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Se emiten US$ 275 M por día y el superpeso profundiza su atraso

13 febrero de 2017

Las exportaciones están chatas (apenas subieron 1,7% en 2016) y la tan buscada Inversión Extranjera Directa (IED) arriba a cuentagotas, tal como muestran las propias estadísticas del BCRA, y ronda el 0,5% del PIB (versus 2% en el promedio regional).

No hubo boom exportador ni lluvia de inversiones. Las explicaciones para ambos fenómenos son multicausales, pero hay un factor que está presente en ambas: el tipo de cambio atrasado. Hay más evidencia: basta ir a Ezeiza (el turismo emisivo creció 16,5% en 2016) o cruzar la cordillera hasta el mall Costanera Center en Santiago de Chile. Según Lorenzo Sigaut Gravina, economista jefe de Ecolatina, el déficit de cuenta corriente puede terminar arriba del 3% del PIB en 2017, y con términos del intercambio que son positivos. “Es un modelo de atraso cambiario con endeudamiento”, describe.

Los exportadores no pueden vender afuera (en un mundo, además, con exceso de stocks) y a los inversores no les rinden los dólares acá. En ambos casos, es producción y empleo potencial que se pierde. El país está caro en dólares repiten todos y eso, agregan, no se puede cambiar pronto, ni fácil. “Los incentivos fiscales o las medidas favorables a la productividad ayudan y son deseables, pero tienen un efecto en el margen. No podés pedirle a la productividad que te cierre una brecha de atraso cambiario de 20 o 25 puntos”, agrega Siguat Gravina. “La solución ideal hubiera sido hacer la devaluación que se hizo y, luego, un crawling peg, es decir, si tenés inflación de 3%, luego devaluás 3% y así cristalizás un tipo de cambio real”.

El “mercado”

En el Gobierno sabe todo eso y algunos se empiezan a incomodar. Aunque otros crean, a lo Darwin, que deben sobrevivir solo los más competitivos y que “no podrían surgir bajo este esquema de tipo de cambio flotante aquellas situaciones que vivimos tantas veces en el pasado, donde el tipo de cambio está unánimemente reconocido como atrasado porque si así estuviera, el mercado corregiría esa paridad”, como dijo Federico Sturzenegger en la última Conferencia Industrial de la UIA. Hoy, según la lógica, el mercado busca ese equilibrio. Curioso: hace 1-2 años todos, incluidos quienes hoy ejercen cargos públicos, despotricaban contra el dólar barato de los últimos años del kirchnerismo por sus efectos recesivos.

“Estoy muy preocupado. A ellos (por el Gobierno) nos les interesa que el tipo de cambio se atrase. Atrasar el dólar para ganar las elecciones puede ser exitoso, pero es una visión cortoplacista. No podés poner el tipo de cambio solo pensando en el sector más competitivo. Hay que incluir a todos. Se nota que nadie del Gobierno laburó en el sector industrial”, dice un economista que peina algunas canas y solicita off the record.

Números y debates

Asimismo, importar es más barato y, eso, en un contexto de mayor apertura comercial, es una Doble Nelson para los transables locales. Y el empleo, claro. No falta evidencia anecdótica ni empírica: en los primeros 9 meses de 2016, más de 5.000 empresas bajaron la persiana según el Indec. El atraso cambiario tuvo que ver, así como el fuerte bajón en la demanda interna y el alza en los costos de producción.

La única verdad?son los números. En 2016, el “billete” subió 21% y los precios, 40%. Contra el dólar, aumentó el retraso cambiario, y no poco. En 2017, ya está 1,18% abajo en términos nominalez. “La visión para 2017 es que continuará retrasándose y que el dólar no servirá para cubrirse de la inflación. Hasta las elecciones se espera que siga planchado con tendencia a la baja. El blanqueo y la cosecha lo seguirán pisando”, dice el analista financiero Matías Daghero. Según calcula Federico Muñoz, el soberano, las provincias y las empresas ya colocaron US$ 11.000 M en 40 días de 2017: unos US$ 275 M por día. Los economista sondeados por el BCRA lo avizoran a $18,4, es decir, subiendo 16% contra una inflación que estiman algo arriba de 20%. El viernes pasado, el dólar mayorista llegó a negociarse debajo de $15,5.

Con números hasta diciembre, el tipo de cambio contra el dólar está apenas 6% por arriba de fines de 2001. “Pero hay que considerar que la presión impositiva subió más de 10 puntos en los 2001”, agrega Sigaut Gravina. Eso lógicamente genera costos no salariales mayores que inciden sobre el precio final. No casualmente algunas productos “Made in Argentina” están más baratos en Chile que en?Argentina.

El economista que pide off the record agrega: “Hoy hay un pedal financiero maravilloso. El atraso cambiario es negocio. No hay inversión más allá de los recursos naturales. Los que invierten es para mantener las máquinas y seguir produciendo, pero no para agregar tecnología o expandir la capacidad instalada. Te va a costar contar con los dedos de la mano inversiones de más US$ 500 millones que no sean en actividades vinculadas al sector primario”.

“El dólar seguirá atrasado, pero será muy importante no utilizarlo como ancla inflacionaria. Los atajos no sirven. Dejarlo atrasar más desde los niveles actuales no sería otra cosa que volver al criticado populismo”, sostiene Juan José Battaglia, economista jefe de Cucchiara mientras que Carlos Rodríguez, rector de UCEMA, sugirió en Twitter que el atraso ronda el 40%.

“Si se consolida el modelo de atraso cambiario, vamos a convivir con problemas más parecidos a los de la Convertibilidad”, analiza Sigaut Gravina. “Bajarán la inflación, pero aparecerán problemas en el empleo y el aparato productivo”, señala.

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