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Añoranza por superministros, hartazgo con el gradualismo y confesiones por las tasas

Los grandes players añoran los superministros que tenían una hoja de ruta definida y critican el gradualismo.

17 marzo de 2017

Del furor que encendió -en su comienzo- el Gobierno de Mauricio Macri hasta el lugar adonde está parado ahora pasó mucho tiempo. Quizás no tanto para algunos, pero sí para los que toman decisiones. Más aún, para los que toman esas decisiones con su propio dinero o manejando los millones de sus selectos clientes. O sea, lo grandes jugadores del mundo financiero internacional, aquellos que el Gobierno buscó seducir en cuanto foro o convención -acá con el mini Davos y afuera en todos los estrados posibles- se desarrollara.

Pero la mirada sin el “cassete puesto” de los hombres de negocios y financistas dista mucho de lo que seguramente imaginaba Macri para este momento de Argentina. Si bien es indudable, y ellos mismos se encargan de aclarar, que “hay interés” por el país, a la hora de plantear una inversión más allá de la financiera (que igualmente es pequeña teniendo en cuenta el peso relativo de Argentina en las carteras de inversión) pocos se animan a predecir cuándo lo harán y si es que finalmente sucederá en el mediano plazo.

Los motivos

¿Qué les pasa a los inversores del exterior que aún hoy no apuestan por el giro pro mercado de este Gobierno? Cuentan esos mismos protagonistas que lo primero que complica una expansión mayor es el tan mentado gradualismo, bandera que levantó Cambiemos desde que asumió. “El gradualismo es eso. Hacer las cosas paulatinamente. Nadie acelera. No hay medidas ni noticias que te motiven a entrar. Que te hagan pensar que te estás perdiendo un negocio si no apostás ahora. Venís a Buenos Aires, volvés, y tres meses después llamas a tu contacto local para ver si cambió algo. Pero en concreto no te llevás nada de una gira de negocios en estos momentos”, explicaba un banquero que estuvo en las últimas semanas paseándose por los pasillos de todos los funcionarios de alto rango de Cambiemos junto a una comitiva de financistas de Nueva York.

Otra cosa que molesta a los hombres de negocios es la gran cantidad de “ministros de Economía”. Recuerda, algo nostálgico, uno de los inversores que pasó por Buenos Aires: “Antes hablabas con (Domingo) Cavallo y te decía qué iba a hacer, cómo lo iba a hacer, y te advertía que ya había negociado todo con los gobernadores y la oposición, dándote nombre y apellido. Sabías que si él estaba al frente de una medida iba a salir”.

Ahora, si bien nadie critica a Nicolás Dujovne, los banqueros e inversores que se reúnen con el ministro de Hacienda notan grandes diferencias con otros personajes que ocuparon el mismo cargo. “Sabés que (Dujovne) carece de poder. Puede tener buenas intenciones pero hay una cantidad de gente arriba de él que le licúa el discurso”, comenta uno que estuvo cara a cara con el titular de Hacienda hace escasas semanas. “Además el discurso gradualista ya no suma. Te cuentan que van a bajar el déficit un punto por año para llegar a tal número a fin del mandato de Macri...pero no te cuentan nada. No hay nada más allá de eso. Es el problema del gradualismo de este Gobierno, pasa todo el cámara lenta”, reseñan.

Falta una historia

No sólo quienes caminan despachos tienen esa sensación de cierto hartazgo con el tan mentado gradualismo. También fue tema de conversación de los bancos de inversión que traen clientes y hombres de negocios. En el famoso bar del Hotel Four Seasons, donde las habitaciones cuestan desde US$ 600 a US$ 7.000 la noche, los banqueros de Nomura Securities, Morgan Stanley y otras tres entidades de primera línea, en medio de cócteles de autor, despotricaban en torno al gradualismo argentino. “Argentina no está 'hot'. Ese es el problema. Cuando mirás lo que ocurre con los activos locales, a falta de noticias que justifiquen un repunte mayor, están ahí. Suben como la región, como Brasil si querés algo más específico, pero no pasan de ahí. Y eso es porque no hay historias para contar”, relata uno de los participantes.

