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La oportunidad para una alianza estratégica

22 febrero de 2017

por Federico I. Poli (Desde Madrid)

Hagamos un breve repaso del marco en el que se produce la visita de Estado que realiza Mauricio Macri a España, las múltiples facetas de la relación entre ambos países y por qué considero que se trata de una oportunidad para una alianza estratégica.

Nueva oportunidad para el Acuerdo Estratégico entre la UE- Mercosur

En un mundo tan incierto, la aparición de una figura como Donald J. Trump al frente de la primera potencia del mundo, con sus planteos xenófobos, aislacionistas y debilitamiento del eje transatlántico, le devuelve una renovada relevancia a la relación de Europa y América Latina.

Europa enfrenta desafíos de gran calado, además del deterioro de su relación con Estados Unidos. Según la enumeración hecha por Donald Tusk (presidente del Consejo Europeo), se suman las amenazas externas devenidas del terror, la anarquía y guerras en Medio Oriente y Africa, con el particular peligro del islamismo; la agresiva política de Rusia hacia Ucrania y sus vecinos; el avance de China sobre los mares y el avance acelerado del euroescepticismo en la sociedad europea.

Acaba de referir la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, de regreso de Washington, que ante las diferencias que se abrieron entre Estados Unidos y la Unión Europea (UE), América Latina se convierte en “una relación estratégica para la UE, incluso más necesaria ahora que antes”.

En este novedoso contexto se inscriben las negociaciones en curso entre la UE y el Mercosur, la única región de América Latina con la que la UE no tiene un Acuerdo Estratégico de Cooperación, habiendo empezado las negociaciones hace más de quince años. Si la salida, votada aunque no efectivizada, de Gran Bretaña de la UE debilitó las posibilidades de llevar a buen puerto dicho acuerdo, al perderse un miembro decididamente a favor del mismo, las mencionadas nuevas circunstancias estadounidenses las incrementa.

Es una realidad que el contexto a ambos lados del Atlántico es complicado. Europa se encuentra con una crisis económica y social que no puede dar por finalizada: problemas bancarios en Italia, crisis siempre latente en Grecia, alto desempleo y crecimiento de la desigualdad en los países del Sur (incluido España) y fuertes tensiones por la ola migratoria. Una crisis que tensiona su proceso de integración, a tal punto que la canciller Angela Merkel ha sugerido en estas semanas la posibilidad de una ambigua integración a varias velocidades. Europa debe estar preparada para sobresaltos en el nuevo turno de elecciones que afrontan en 2017 países relevantes como Francia, Holanda, Alemania y, tal vez, Italia. Por su parte, América Latina y, en particular América del Sur, dejaron muy atrás el superciclo de las materias primas e ingresaron en un ciclo recesivo, en particular Brasil y Argentina.

Esa coyuntura obliga a que ese acuerdo sea más que un tratado de libre comercio, tan cuestionados por estos tiempos, que permita un desarrollo equilibrado de las todos los socios. Debería haber un mayor conocimiento público del avance de las negociaciones y la participación plena de actores esenciales para evitar que las negociaciones contengan sorpresas desagradables. Para que ese acuerdo empuje el desarrollo de nuestros países, además, debemos tener condiciones internas que permitan aprovechar las oportunidades que presenten nuevos mercados: desarrollo de infraestructuras y condiciones de competitividad que les permitan competir a nuestros productores en igualdad de condiciones en el mercado local y exportar.

Revalorizar el espacio iberoamericano

Sin duda, España es un actor fundamental en este armado porque, al igual que Portugal, mantiene lazos con América Latina que van más allá de los intereses materiales: valores, una cultura y una historia en común nos unen. Esas son, por cierto, las bases sobre las que se construye la comunidad iberoamericana que vincula a los países de la Península Ibérica en Europa con los países que en América Latina hablan el español y el portugués. Una Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno, que era anual desde 1991 y pasó a tener periodicidad bienal a partir del 2015, y una Secretaría General (SEGIB), desde mediados del 2005, que contó con el liderazgo inicial de Enrique Iglesias y el actual de Rebeca Grynspan, le dan visibilidad a esta comunidad de naciones. Pero no solo la SEGIB da vida a ese espacio sino una cantidad importante de organismos temáticos (OIJ ?juventud?, OEI ?cultura y ciencia? y COMJIB ?Justicia?, entre otros) y de programas de cooperación (IBERMEDIA ?apoyo a producciones cinematográficas-, CYTED ?apoyo a la ciencia y tecnología?, la movilidad en el espacio iberoamericano del conocimiento, IBERESCENA -apoyo al producciones teatralesy la cooperación Sur-Sur).

