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¿Cómo puede Fox-Turner maximizar sus beneficios?

La firma lograría ganancias máximas si conociera perfectamente los deseos de cada consumidor y cobrara cada partido en función de ellos

28 marzo de 2017

La AFA abrió los sobres de la licitación y el Fútbol Para Todos tiene fecha de vencimiento. A partir del próximo campeonato, Fox-Turner tendrá los derechos de televisación del fútbol de primera división. La empresa invertirá $3.200 millones al año y presuntamente cobrará a los abonados de cable una suma extra, que rondaría entre los US$ 15 y US$ 20 mensuales.

Como ya explicamos en una nota anterior, cobrar una suma fija para todos bajo la forma de un abono es más regresivo que financiarlo con impuestos, que se pagan de manera progresiva. Decíamos, además, que el argumento de que una suba del precio haría que algunos elijan otras opciones en lugar del fútbol era poco convincente: el que gusta del fútbol no lo reemplaza tan fácilmente, de modo que el que no pueda pagar simplemente padecerá su ausencia (o pagará 4 cafés por mes para ver a su equipo en un bar).

Pero esta discusión ya es historia. El abono extra será una realidad pronto, así que es hora de mover la discusión microeconómica hacia otro punto. La empresa ganadora de los derechos televisivos deberá ahora maximizar ganancias (o al menos eso es lo que pensamos los economistas), y la estrategia para lograrlo no es obvia.

Fox-Turner se encuentra ante un mercado relativamente cautivo en dos sentidos. Por un lado, la mayoría de las familias argentinas tienen la plataforma de cable, ideal para poder excluir a los que no pagarán. Por el otro, ver fútbol es un servicio inelástico al precio, lo que implica que la empresa logrará extraer un elevado excedente al consumidor. En criollo: el consumidor está dispuesto a seguir viendo fútbol aun cuando sea más caro y la empresa embolse esta diferencia. Es de esperar que esta ganancia se haya reflejado ya en la contienda licitatoria, y que la propuesta compense en parte esta extracción de renta a los consumidores. Si esto es así, los que vemos fútbol estaríamos financiando a los clubes, lo que parece sensato.

Pero la empresa también puede obtener beneficios discriminando precios. En el límite, la firma lograría ganancias máximas si conociera perfectamente los deseos de cada consumidor y cobrara cada partido en función de ellos. Desde luego, esto no es factible, pero la empresa podría eventualmente discriminar entre equipos “grandes” de los que no lo son, o entre partidos trascendentales de los que no lo son. Por ejemplo, el costo de televisación de un partido entre equipos “chicos” (no insistan, no daré nombres), puede ser semejante al de uno entre grandes, lo que habilitaría a la empresa a cobrar diferenciadamente.

Las estrategias de discriminación son los famosos “paquetes” con distintas opciones para el televidente. Cuando la firma te ofrece ver solo los partidos del equipo B a un precio más accesible, es cierto que pierde de cobrarte una parte de la tarifa, pero lo compensa con la posibilidad de tentar a los que no son tan fanáticos y ven con buenos ojos esa opción. Se vende más barato, pero a más gente. Para algunos consumidores esta solución puede ser la más justa, ya que evita que se pague por partidos que pocos querrían ver.

Pese a esta miríada de posibles estrategias, los anuncios hasta ahora sugieren una tarifa “plana” para ver fútbol, es decir, un mismo precio para todos para ver los 15 partidos. Como dijimos, esta es una mala estrategia empresarial y un dolor de cabeza para varios consumidores. Esperemos que, por una vez, las empresas sean racionales y decidan maximizar beneficios.

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