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Las cinco críticas que hacen los “defensores de la inflación”

La mayoría de los economistas criticó la decisión del BCRA, que cargó contra “los defensores de la inflación”. ¿Qué dicen unos y otros?

17 abril de 2017

La decisión que tomó el martes pasado el BCRA fue, pocas dudas caben, la más polémica desde que Federico Sturzenegger tomó las riendas de la autoridad monetaria en diciembre de 2015. Han pasado días desde la suba de tasas y el tema sigue firme entre los tópicos más debatidos.

Si bien la decisión del BCRA, coherente y en línea con lo que la entidad siempre pregonó (tener una tasa real positiva 4 o 5 puntos superior a la inflación), tuvo algunos espaldarazos y varios economistas (en su mayoría, ortodoxos) sintieron tocar el cielo con las manos, la movida recibió más críticas que apoyos. Muy incómodo, el presidente del BCRA cargó por Twitter contra los “defensores de la inflación”, una chicana que varios consideraron impropia para un banquero central que quiere, y debe, construir reputación y credibilidad. El Economista resumió las cinco grandes críticas que despertó la reciente decisión de Reconquista 266.

La meta es muy exigente. Sin duda, es la crítica más escuchada, y viene desde lejos. “Ese es el pecado original”, dice Rodrigo Alvarez desde Analytica Consultora. Tras una inflación de más de 40% en 2016, bajar más de 20 puntos la inflación era algo muy exigente para lograr. “La hubieran puesto en 20-25%, y eso ya hubiera sido un éxito”, dice un colega suyo off the record. Ciertamente, cuando el BCRA puso su meta a finales de 2016 casi ningún consultor esperaba una baja tan drástica. “Quisieron sobreactuar y les salió mal”, interpreta, y se anticipa, el mismo economista. Los perjuicios de una meta demasiado exigentes son obvios. El primero es que es difícil y, por ende, expone a la entidad a un costo reputacional, un atributo clave para que funcione cualquier régimen de metas, y más aún si está dando sus primeros pasos. El segundo perjuicio es que, por esa misma complejidad, requerirá una dureza monetaria mayúscula en un contexto poco oportuno: la economía recién está gateando tras una recesión.

 No hay coordinación interna. La falta de comunicación puertas adentro también es un tema señalado por varios. “¿Cómo van a poner una meta de 12- 17% si había que seguir subiendo tarifas y la famosa desinflación del segundo semestre de 2016 tuvo que ver con que planchaste el dólar y casi no tocaste las tarifas?”, señalaba un analista off the record. Ciertamente, en el BCRA no contemplaron, por ejemplo, el “factor Aranguren” y hubo varias chispas entre Reconquista 266 y la Casa Rosada cuando empezaron a trascender los primeros aumentos de 2017 que, además, seguirán a lo largo del año.

No hay una visión integral. Hay, además, quienes son críticos de los regímenes de metas de inflación, sea cual fuera, y arguyen que subsumir todo el accionar para reducir la inflación es incorrecto. “Falta una visión de equilibrio general, un tema, curiosamente, muy repetido por Sturzenegger”, dice un macroeconomista heterodoxo que pide off the record. Un riesgo, por caso, es que se acentúe la tendencia bajista del dólar. “El aumento del costo del dinero acentúa el atractivo de las colocaciones en pesos en detrimento de la tenencia de dólares, contingencia que acentuará la desdolarización de carteras y agudizará un retraso cambiario que ya adquiere una magnitud muy preocupante”, dice Federico Muñoz en su último informe.

Falta un plan fiscal más agresivo. La crítica, que viene desde el flanco más ortodoxo del espectro vernáculo, apunta más a Hacienda que a Reconquista 266. “La meta inflación de @fedesturze está bien. La meta fiscal de @NicoDujovne está mal. Está claro cuál se tiene que endurecer y cuál no relajar”, escribió Diego Giacomini en su cuenta de Twitter. Ciertamente, el ajuste fiscal nunca llegó (el gasto crece por encima de la inflación y la recaudación neteada del blanqueo) y eso complica la desinflación, más allá de que el BCRA reduzca el financiamiento monetario del enorme rojo fiscal.

La tasa no es todo. Por último, hay quienes señalan la escasa “tracción” que tiene la política monetaria. “¿Tiene tracción la política monetaria? En el contexto actual, la política monetaria se reduce a una regla de tasa de interés y, con las paritarias casi decididas, unidas a un canal de crédito débil, su impacto se centra en el efecto sobre el tipo de cambio y, por ende, sobre los bienes transables. Si bien un tipo de cambio estable de la mano de tasas altas podría mitigar la inflación en esos bienes, el atraso cambiario resultante podría ser insostenible, y la credibilidad lograda por acercarse a la meta se podría perder en un tipo de cambio sobrevaluado”, dice Alejo Costa, Jefe de Economistas de Puente.

Hasta ahora, el BCRA venía con buenas credenciales puertas afuera y, también, puertas adentro y no casualmente varios analistas salieron a remarcar que el superministro de Economía de Cambiemos existe y se llama Federico Sturzenegger. Así como los regulados se filtraron en la inflación núcleo, el debate monetario, siempre tórrido para el gran público, se empieza a filtrar en ámbitos hasta ahora vírgenes y el BCRA queda expuesto, más allá de su real responsabilidad en una economía con brotes verdes pero que no enamora a casi nadie. Y Sturzenegger salió a hablar de los “defensores de la inflación”. Sería deseable no volver a las épocas en que se decía que los consultores generaban la inflación.

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