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Hacia el crecimiento inclusivo

07 marzo de 2017

por Tao Zhang (*)

Las tasas de crecimiento en los países emergentes han superado significativamente a las de las economías más desarrolladas en los últimos años. La pobreza ha caído y los niveles de vida han mejorado. Pero con esta rápida expansión viene el peligro de que la brecha entre los ricos y los pobres en esos países se amplíe.

Los sondeos de Pew Research muestran que la mayoría de la gente es optimista sobre el futuro en los mercados emergentes como India, Nigeria y otros países que están avanzando hacia el estado de economía avanzada.

Pero debemos asegurar que el crecimiento permanezca inclusivo en estas economías para que este optimismo esté justificado. Por inclusivo quiero decir un reparto más equitativo de los beneficios de una mayor prosperidad, empleos decentemente pagados, igualdad de oportunidades de empleo y educación, y un mejor acceso y provisión de servicios de salud y financieros. En comparación con las economías avanzadas, las emergentes experimentan una mayor disparidad de ingresos y una mayor pobreza, y quedan rezagados en el acceso a servicios clave como la atención de la salud y las finanzas.

Necesitamos hacer que el crecimiento sea inclusivo no sólo porque es lo que es moralmente correcto sino también porque es crítico para lograr un crecimiento fuerte y sostenible. La investigación dentro y fuera del FMI ha demostrado que altos niveles de desigualdad tienden a reducir el ritmo y la durabilidad del crecimiento y que los políticos no deben temer adoptar medidas que garanticen la prosperidad compartida, incluidas las que redistribuyen la riqueza.

Será importante que los responsables de la formulación de políticas se aseguren de que los beneficios del crecimiento se compartan equitativamente. De no hacerlo, se corre el riesgo de aumentar la inestabilidad política y social, de sofocar la inversión en capital humano y físico y de erosionar el apoyo a las reformas estructurales, lo que impediría el crecimiento sostenido que los emergentes necesitan para alcanzar un alto nivel de ingresos. Abordar estos temas hoy en día es aún más importante a la luz de la perspectiva de condiciones económicas mundiales menos favorables.

Falta más En los últimos años, los mercados emergentes han avanzado en el fomento del crecimiento inclusivo gracias, en parte, a condiciones mundiales favorables, como las bajas tasas de interés y el repunte del comercio internacional. El crecimiento en estos países ha promediado alrededor del 4% desde principios de los años 2000, lo que representa más de la mitad del crecimiento mundial. Y la desigualdad de ingresos ha disminuido, con el coeficiente de Gini -el indicador más común de desigualdad- cayendo a alrededor de .40 de .45. El coeficiente de Gini oscila de cero, cuando todos tienen los mismos ingresos, a 1, cuando un solo individuo recibe todos los ingresos. La pobreza también ha disminuido, el empleo ha aumentado, los niveles de educación han aumentado y el acceso a servicios financieros y el cuidado en salud ha mejorado.

Pero sostener este progreso puede ser un desafío. Para empezar, no podemos ser complacientes. En muchos emergentes, la desigualdad de ingresos sigue siendo alta y demasiada gente todavía vive en la pobreza absoluta. Más importante aún, estos países se enfrentan a un nuevo panorama económico mundial, con incertidumbres cada vez mayores. A medida que se esfuerzan por alcanzar el mismo nivel de desarrollo que las economías avanzadas -un proceso que implica acumular capital y aumentar la productividad- estos retos tenderán a empeorar.

Los cinco ejes

Veo cinco áreas prioritarias donde el asesoramiento de políticas del FMI puede ayudar a las autoridades de los países a abordar estos desafíos.

Productividad

Una marea creciente levanta todos los barcos, dice el refrán. Aumentar la productividad (producción por hora trabajada) ayudará a crear el aumento generalizado de los ingresos y la riqueza necesarios para reducir la desigualdad y la pobreza. Lograr este objetivo no será fácil. Los países tendrán que promover la competencia en los mercados de productos y el comercio, fomentar la inversión extranjera directa, financiar proyectos de infraestructura y mejorar los entornos empresariales. Estas reformas son prioritarias en las agendas de formuladores de políticas en países como Brasil, China, India y Sudáfrica.

Educación y asistencia sanitaria

La mejora de la calidad de la educación y de la atención sanitaria mejorará la empleabilidad de los trabajadores y ayudará a romper el círculo vicioso de la pobreza y la falta de educación. En algunos casos, se necesitará un mayor gasto -pienso en programas como Bolsa Familia de Brasil, que proporciona transferencias de efectivo a familias de bajos ingresos para fomentar la asistencia a las escuelas primarias, y Oportunidades de México, que proporciona subsidios para mejorar el desempeño de las escuelas y alinear mejor las currículas con el mercado de trabajo-.

