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Superdólar y tasas altas no cierran en la agenda de Trump

10 febrero de 2017

por Federico Furiase y Martín Vauthier (*)

Tras la asunción de Donald J. Trump, los mercados de acciones en EE.UU. continúan con precios sostenidos en niveles altos, en un contexto de baja volatilidad financiera, mientras la tasa a 10 años de los bonos del Tesoro, que había tocado un pico de 2,6% después de la decisión de la Fed de subir la tasa de interés en diciembre, volvió hacia la zona de 2,35% vis á vis con un debilitamiento en el margen del dólar a nivel global.

De alguna manera, el escenario de “superdólar” y tasas altas en EE.UU. que había descontado el mercado luego del triunfo de Trump frente a la expectativa de un aumento del déficit fiscal por el programa de baja de impuestos y suba del gasto en infraestructura, empieza a moderarse, reactivando el ingreso de los capitales hacia los mercados emergentes.

Después de todo, el discurso de Trump empieza a poner un manto de cautela sobre el aumento en el déficit fiscal derivado del plan de infraestructura, al tiempo que señala los problemas que puede generar un escenario de superdólar sobre la competitividad de la industria exportadora norteamericana. Evidentemente, la agenda de Trump que intenta impulsar un plan de obra pública y el empleo en la industria norteamericana es enemiga de un escenario con superdólar (dado que reduce el incentivo hacia la producción local y aumenta el de las importaciones) y tasas altas (que encarecen el financiamiento del déficit fiscal).

Si bien la Fed aceleró en el margen en diciembre la velocidad del ciclo de suba de tasas esperado para este año (desde dos subas de un cuarto de punto a tres, consistente con una proyección de tasa de interés de 1,375% hacia diciembre de este año) frente al aumento de las expectativas de inflación, todavía se mantiene en la línea del gradualismo y proyecta una tasa neutral de largo plazo (el punto final del recorrido) en la zona de 3%. Evidentemente, mientras la economía siga mostrando un ritmo de expansión moderado (1,9% el crecimiento del PIB del cuarto trimestre de 2016, 1,6% para el año 2016) con una inflación convergiendo hacia la meta del 2%, los altos niveles de deuda de las familias (80% del PIB) y del sector público (77% del PIB la deuda que flota en el mercado) acotan el margen para acelerar el ciclo de suba de tasas de la Fed.

En este sentido, la Fed estará atenta al potencial impacto de una política fiscal expansiva sobre la trayectoria del crecimiento, la inflación y la productividad de la economía, para calibrar en función del impacto, la velocidad del proceso de normalización monetaria. Mientras tanto, la recuperación de la tasa de participación de la oferta de trabajo en EE.UU., demora la llegada al equilibrio de pleno empleo a partir del cual la inflación de salarios empieza a tirar de la cuerda, aumentando los grados de libertad de la Fed para mantenerse dentro de la línea del gradualismo en el ciclo de suba de la tasa de interés que se espera para los próximos años.

A contramano, el discurso de Trump refuerza la transición hacia un mayor proteccionismo comercial y un endurecimiento en los requisitos de inmigración y residencia. En el primer caso, la administración Trump decidió retirar a EE.UU. de la mesa de negociación del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, mientras planea revisar los contratos al interior del Nafta con México y Canadá, amenazando con retirarse de los acuerdos si sus socios no muestran voluntad de negociar, mientras que en el segundo el poder ejecutivo se encuentra en medio de un conflicto con el poder judicial, luego de que varios jueces bloquearan parcialmente las órdenes de Trump.

Estos eventos, en los cuales Trump parece estar cumpliendo a rajatabla sus promesas de campaña, no generaron mayores impactos sobre los mercados, sobre todo cuando comenzaron a aparecer encuestas que además señalan un apoyo mayor al esperado de la población a las medidas “extremas” del Presidente. Al mismo tiempo, los mercados parecen ponderar otras medidas menos histriónicas de Trump, pero no por ello menos relevantes, como las decisiones vinculadas a desmontar regulaciones en varios sectores, muchas de ellas impuestas por la gestión de Barack Obama y ampliamente criticadas por los mercados.

Por ahora, los paños fríos en relación al déficit fiscal y las promesas de medidas promercado en términos regulatorios parecen compensar las polémicas de Trump en relación al proteccionismo, la inmigración y los roces con aliados tradicionales (como la OTAN), enfriando la tasa de interés y con ello la aversión al riesgo a nivel global. Sin embargo, y como quedó claramente demostrado durante 2016, los cisnes negros parecen haber dejado de ser la excepción, dando paso a un período donde la cobertura de la volatilidad será fundamental, sobre todo con la principal potencia económica, cultural y militar del planeta tornándose mucho menos predecible.

(*) Economistas de Estudio Bein & Asociados y profesores de la Maestría en Finanzas de UTDT 

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