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Si el BCRA pretende cumplir sus metas, la actividad se resentirá

14 marzo de 2017

por Mariano Cúparo Ortíz

Algo no es novedoso: para un aplastante porcentaje de analistas de cualquier tipo de inclinación ideológica, las metas de inflación que se planteó el BCRA para el 2017 son demasiado ambiciosas. Y con el resultado de los IPC oficiales de febrero la idea se profundizó: el 12-17% está cada vez más complicado de cumplir. Para los más ortodoxos, si el BCRA pretende lograr la meta tendrá que ser mucho más duro en sus decisiones de política monetaria (hoy solo licita Lebacs y no pases, su vara de referencia) y deberá subir la tasa, lo que resultaría muy problemático en un escenario preelectoral.

Para los más heterodoxos, la verdadera política antiinflacionaria del Gobierno no pasa por la tasa de interés o lo monetario sino por el tipo de cambio atrasado y la apertura comercial, dado que el mercado de crédito local es apenas el 15% del PIB. Su influencia sobre la demanda agregada sería mínima. Así lo expresó a El Economista el hombre del Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET), Daniel Schteingart: “No creo que la política antiinflacionaria del BCRA sea lo que juega, sino que con dólar planchado y apertura comercial los precios se disciplinan bastante fácil”.

El dilema de la tasa

Pero para muchos la pregunta clave es sobra o falta tasa de interés. Y ahí aparece una nueva coincidencia general: la respuesta a la pregunta depende de si el BCRA realmente está mirando sólo a la inflación, como aparentaba, o si la autoridad monetaria tiene otros objetivos en la cabeza, como la reactivación económica.

Consultado por El Economista, el director de FyEConsult, Hernán Hirsch, opinó: “Definir si falta o sobra tasa depende de a qué objetivo apuntás. Si apuntás sólo a la inflación, falta tasa. Si apuntás a la actividad económica, podés decir que sobra tasa. Aparecen tensiones entre los objetivos: el inflacionario, el de actividad, el cambiario, que es que no se aprecie más, por lo cual hace ruido toda la política monetaria probablemente ambiciosa de baja de la tasa de inflación”.

Coincidió con semejante punto de vista el economista de Econviews, Eric Ritondale: “La tasa actual es suficiente si se busca desinflar la economía en un sendero de crecimiento y sin forzar una apreciación real que genere preocupaciones excesivas. Pero esta tasa no alcanza para desinflar lo suficientemente rápido como para alcanzar la meta del 17% a fin de año”.

Más complicadas

Así también, lo que ya casi no se discute entre economistas, de cualquier lado del espectro, es que las metas están cada vez más difíciles de cumplir. Dijo Hirsch: “La meta se complicó. En realidad nosotros ya la veíamos complicada desde siempre. Siempre previmos una de 22%. Así que no cambió mucho el escenario. Tal como uno ve que se perfilan los famosos marzo y abril, a partir de mayo va a tener que darse una caída demasiado importante para que se cumpla la meta. Y ahí el interrogante es si el BCRA va a subir la tasa o no”.

En esa misma línea se mostró Hernán del Villar, presidente de Estudio Alpha: “Desde el inicio las metas nos parecieron demasiado ambiciosas en el marco del esperado y necesario incremento de las tarifas. Se podrían alcanzar las metas con un costo en materia de actividad y tipo de cambio, que no lo justificaría. Esperamos 21-22%, lo que igualmente sería un avance en relación al 2016”.

Casi idéntica visión mostró Ritondale: “Desde el comienzo la meta me pareció demasiado ambiciosa y hoy deja al Central en una posición incómoda. Si quiere arriesgarse a cumplirla debería subir la tasa, con los costos que eso conllevaría en este contexto. Aunque aun así no está claro que se asegure el cumplimiento de la meta. Por eso me parecería un error una suba”.

El costo de incumplir Frente a esa perspectiva que parece tener cierto consenso entre economistas, respecto a que la meta está cada vez más difícil (aunque Economía & Regiones publicó hace poco un informe en el que sostiene que aun es cumplible), Hirsch dijo: “No cumplir la meta tendría consecuencias. Sería un problema, porque vos construiste metas de inflación y en general lo que muestran otras experiencias en el mundo es un sistema muy delicado que depende mucho de la credibilidad. Si vas a destruir lo construido, lo que hoy sería equivalente a relajar la meta o no querer cumplirla, después tendrías costos importantes”.

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