Acceso a las oportunidades de empleo

Garantizar que las mujeres y los hombres tengan igualdad de oportunidades ayudaría a impulsar el crecimiento ya reducir la desigualdad. En muchos países, conseguir un trabajo es más difícil para las mujeres. Por ejemplo, sólo alrededor de un cuarto de las mujeres en Egipto, Jordania y Marruecos están empleadas. Las razones incluyen reglamentos laborales rígidos y grandes disparidades en el nivel educativo. Es crítico, entonces, que los gobiernos reduzcan las barreras a la contratación mientras protegen a los trabajadores, eliminan las restricciones a la movilidad laboral y eliminan las disposiciones fiscales que discriminan a los segundos asalariados de una familia.

Inclusión financiera

Un mayor acceso a los servicios financieros ayudará a mejorar los medios de subsistencia, reducir la pobreza y promover el crecimiento. Esto podría lograrse, por ejemplo, facilitando el acceso a los cajeros automáticos, promoviendo el acceso a los servicios bancarios, especialmente entre los hogares de bajos ingresos, poniendo en práctica programas de alfabetización financiera y promoviendo la banca móvil. Estas medidas se utilizan ampliamente en la India y Perú. Sin embargo, los esfuerzos de inclusión financiera deben ir acompañados de una supervisión y regulación reforzada para evitar la inestabilidad financiera que podría resultar de una expansión del crédito.

 Redes de seguridad y políticas de redistribución

Con un crecimiento rápido y una productividad mejorada, inevitablemente hay ganadores y perdedores, ya que las empresas menos competitivas se cierran y los trabajadores pierden sus puestos de trabajo. Será importante que los gobiernos adopten medidas para facilitar esa transición, incluida la mejora de las cualificaciones, los programas de formación y las redes de seguridad social bien orientadas. En términos más generales, mejores políticas de redistribución pueden promover la equidad sin menoscabar la eficiencia. Ejemplos de estas políticas incluyen la sustitución de los subsidios generales a las transferencias monetarias a los pobres, la reducción de las lagunas fiscales que benefician a los ricos, la imposición de sistemas impositivos más progresivos (incluyendo en algunos casos la ampliación de la base imponible) y la evasión fiscal.

Compromiso reforzado

Recientemente hemos intensificado nuestro trabajo en muchas de estas áreas, en gran parte porque es fundamental para la misión del FMI de promover la estabilidad económica. Comento algunos ejemplos.

En cuanto a la productividad, estamos dedicando más recursos a comprender las fuentes de productividad y crecimiento a largo plazo e integrar plenamente el análisis de la reforma estructural en nuestro diálogo con los países miembros. Esto significa no sólo comprender qué reformas mejoran el crecimiento sino también ser conscientes de los costos económicos y sociales a corto plazo de esas reformas.

Sobre la desigualdad, hay varios ejemplos. En Bolivia, hemos estado trabajando con el Gobierno para encontrar la mejor manera de contrarrestar el aumento de la desigualdad que probablemente resultará del colapso de los precios de los productos básicos. En Colombia estamos tratando de abordar lo que los economistas llaman “dualidad” del mercado laboral, es decir, una situación en la que algunos trabajadores tienen empleos protegidos bien remunerados y otros tienen trabajos mal pagados con poca protección y pocos beneficios.

En cuanto a la promoción de la igualdad de acceso a las oportunidades de empleo, hemos comprometido a las autoridades de Japón y Arabia Saudita en debates francos sobre la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo. En particular, nuestro análisis de las disparidades en el mercado de trabajo en Arabia Saudita puso de relieve las posibles medidas para abordar el equilibrio de género mediante prácticas de trabajo a distancia más extendidas y el fomento del empleo femenino en los establecimientos minoristas dirigidos a las mujeres.

En cuanto a la inclusión financiera, nuestra encuesta Acceso Financiero, lanzada en 2009, es una fuente clave de datos sobre el acceso a los servicios financieros en todo el mundo. Esto nos ayudó a saber, por ejemplo, que las cuentas de depósitos en los bancos comerciales de la India han crecido en medio millar de millones en los últimos cinco años gracias a los esfuerzos del Gobierno para hacer de la inclusión financiera una prioridad.

En cuanto a las redes de seguridad y las políticas de redistribución, seguimos protegiendo el gasto social al diseñar programas respaldados por el FMI porque los pobres suelen sentir los efectos de las crisis económicas y financieras de manera más aguda. Por ejemplo, en el marco del programa económico del Pakistán en el contexto del Fondo Ampliado del FMI -que ayuda a los países que enfrentan serios problemas de balanza de pagos- se añadieron más de un millón y medio de beneficiarios al Programa Benazir de Apoyo a los Ingresos (un programa de transferencia de ingresos bien establecido) y los pagos se incrementaron en más de 50%. También ayudamos a los países a adoptar sistemas tributarios que mejoren el equilibrio entre equidad y eficiencia.

Además, estamos trabajando arduamente para fortalecer la red de seguridad financiera mundial, lo que permitiría a los países poner sus limitados recursos para lograr mejoresresultadoseconómicosysociales.

En conjunto, diría que ha llegado el momento de que los emergentes hagan del crecimiento inclusivo una pieza central de sus estrategias de desarrollo. Esto no sólo permitirá el fuerte crecimiento sostenible que estos países necesitan para alcanzar mayores niveles de vida sino que también ayudará a poner a la economía global en una base más sólida.

(*) Deputy Managing Director del FMI

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