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La economía salió de la recesión, pero aún es más chica que en 2015

Creció 0,1% en el tercer trimestre y 0,5% en el cuarto.

22 marzo de 2017

Ya está. Ya sabemos qué pasó con la economía en 2016. Primero, lo obvio: la economía cayó. Según las cifras que entregó ayer el Indec, el PIB se redujo 2,3% durante 2016. Para desilusión de los kirchneristas, la recesión fue más corta y menos pronunciada que la de 2014.

Eso se conecta con la segunda noticia: el famoso “segundo semestre” no fue un verso, aunque tampoco fue la panacea. En el tercer trimestre, el PIB creció 0,1% contra el segundo y, en el cuarto, 0,5%. Así, encadenando dos trimestres consecutivos en alza, la recesión, según los estándares clásicos, quedó atrás. Sin embargo, tampoco luce sólida la tesis de Hacienda de que esté, hoy, creciendo a más de 3,5% sino, más bien, algo arriba de 2%. Como indican desde Ecolatina, “es una recuperación lenta”.

Por eso, hoy la economía es más pequeña que cuando Mauricio Macri llegó a la Casa Rosada. En números, 2,1% más pequeña. Así, si la tendencia positiva continúa, la economía llegará a octubre creciendo, pero no será más grande que cuando llegó Cambiemos. “Fueron dosaños perdidos”, dirán algunos. “Pero hicimos los ajustes necesarios”, dirán otros.

Hacia adentro

Mirando el desagregado (los famosos “drivers” del crecimiento) se observa que fueron las exportaciones, lideradas por el agro, las que salvaron las papas. En rigor, las ventas hacia el mundo crecieron 3,7% en el año y 7,7% interanual en el cuarto trimestre. Y el consumo público, es decir, el infame gasto, también ayudó y se expandió 0,3% en el 2016. “¿Y el ajuste neoliberal?”, chicaneaba Gabriel Caamaño Gómez ayer en Twitter.

Si debemos individualizar a un gran responsable por el traspié del PIB es el sospechoso de siempre: el consumo privado. El gran motor que explica más del 70% del PIB en Argentina. Según el Indec, cayó 1,4% en el 2016. Una caída, sin dudas, aunque no dramática.

Un dato que preocupa es la formación bruta de capital fijo. En criollo, la inversión. Cayó en todos los trimestre y se desplomó nada menos que 7,7% en el cuarto, dinamitando la tesis oficial de que el rebote, que existe, está siendo liderado por esa variable, considerada (con razón) como la más sana y sustentable. Eso pone un manto de duda sobre la sostenibilidad de la recuperación. La “lluvia de inversiones” nunca llegó.

“En 2016 se avanzó sobre desequilibrios claves para acceder a un sendero de crecimiento sostenible (cepo, default, tarifas), pero restan sentar las bases para crecimiento genuino de mediano plazo (mayor competitividad, energía suficiente, estabilidad de precios relativos, tasas de interés, sendero de reducción del déficit fiscal, etcétera)”, dicen desde LCG.

Importaciones en alza

Un dato que llamó la atención es la suba de las importaciones, que suele correlacionarse positivamente con el PIB. Es decir, cuando sube el PIB, suben las importaciones. Y viceversa. Pero en 2016, como mencionáramos, cayó el PIB y subieron 4,5% las importaciones. Eso explica el malhumor sindical y empresarial con la “estrategia” comercial. “¿Cómo van a subir las importaciones si el mercado interno se achica?”, se preguntaba un industrial ante El Economista.

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