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Pros y contras de los cambios fiscales

23 febrero de 2017

por Gabriel Caamaño Gómez (*)

Desde hace rato insistimos en que “el problema es el déficit, no la forma de financiarlo” pues el problema macroeconómico básico de la economía argentina es el sostenido e históricamente elevado déficit primario y financiero del Sector Público Nacional No Financiero (SPNNF).

Los cambios introducidos en la cartera económica hacia fines de 2016 alentaron expectativas de un mayor compromiso con los objetivos fiscales por parte del Gobierno. Lo que resultaba, indudablemente, un hecho positivo. Principalmente, dado el perfil de quien fue nombrado a cargo del ahora Ministerio de Hacienda.

En ese sentido, los recientes anuncios de esa cartera en cuanto a replanteo de las metas fiscales para 2018 y 2019, mejoras en la publicación y transparencia de los datos fiscales y cambios metodológicos recogen esa posta o tarea pendiente, resaltando la necesidad de avanzar en el frente fiscal con mayor ímpetu y consistencia. Pero, también, tienen un costado negativo que no puede ser negado.

Las buenas nuevas

Empecemos por lo positivo. Primero. Por un lado, tenemos un cronograma de publicación de datos fiscales del Sector Público Nacional No Financiero (SPNNF) con horarios lógicos (mediodía), metas trimestrales y anuales claras, que permiten un seguimiento y evaluación más transparente. Por el otro lado, hay una promesa también expresa de mayor y mejor apertura del gasto público primario, en general y del rubro transferencias corrientes al sector privado y déficit operativo de las empresas públicas (subsidios), en particular. Es más, respecto de esto último hay un reconocimiento claro de Hacienda de que por ahí debe pasar la mayor parte del esfuerzo de consolidación fiscal (electricidad, gas, agua y transporte, entre otros)

Segundo, y un tema no menor, la visión del frente fiscal es amplia pues, por un lado, tenemos avances en torno a una Nueva Ley de Responsabilidad Fiscal y un acuerdo Nación-provincias en el marco del Consejo Federal de Responsabilidad Fiscal para reformar el esquema de coparticiapción federal de impuestos y reasignar responsabilidades de gasto y “tributación”. Por el otro lado, también existe un reconocimiento claro de la necesidad de avanzar en una reforma tributaria integral y una hoja de ruta al respecto. Ciertamente, la última es aún algo difusa en lo tiempos y en varios aspectos concretos.

Tercero, hay una desición de poner las rentas aportadas por el BCRA (el giro de utilidades devengadas) definitivamente por debajo de la linea. Es decir, como una fuente de financiamiento y no como un ingreso. El planteo anterior, de Alfonso Prat-Gay, se había quedado a mitad de camino. Es decir, no se las consideraba para el cálculo del resultado primario, pero sí para el cálculo del financiero. Este tampoco es un dato menor, e implica un mayor nivel de consistencia pues la propia autoridad autoridad monetaria ya había reconocido que se trataba de expansión monetaria lisa y llana. Y, como tal, era conceptualmente incorrecto considerarlas como un ingreso “financiero” del SPNNF. Obsérvese que excluir la totalidad del BCRA del cálculo de los ingresos financieros es neutro desde el punto de vista del resultado primario del SPNNF, pero no del financiero del mismo, incrementando el último en 0,6 punto porcentual.

Lo no tan positivo

Pasemos a lo no tan positivo o negativo, según sea el caso. Más allá del “neteo” entre rentas pagadas por el SPNNF a otros organismos del propio SPNNF y las rentas obtenidas por el SPNNF sobre otros organismos del SPNNF, la asimilación de las rentas obtenidas por el Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) del sistema previsional con independencia de cual sea su origen (SPNNF o sector privado) a las obtenidas por el resto del SPNNF no es un dato positivo. Y además es, en nuestra humilde opinión, un retroceso metodológico.

Esto es así, porque, en primer lugar, en el planteo de APG ya se la había decidido excluirlas del cálculo del resultado primario, quedándose a mitad de camino. Y, en segundo lugar, desconoce como nació el FGS y cual es su finalidad.

Sus inicios

Recordemos. El FGS nació como resultado de la reforma presvisional aplicada a fines de 2008 que implicó, entre otras cosas, la expropiación del stock de recursos que manejaban las Administradoras de Fondos de Jubilación y Pensión (AFJP) y el retorno a un sistema previsional de reparto.

Sistema de reparto que por cuestiones estrictamente demográficas es estructuralmente deficitario a la larga. Frente a esta última situación es que se creó el FGS, con los recursos derivados de las carteras de inversión de las AFJP. Es decir, la idea era y es invertir esos fondos de forma de obtener rendimientos positivos que no sólo ayuden a mantener su valor real sino a incrementarlo, otrogándole al sistema previsonal de reparto, como su nombre lo dice, una garantía de sustentabilidad que no tiene por si mismo.

Tratar y utilizar las rentas obtenidas sobre los recursos del FGS como una renta más del SPNNF no sólo no respeta su origen sino que, además, atenta contra su finalidad. Es decir, socaba la garantía de sustentabilidad del sistema previsional (más aún en el contexto de una economía inflacionaria). Dicho de otra manera, se trata de un endeudamiento no registrado. Por lo tanto, no deberían ser consideradas como una renta genuina más (ingreso, antes de resultado primario) sino como una fuente financiera (despúes de resultado financiero).

Obsérvese que incluir la totalidad de las rentas del FGS (una parte para neteo intrasector público y otra como ingreso neto) para del cálculo del resultado primario y financiero del SPNNF no es neutro, ya que de acuerdo a la propia presentacion de Hacienda estas equivaldrán a 1,2% del PIB en 2017.

Por último, en un contexto de mantenimiento sin cambios de las metas inflacionarias, hay una flexibilización significativa de las metas fiscales para 2018 y 2019 en términos de déficit primario. En particular, la meta de déficit primario para el primer año se incrementó en 1,4 puntos porcentuales en el primer caso respecto de la primera presentación de Prat-Gay al respecto e hizo lo propio en 1,9 puntos en el segundo. Dicho de otra manera, y todo lo demás constante, el anuncio implica mayores presiones a la baja para el Tipo de Cambio Real Multilateral (TCRM) durante el período en cuestión.

Ergo, los anuncios dejan una sensación agridulce. Más dulce que agria, es cierto. Se percibe un mayor compromiso con las metas fiscales, pero también está claro que seguimos dando vueltas con cuestiones que ya están más que claras y que no deberíamos seguir manoseando. Asimismo, también es cierto que hay un reconocimiento que el frente fiscal avanzará más lento que el monetario. Y eso, lamentablemente, no es inocuo para la economía real.

(*) Economista jefe de Consultora Ledesma.

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