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La recuperación se asienta

Resulta paradójico que mientras la economía se reactiva el ánimo social siga en baja. Nuestras encuestas registran una caída en la aprobación del gestión a 40% en marzo.

27 marzo de 2017

El segundo semestre llegó tarde? pero llegó. El Indec confirmó que la economía salió de la recesión, ya que acumuló dos trimestres consecutivos de expansión. Las cifras, si bien están sujetas a futura revisión, son algo mejores que las publicadas algunos días atrás (EMAE) y convalidan la mirada de consenso entre los analistas. Algo similar se desprende de la dinámica en el segmento formal del mercado laboral, que empezó a generar empleo desde mediados de año.

La reactivación parece consolidarse en lo que va del año. Según estimaciones preliminares de nuestro Nowcast (proyección en tiempo real del PIB), la economía se estaría expandiendo a un ritmo de 0,6% trimestral (sin estacionalidad). Analizando las series desagregadas, actividades primarias como la pesca y el agro (girasol y trigo) son las que traccionan la recuperación. Otras, en cambio, comienzan a reanimarse más lentamente, como sucede con la industria automotriz.

Resulta paradójico que mientras la economía se reactiva, el ánimo social sigue deteriorándose. Nuestras encuestas registran una caída en la aprobación de gestión del 44% en junio a 40% en marzo, consistente con la baja exhibida por el Indice de Confianza en el Gobierno de la UTDT (cayó 10% entre junio y febrero ?último dato?). En materia de expectativas económicas, el pesimismo a corto plazo pasó del 43% al 48% de la sociedad. Y los cortes de calles, si bien exhiben una arista política, también tienen una económica. Después de un año de ajuste y promesas de un futuro mejor, la sociedad no percibe un cambio de tendencia y se desilusiona con Mauricio Macri. Por eso los esfuerzos del Gobierno no sólo en apuntalar la reactivación sino en promocionarla.

Desde una óptica de oferta agregada, se observa una recuperación limitada (por ahora) a pocos sectores. El agropecuario es el que muestra más dinamismo, principalmente debido a las reformas del año pasado. Otros sectores que también se vieron beneficiados por cambios regulatorios, como el minero o el energético, recién están empezando a dar señales de mejora. Lo mismo ocurre con la construcción, que este año promete reactivarse de la mano de la obra pública. En el otro extremo, la industria y la actividad comercial continúan con problemas. Esto explica la debilidad de la recuperación, que por ahora está apalancada sobre actividades localizadas en el interior (o sea, con poca visibilidad para un país centrado en el AMBA), poco intensivas en trabajo y que tardan en “derramarse” hacia el resto de la economía.

Analizando la economía por el lado del gasto, el panorama es claro: el consumo privado tira hacia abajo. La evolución de los componentes de demanda agregada durante 2016 es muy elocuente. Las exportaciones reaccionaron rápida y positivamente a los cambios macro (+3,7% anual), mientras que el gasto público prácticamente no tuvo efecto (+0,3%) debido a que la contracción fiscal del primer semestre fue seguida por un relajamiento. Por otro lado, no sólo no hubo lluvia de inversiones, sino que este ítem se redujo (-5,5%). Y más relevante aún, el consumo privado cayó (-1,4%). Este componente es clave a corto plazo, ya que equivale al 73% del PIB. En este sentido, los datos más recientes no son alentadores. Las ventas reales vienen cayendo en supermercados, shoppings y comercios minoristas. Si el consumo no se reactiva, los demás componentes tendrán que “sobrecumplir”, lo cual parece difícil.

¿Cuál es el camino hacia adelante? Si nos guiamos por el REM, la economía crecería un promedio de 3% en 2017. Esto es consistente con una expansión trimestral (sin estacionalidad) de 1,1% y 1,3% en los primeros dos trimestres del año y un promedio de 1,35% en los dos períodos restantes. En términos interanuales, el crecimiento se aceleraría, llegando a las elecciones con un ritmo del 4-5%. En perspectiva, la economía tendría más dinamismo que en 2009 y 2013 pero no tanto como en 2007 y 2011. De todos modos, cabe tomar estos números con cautela ya que se trata de proyecciones sujetas a cambios. En efecto, las perspectivas del REM para el comienzo del año son más optimistas que nuestras estimaciones del PIB en tiempo real.

La recomposición del poder adquisitivo será un factor clave económica y políticamente. Los conflictos gremiales demoran el cierre de paritarias, condicionando la recuperación del consumo y evidenciando el fenómeno de “precios nuevos versus salarios viejos”. En la medida en que los ingresos familiares no repunten, la reactivación económica quedará circunscripta a las exportaciones y lo que haya de inversión. Se trataría de un crecimiento acaso más sano a largo plazo pero de menor intensidad a corto, que es lo que hoy preocupa al gobierno. Habrá que esperar al segundo trimestre, cuando empiecen a cerrarse progresivamente las paritarias, para detectar posibles brotes verdes en el consumo y ver si la economía ayudará al gobierno en las elecciones.

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