Los fondos de inversión están virtualmente afuera del equity argentino, o sea poco tienen en cartera de papeles de empresas locales. Sí tienen mayor exposición en bonos, particularmente algunos nuevos emitidos por Luis Caputo y, últimamente, los emitidos en pesos a tasa fija para hacerse el festín del carry trade (en criollo, la bicicleta financiera que regala el dólar atrasado).

¿Y de invertir en la economía real? La sensación que se llevan estos cazanegocios es que no hay atractivo para hundir capital en Argentina hasta que haya cambios radicales de legislación. Señalan que los costos laborales son altísimo, “la industria del juicio que cualquiera empleado le hace juicio a una empresa y siempre fallan en contra de la empresa” y la presión “asfixiante” de los impuestos producen un cóctel difícil de pasar para los potenciales empresarios que quieran apostar por la Argentina. “No parece que haya cambiado demasiado la Argentina en algunas cosas. Todavía es muy incierto hundir capital. Hay proyectos, siempre los hay, pero uno no puede tirarse de cabeza. Hay que ser cautelosos y esperar”, enfatiza uno de estos empresarios que pasó por Buenos Aires.

En el business-trip que suelen hacer no dejan de pasar por Reconquista 266, la sede de la entidad que está en plena lucha con la inflación. El BCRA es hoy, junto al ministerio de Finanzas, uno de los organismos que mayor respeto genera a los inversores del exterior. Prácticamente no hay críticas que los hombres de negocios le hagan a Federico Sturzenegger. Le dan la derecha al banquero central que haya bajado la inflación y que haya salido airoso del cepo cambiario. Y más aún, que sea tan celoso con la inflación. Por eso cuando salen de las reuniones que mantienen con los emisarios de Sturzenegger, los inversores están convencidos de que la entidad hará todo lo que está a su alcance para que la inflación sea del 17% este año.

Tasas y precios

Reafirman los hombres del BCRA que están dispuestos a subir las tasas si es necesario. ¿Lo harán realmente? Parece que hay margen para que eso suceda. No sería una suba importante. Quienes interactuaron con la gente del BCRA imaginan que Sturzenegger podría aplicar un alza de medio punto en los pases en el corto plazo para bajar las expectativas. “Claramente si llegan a subir las tasas lo harán ahora y no dos meses antes de las elecciones. Pero los vemos muy enfáticos en que si es necesario lo harán”, relató uno de los participantes de esos meetings.

Con respecto al dólar, el mensaje que desplegan desde el Central a los inversores es que “el dólar no es un problema” y que “no nos interesa su cotización”. Suelen decir, cuentan interlocutores, que “el dólar es un precio más de la economía que se define por oferta y demanda”. Pero remarcan que “sólo vamos a intervenir si hay algún movimiento brusco” en la cotización, algo que no ven (ni creen que pasará).

Toto, el Nº1

Quien mejor sale parado, según la visión de los hombres de negocios, es Luis “Toto” Caputo. El ministro de Finanzas pasó revista por sus logros, haber conseguido los US$ 7.000 millones en enero antes de la suba de tasas de la Fed y la asunción de Donald J. Trump, y haber cambiado sus fuentes de financiamiento hacia el mercado interno. Caputo confirmó que realizará un canje de deuda (o por lo menos evalúa seriamente hacerlo) por el Bonar X, que insumirá a mediados de abril cerca de US$ 7.000 millones. Es un monto impagable para un Gobierno que tiene los mercados abiertos y a tasas no malas. De hecho, los bonos argentinos muestran rendimientos menores al 7% anual (para el plazo de 10 años), o sea muy similar a lo que pagan en la época pre Trump. La segunda parte de la agenda financiera de Caputo será empezar a sondear inversores en Europa y Japón para completar el tramo internacional de emisiones este año. Le restan US$ 3.000 millones que serán captados en francos suizos (por eso irán al Viejo Continente) y en yenes. Algo así como 1.500 millones o 2.000 millones serán en emitidos en francos suizos y los restantes 1.000 millones en bonos samurai. No está claro que emitan todo ese monto en una solo operación. De todas formas, cierra así Caputo las necesidades de financiamiento del país en el exterior mientras sigue deliberando que harán con el repo por US$ 6.000 millones que solicitaron a un consorcio de bancos y que nunca ejecutaron para que no produzca más presión al tipo de cambio.

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