el resto, la nota del país estará muy lejos de ese deseo (bastante difícil de alcanzar). Lo cierto es que el BCRA dejó en el camino el dogma del dólar y las reservas, y terminó abrazando una doctrina más pragmática donde importan ambos.

¿Qué pasará con el dólar? Poco. En las mesas de dinero esperan que la movida del Central actúe finalmente con una advertencia al mercado. Ahora habrá un piso al billete verde desde niveles muy bajos. Pero la tendencia del dólar barato no cambió. La razón es simple: las tasas de pesos en 24% anual siguen siendo más rentables que el pronóstico de suba del dólar. Surgió un debate con respecto a la tan mentada bicicleta financiera, o sea entrar dólares apostando a pesos para luego obtener ganancias en dólares elevados por el tipo de cambio regalado. La bicicleta se quedó pedalenado sola en los últimos días cuando el dólar subió y borró la ganancia en pesos que se obtiene mensualmente. Hay que recordar que la tasa del 24% implica una ganancia del 2% en pesos por mes. Si el tipo de cambio sube más que eso, claramente se pierde dinero.

¿Adiós carry?

Claro que la cuenta la hacen en el Central con lo que pasó en los últimos días. Quienes hacen el famoso carry trade vienen haciéndose millonarios con la actual política de no intervención de Reconquista 266. Todo eso podría cambiar, o no tanto. “La tasa en pesos es muy atractiva para ganarle al dólar. No creo que se mueva mucho porque debería comprar mucho el BCRA para hacer ruido dada la súper oferta de divisas”, explican en un banco de primera línea. Y van más allá: la compra de dólares de ahorristas en los bancos, que llegó a US$ 2.593 millones sólo en marzo y suma US$ 11.500 millones en cuatro meses (o sea desde diciembre del año pasado), no perturbó al tipo de cambio. “Teniendo en cuenta que el Central viene comprando US$ 1.430 millones por mes, debería subir esa intervención a casi el doble para que genere un cambio de tendencia del dólar en el mercado cambiario dada la oferta y la demanda existente”, calcula un banco de inversión del exterior. Por lo pronto, parecería que el dólar mayorista encontró su resistencia en $15,40, tal como cerró el jueves.

Los próximos pasos en el BCRA tienen un sólo objetivo: bajar la inflación para el segundo semestre. Intimamente, los funcionarios de la entidad creen que es posible. Admiten el desafío, algo no menor, pero se entusiasman con lo que pasó en el segundo semestre del año pasado cuando el aumento de precios fue menor al 1,5%. Pero en este caso, para que lleguen al deseado 17%, la inflación a partir de mayo debería tender al 1% o menos. Algo muy difícil. Abril se calcula con una inflación de al menos el 2%. Critican en el Central la poca coordinación con Energía en cuanto al aumento de las tarifas. Ahora rezan para que después de octubre no haya un impacto inesperado por tarifas atrasadas.

Sea como sea, lo cierto es que excepto el BCRA, nadie cree que se cumplan las metas. El Fondo Monetario Internacional (FMI), que recibirá a Sturzengger en su reunión de primavera, calcula un aumento de precios de 21,6%. El JPMorgan, el banco de inversión más alineado con el macrismo (recordar el fuerte lobby que hizo durante el blanqueo y su cercanía a gran parte del equipo económico) pronosticó recientemente un IPC de 20,75% (lo redujo desde 21%). El Central tendrá ahora que volver creyentes a los agnósticos. Tarea para nada fácil.

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