La comunidad iberoamericana es, tanto para Argentina como para España, un espacio que cobra más relevancia porque los valores comunes pasan a ser un activo a fortalecer en un mundo tan difícil de decodificar. Sería una oportunidad para que los gobiernos de los países miembros se decidan a ser más ambiciosos en sus apuestas iberoamericanas y que acompañen sus declaraciones de interés con mayores recursos volcados en programas en áreas relevantes como las mencionadas. Además, sería deseable que reforzaran la cooperación en el ámbito económico, en especial en el de alianzas a las Pymes.

¿Vuelve el espacio multilateral?

El terremoto Trump, que paralizó las difíciles negociaciones con Europa que se venían desarrollando en el marco del megaacuerdo Transatlántico, echó para atrás el megaacuerdo Transpacífico, que le cercaba a China su patio trasero, y plantea renegociar aspectos sustantivos del Nafta, tal vez abra una ventana de oportunidad al alicaído multilateralismo. Algunos analistas empiezan a plantear que si las reglas al comercio, en particular las normas técnicas, regulaciones y estándares) no se establecen en ámbitos como los megaacuerdos que empujaba Estados Unidos, Japón y Europa, la OMC puede volver a ser el ámbito de discusión y acuerdo de estos temas.

También habrá que estar muy atentos al rol que pueda volver a jugar el G 20 en la gobernanza global, en un mundo en el que será más necesarios que nunca reformular muchas de las reglas que la han venido precediendo y activar espacios de diálogo entre los líderes mundiales. Argentina es miembro del G 20 y España, también, con el status de “invitado”.

Argentina será sede de las próximas encuentros de estos dos organismos: la OMC en diciembre de 2017 y el G20 durante 2018. En la Conferencia Ministerial de la OMC de Buenos Aires puede empezar a debatirse cómo subsanar las graves deficiencias que ha mostrado el sistema comercial mundial y que indica la emergencia de los gobiernos aislacionistas en los países desarrollados. Como bien sostiene Félix Peña, el objetivo de la misma podría sintetizarse en cómo lograr “la OMC de la gente”. Serán estas dos citas, sin dudas, temas de la agenda multilateral común a ambas naciones. Mauricio Macri y Mariano Rajoy volverán a verse las caras mañana

La relación bilateral España- Argentina La visita de Estado de Macri a España es oportuna por todo lo dicho: la negociación UE- Mercosur en marcha, el fortalecimiento de la comunidad iberoamericana y las cuestiones multilaterales en foros como el G20 y OMC. Pero también porque frente al cambio de posición de Argentina respecto al mundo, que se puso en escena con los encuentros durante 2016 con François Hollande, Matteo Renzi, Barack Obama, Justin Trudeau, además de los líderes regionales. Y España estuvo ausente. Situación que se debió al impasse de más de un año por la falta de gobierno. Es de destacar que España, a pesar de compartir los problemas europeos descriptos y, en particular, el altísimo desempleo de 18,5% de la PEA y creciente desigualdad, ha sido el país desarrollado que más ha crecido en los dos últimos años (por encima del 3%).

No es este el lugar para repasar la importancia que tiene la IED de España en Argentina, sólo comparable a la estadounidense, pero sí señalar que tiene una presencia muy importante en un sector crítico como las infraestructuras de telecomunicaciones donde se precisan grandes inversiones, además de otras infraestructuras como energía y comunicaciones y en el sistema bancario. Pero, además de las grandes empresas, ambos países deberían trabajar en la relación entre las Pymes en alianzas tecnológicas, productivas y comerciales. Hay muchas complementariedades a explotar.

Como se puede ver, el relanzamiento de la relación entre Argentina y España constituye una oportunidad a ser aprovechada en múltiples sentidos.

(*) Economista, consultor internacional y asesor económico del Consejo Iberoamericano para la Productividad y Competitividad.

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