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En Brasil, la corrupción llegó hasta los alimentos

El juez Marcos Josegrei da Silva ordenó 309 allanamientos y detenciones de empresarios y funcionarios vinculados a una red de sobornos dentro y fuera de Brasil.

20 marzo de 2017

Sobre el fin de la semana pasada, un nuevo escándalo sacudió a la opinión pública brasileña y amenaza con tener mayor impacto económico que el caso “Lava Jato”. El viernes pasado el juez Marcos Josegrei da Silva de Curitiba ordenó 309 allanamientos y detenciones de empresarios y funcionarios vinculados a una red de sobornos que “facilitaba” la comercialización de productos cárnicos en mal estado sanitario dentro y fuera de Brasil.

Se trata de la investigación “Carne Fraca” (“carne débil”) para desarmar una red de corrupción que operaba, en principio, en Brasilia y en los estados de Minas Gerais, San Pablo, Goiás, Paraná, Santa Catarina, y Río Grande do Sul. Una suerte de asociación ilícita para sobornar funcionarios y políticos hasta del partido actualmente en el gobierno (Partido del Movimiento Democrático Brasileño) para de obtener certificados sanitarios fraguados, y la comercialización de productos cárnicos en mal estado.

En principio se está inspeccionando una serie de hechos que, de confirmarse, profundizarán aún más la incipiente alarma en los consumidores de estos días:

Reenvasado de productos vencidos con packaging con nuevas fechas de vencimiento.

Sustitución de productos en base a carne vacuna en meriendas escolares por otros elaborados con pollo, soja, fécula de mandioca o (créase o no) cartón.

Inyectar agua a las carnes para aumentar su peso.

Uso de ácido ascórbico (vitamina C), que superando cierto nivel tiene efectos cancerígenos, para disimular el estado de carnes en putrefacción o casi.

Pago de sobornos a inspectores sanitarios.

Falsificación de permisos para exportar a China, Medio Oriente y Unión Europea.

Elaboración de derivados con carnes contaminadas con bacterias, e inclusive, en estado de putrefacción, y con uso de partes de los animales prohibidas por la legislación.

La investigación comprende a 40 establecimientos de 29 empresas, incluyendo dos de las cinco mayores exportadoras del país: JBS -dueña de las marcas Seara Alimentos, Big Frango y Friboi- y BRFoods, que emergió años atrás tras la fusión entre Sadia y Perdigao. El resto de empresas bajo la lupa de la justicia es una serie de frigoríficos menores, pero bastante conocidos en el país, como Mastercarnes y Peccin, del estado de Paraná.

Si bien el ministro de Agricultura Eumar Novacki, sostuvo el viernes que “la población puede estar absolutamente tranquila”, ese descubrimiento ha perturbado seriamente la confianza de los consumidores en los productos cárnicos del país vecino, y los clientes en países compradores de productos cárnicos de Brasil.

El lunes pasado, el Departamento de Agricultura de los EE.UU. (USDA) había publicado un informe sobre el sector de carne bovina de Brasil, donde se observaba que en el año 2016 el país vecino exportó 1,18 millón de toneladas. El 71,7% de ese total se concentró en ventas a Hong Kong (15,4%), Egipto (14,2%), República Popular China (13,9%), Rusia (11,0%), Unión Europea (9,0%) e Irán (8,1%). En cuanto a carnes porcinas, el año pasado Brasil exportó algo 639.642 toneladas. El 82,3% se concentró también en 6 destinos: Rusia (37,1%), Hong Kong (18,1%), República Popular China (13,7%), Singapur (5,1%), Uruguay (4,4%) y Argentina (3,9%). Además, el 60% de la producción porcina de Brasil se desarrolla en el estado de Santa Catarina, el único libre de fiebre aftosa.

Además, justo el viernes pasado el USDA publicó otro reporte auspicioso sobre el sector avícola brasileño, pronosticando para este año un aumento de 4% para la producción y 10% para las exportaciones. En 2016 las exportaciones de carnes de aves de Brasil llegaron a 4.125.561 toneladas, concentradas en ventas a Arabia Saudita (18,0%), Rep. Popular China (11,7%), Japón (9,6%), Emiratos Árabes Unidos (7,3%), Hong Kong (6,0%), Sudáfrica (5,4%) y Unión Europea (5,4%).

Ahora, con certeza deberán revisarse hacia abajo los pronósticos de producción y exportaciones. Noticia más que inoportuna, justo cuando se esperaba una recuperación luego de la sequía que afectó el año pasado al centro-oeste del país. El USDA había pronosticado para este año un aumento de las exportaciones de ganado en pie en un 40%, y de carnes bovinas del 10%. Para los porcinos, a su vez, un aumento de la producción de 1,5% del ganado en pie, 3,5% de la elaboración de productos cárnicos y del 10% en sus exportaciones. Peor aún, recientemente Corea del Sur había abierto su mercado a las carnes porcinas de Brasil luego de 10 años de negociaciones, y también Sudáfrica.

El viernes mismo, el ministro de Agricultura, Blairo Maggi, debió atender pedidos de reuniones sobre el caso por parte de la embajada de los EE.UU. y de la de la Unión Europea. Mientras tanto, por orden judicial, la Policía Federal ya ha embargado las cuentas bancarias de 41 implicados por más de 1.000 millones de reales.

Una vez más, estamos en presencia de un escándalo que forzará a ajustar a la baja los pronósticos optimistas para el sector cárnico brasileño para este año, y al Gobierno de Michel Temer a minimizar de alguna forma la desconfianza en los productos de frigoríficos brasileños, tanto dentro como fuera de Brasil. El daño reputacional, por ahora, tiene un alcance y duración que es imposible de predecir.

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