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“Hacienda debe volver a controlar la política tarifaria”

09 marzo de 2017

Entrevista a Fernando Navajas, Economista jefe de FIEL

Fernando Navajas, economista jefe de FIEL, dialogó con El Economista luego de su participación en el panel económico matutino junto a Miguel Kiguel y Carlos Pagni en el Congreso Económico Argentino (CEA), que sigue hoy en Puerto Madero. Siempre ocurrente y audaz, propone ideas para empezar a solucionar la crisis energética que atraviesa Argentina.

En su ponencia planteabas que el Gobierno confundió el diagnóstico de la cuestión tarifaria al no tener en cuenta los precios de la energía. ¿Cómo sería eso?

Al momento que Cambiemos asume el Gobierno, los precios internacionales de la energía llegaron a un mínimo histórico y se presentaba la gran oportunidad de aprovechar eso en una economía que tenía por delante un ajuste fenomenal de precios relativos. No haber aprovechado eso complicó en mi opinión el programa macroeconómico y puso un lastre sobre la economía que se pagó en un agravamiento de la estanflación en 2016. Al partir de valores tan altos del petróleo y en especial del gas natural heredados del Plan Gas del Gobierno anterior, se diagnóstico el problema excesivamente, o mejor dicho exclusivamente, como una “patología” de bajos precios que paga la demanda sin mirar críticamente los precios que percibe la oferta.

¿Se pueden bajar los precios de la energía y qué nivel de inversión hace falta para ello?

Es que no se trata de bajar los precios a la fuerza sino de usar reglas de formación de precios totalmente compatibles con una economía de mercado que hubieran dado precios más bajos de la energía y ayudado en este proceso. Eso es lo que luego hizo el Gobierno, en una suerte de “error-corrección”, en este y otros planos. Pagar precios altos a la oferta para cerrar la brecha de subsidios no sólo es un error macroeconómico (que muchos lo ven como bajar subsidios y gasto público, pero en realidad se trata de cerrar el déficit subiendo impuestos y es lo mismo que subir la carga tributaria). Es además una mala forma de atraer inversiones. Las inversiones vienen en un contexto de beneficios, sí, pero aquellos que surgen de condiciones atractivas sostenibles porque la demanda puede pagar. Por ejemplo, ¿es preferible subir los precios que paga la demanda para cubrir los elevados costos de Aerolíneas Argentinas y cerrar así el déficit? ¿O es preferible lo que decidió el Gobierno y atraer inversiones abriendo la competencia y bajando los precios? No hay dudas que la sociedad va a “votar” una economía de mercado en este último caso y no en el primero.

¿Qué correcciones o iniciativas se pueden tomar hoy, con las subas ya anunciadas y aplicadas?

Existen dos planos, que yo señalé en mi presentación en la CEA 2017, uno es el micro o sectorial y el otro es el macroeconómico. Por lo que expliqué al comienzo yo creo que el enfoque macroeconómico y de estabilidad de precios y cuidado de shocks tiene que primar. La política tarifaria es muy importante para dejarla en manos exclusivas de los ministerios sectoriales y de los lobbies que intervienen. El Ministerio de Hacienda tiene que recuperar el control de la política tarifaria. No me explico cómo eso no ocurrió en 2016 después del desastre con la suba de los precios del gas natural. Hay que hacer una serie de correcciones a la política de reducir subsidios, atraer inversiones, reducir el impacto distributivo y reducir el impacto inflacionario. Pensarlo conjuntamente, y eso no puede hacerlo otro que no sea Hacienda.

¿Cuál es el impacto de la suba de tarifas sobre la inflación y, en particular, la núcleo? ¿Se puede alcanzar la meta de desinflación del BCRA con tarifas actualizándose semestralmente?

Me temo que no y que vamos a una reedición, si bien en mucha menor escala, del 2016. Porque no se aprendió la lección anterior. Los shocks tarifarios son transitorios y si bien “contaminan” a la inflación núcleo, no impactan en la inflación de mediano o largo plazo. Pero estos aumentos generan de todos modos una cuña, que para mí este año puede estar en el orden del 4% o 5%, entre la inflación núcleo ?que va a terminar siendo la meta del BCRA- y la inflación total o headline. Esta diferencia es en última instancia la razón por la cual existe hoy una guerra de negociación salarial. Es por un error y el problema lo está creando la política tarifaria. Es decir, esto no es para nada culpa del BCRA, que hace bien en seguir su ruta y pelear por una inflación núcleo más baja. Es insensato pedir que el BCRA ajuste su esquema a los errores de no entender o saber manejar un ajuste de precios relativos vis-a-vis la política de ingresos de la economía y más en un año electoral. El problema está en otro lado.

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