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Mis inversiones y la piedra en el zapato

15 marzo de 2017

por Diego Falcone

Otoño porteño” de Piazzola es una de mis composiciones preferidas porque representa fielmente la vibra de una ciudad como Buenos Aires. Es una obra donde cada acorde golpea con fuerza y se adapta muy bien al cambio de estación que, con su primer frío, rompe la rutina del verano. Convengamos que el calor y las finanzas no se dan muy bien. Uno ve los canales dedicados a informar sobre finanzas y nunca observa gente en manga corta o bermudas porque los mercados financieros (los de verdad) están en lugares con climas templados o fríos. Porque cuando pienso en finanzas, mi mente asocia inmediatamente la imagen de una taza de café, el cuello levantado de un sobretodo y el sonido de una sirena distante. Nada de mi realidad circundante se parece a eso. Más bien, todo lo contrario porque lo único que escucho son bombos y redoblantes de alguna marcha o el silbato de la guardia urbana tratando de desordenar el tránsito de Buenos Aires.

En definitiva, todo esto para decir que el otoño me dispara la libre asociación de ideas que estaban dormidas debajo de tanto consenso sobre a una sólida idea: todas las apuestas son al peso y a la suba de tasa de interés en dólares en EE.UU. ¿Será tan así?

Pequeña aldea

Cada artículo que leo, comentario que escucho o presentación que asisto tiene el mismo final: todos estamos de acuerdo en la visión del mundo y Argentina, y a mí eso me hace mucho ruido.

Por nuestras latitudes, todos estamos preocupados por los próximos meses pero no veo a nadie salir a vender. En el fondo, uno espera que de alguna u otra forma, Mauricio Macri pueda sortear el enrarecimiento del clima político (un saludo de Sarmiento a Roberto Baradel), las paritarias, consolidar los brotes verdes y mejorar el frente fiscal.

El optimismo sobre al proceso actual se fundamente en la habilidad que ha tenido el Gobierno para liberar las fuerzas del mercado contenidas durante la década anterior (el campo es el mejor ejemplo) y que tarde o temprano traccionarán al resto de los sectores de una economía estancada. Por el lado de la oposición (es decir, los peronismos en todas sus vertientes) luce desesperada por volver al poder y uno sabe que siempre alguna torpeza se comete en ese proceso y que el Gobierno puede aprovechar. La historia cuenta que después de Lopez Rega e Isabelita vino Italo Luder y no triunfó. Y tuvo que aparecer un Carlos Menem asociado a la UCEDE para reconquistar el poder. Después del 2001 (y la mega devaluación de Duhalde-Remes Lenicov) el peronismo adoptó la forma de un populismo conservador para renovarse. En esta oportunidad, ¿de qué se van a disfrazar? Por ahora nadie lo sabe. Habrá que esperar ya que es temprano para sepultar a Cambiemos.

Mientras tanto

Mientras aquí nos debatimos entre clases sí y clases no, uno observa que la reflación (mayor crecimiento con más inflación) en EE.UU que ha impulsado hacia arriba la tasa de interés, el dólar (a nivel global) y las acciones tiene algunas debilidades.

Para empezar, la inflación medida por el índice general de precios está apuntalada (por ahora) por el aumento en el precio del petróleo, pero los salarios y la inflación mayorista (PPI o precios de productor) no muestran el mismo dinamismo.

Por otro lado, las expectativas en el plan de infraestructura próximo a anunciarse por US$ 1 billón, tal vez estén exageradas ya que varias estimaciones dudan de la aplicabilidad por la falta de capacidad instalada (hay estimaciones que ven imposible incrementar en más de US$ 30.000 millones por año ese gasto sin que colapse el sector).

Por último, la reforma impositiva que impactaría positivamente en los beneficios empresariales (se esperan que suban un 15% por año) no será tan beneficioso para la clase media. ¿Por qué? Cuando uno espera que se beneficie al 1% más rico de la población tal como ocurre con el nuevo plan de salud que reemplazará al Obamacare.

En definitiva, las medidas de Donald J. Trump para reformar la salud pública, desarrollar la infraestructura y reducir la carga impositiva terminarán aumentando la desigualdad en la distribución del ingreso y por lo tanto, deprimirán el crecimiento potencial de la economía (que hoy se encuentra en el 1,5% por año, lejos del 4% que descuentan algunos republicanos).

Este es mi portafolio

Al terminar el día, antes de apagar el monitor, miro mis inversiones y observo que sigo largo de acciones norteamericanas, bonos argentinos y tengo pesos hasta donde termina el horizonte. Algo me dice que estas posiciones son las correctas pero algo me empieza a molestar en mi zapato. Es una piedra pequeña, pero lo es suficiente para desvelarme a mitad de la madrugada con la misma idea fija: algo no está bien cuando estamos todos de acuerdo, hay algún riesgo que no estoy midiendo correctamente. Prometo que, si descubro cual es, se lo cuento la próxima.

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