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Robots, impuestos y sindicatos, obstáculos para generar empleo

“A treinta y dos meses del final del mandato macrista, dudamos que la evolución del empleo privado en blanco sea un activo distintivo de su gestión”, dice un informe.

24 abril de 2017

“En nuestro tiempo, gobernar es crear trabajo”, decía Juan Domingo Perón hace varias décadas. Esa frase, como tantas otras, aún sigue siendo válida, quizás, incluso, más que antes. “El empleo es el bien de consumo más importante del futuro”, dice un reconocido empresario textil ante El Economista. El empleo es el nexo pivotal de las personas con la economía y por eso el temor a perderlo siempre sube, y fuerte, en las épocas de vacas flacas. En un país con más de 30% de pobres, una cifra escalofriante, además es el principal canal para empezar a revertir esa situación. Si queremos “Pobreza Cero” y una sociedad más justa, será necesario generar empleo privado formal, y mucho, pero no será fácil.

Por ese entonces, Perón se asombraba porque había 800.000 desempleados. Hoy, según el Indec, el desempleo es de 6,4%. Si bien la cifra es baja, ciertamente se agranda cuando entran en el cómputo los subocupados (demandantes y no demandantes), los informales, los desanimados y todos aquellos que, aun integrando la Población Económicamente Activa (PEA), es decir, que están en condiciones de trabajar, no tienen trabajo y tampoco buscan. Si consideramos que el flagelo es mayor entre los jóvenes, el futuro del país, la imagen es podría caracterizarse como dramática.

Comienzo y transcurso

El comienzo de la era Cambiemos no fue auspicioso y, en términos netos, recién en marzo pasado, según el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, se recuperaron los puestos perdidos en el movido primer semestre de 2016. El empleo está creciendo, ciertamente, pero muy poco. Menos, sin dudas, que lo necesario para revertir el cuadro de situación antes descripto.

Robots, impuestos y sindicatos

Mirando hacia adelante, según Federico Muñoz, las tendencias no invitan a ser muy optimistas. “A fines de 2019, cuando evaluemos la Presidencia de Macri, uno de los argumentos principales a considerar será el crecimiento del empleo privado formal en el período. Varios factores invitan a pensar que la gestión Cambiemos difícilmente pueda mostrar resultados impactantes en este frente”, dice Muñoz en un informe difundido entre clientes durante el fin de semana.

“En primer lugar, porque en todo el mundo se discuten los crecientes desafíos que entraña la creación de empleo genuino. Desde la Revolución Industrial, siempre han existido oleadas de pesimismo respecto a la posibilidad de que las máquinas terminaran quitando trabajo a los hombres. Ese pesimismo, en general, se ha visto refutado: los trabajadores desplazados por tecnología ahorradora de mano de obra se las arreglaron para reconvertirse, encontrar nuevas ocupaciones y desmentir los pronósticos apocalípticos del fin del trabajo. Sin embargo, hay indicios de que esta vez el desplazamiento de la mano de obra es bastante más intenso: la robotización y la inteligencia artificial están apartando trabajadores ya no sólo de la industria, sino también de servicios que ?hasta aquí? eran los principales generadores de empleo. Y este no es un fenómeno remoto y ajeno”, dice Muñoz.

Además, hay cuestiones propias que invitan a trazar panoramas poco optimistas. “A esta tendencia global hay que sumar los problemas específicos de nuestro país que potencian las dificultades para la creación de empleo. Por caso, un reporte reciente de la OCDE sobre la carga impositiva al factor trabajo en América Latina muestra que Argentina lidera el ranking regional de costo laboral extra-salarial. Nuestra brecha impositiva de 35% entre el salario de bolsillo promedio y el costo que paga el empleador prácticamente equipara al promedio de los países de la OCDE. El alto costo laboral extra-salarial naturalmente conspira contra un mayor dinamismo del mercado de trabajo formal”, agrega Muñoz.

Las dificultades para contratar mano de obra formal en el país no se limitan a la excesiva carga impositiva. “También hay que tener en cuenta el rol de un sindicalismo que rara vez se comporta de manera constructiva y el de una Justicia laboral que ha fogoneado la industria del juicio y disparado las contingencias”, amplía Muñoz. “Teniendo en cuenta costos actuales y potenciales, se concluye que dar trabajo en Argentina de hoy es una decisión de enorme riesgo, solo reservada a empresarios audaces”, dice, con crudeza, Muñoz.

El Gobierno planea la remoción de varios de los desincentivos a la creación de empleo: en 2018 promovería una reforma tributaria para bajar los impuestos al trabajo y también negocia con varios sindicatos para que la defensa de los intereses de los trabajadores no conspire contra la competitividad sectorial. Sin embargo, analiza Muñoz, “es improbable que estas medidas fructifiquen lo suficientemente rápido como para gatillar una explosión de la nómina de trabajadores registrados” y concluye que “a treinta y dos meses del final del mandato macrista, dudamos que la evolución del empleo privado en blanco vaya a ser un activo distintivo de su gestión”.

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