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“La economía está a mitad de camino entre dos modelos”

03 febrero de 2017

Entrevista a Marcelo Capello Director del IERAL de la Fundación Mediterránea

El economista Marcelo Capello, director del IERAL de la Fundación Mediterránea, mantuvo un diálogo exhaustivo con El Economista sobre los objetivos macroeconómicos del Gobierno para 2017, el pulso de la actividad económica en las provincias, el impacto de la incipiente recuperación (“que será suave, dice) en “la calle”, el federalismo fiscal y, por supuesto, Donald Trump y la economía de Brasil.

El Gobierno piensa que el PIB va a crecer 3,5%; pretende que la inflación navegue entre 12% y 17% y, además, quiere reducir el déficit fiscal hasta 4,2% del PIB (sin ingresos extraordinarios por el blanqueo pues ya ingresó casi todo, y potenciando la obra pública, pagando más a los jubilados y eliminando impuestos distorsivos). ¿Va a poder con todo y en qué variable deberá ceder o cuál se le escapar de los márgenes deseados?

Es factible que en 2017 la economía local crezca entre 3% y 3,5%. Un poco más difícil será lograr la meta de inflación de entre 12 y 17% porque los recientes anuncios de suba de tarifas y lo que pueda pasar en paritarias dificultarán ese objetivo. Lo más probable para el GBA en 2017 e una inflación entre 18% y 20%. La meta oficial es más probable que se cumpla a nivel federal, dado que en el interior las subas de tarifas serán menores. Con relación a lo fiscal, en 2017 subirá fuertemente la obra pública y el gasto en jubilaciones y la presión tributaria volverá a ceder un poco este año (cambios en Ganancias y beneficios impositivos para Pymes). Para alcanzar la meta oficial de déficit será vital contener el resto del gasto corriente, en especial los subsidios económicos, y en este sentido los recientes anuncios de reducción resultaron mayores a lo esperado para un año electoral. De todos modos, se trata de un desequilibrio fiscal todavía muy alto. Lo deseable es que, una vez recuperada la economía, a partir de 2018 el déficit comience a bajar rápidamente. De lo contrario se tratará sólo de otra experiencia de alto endeudamiento. Lo que ocurrió en 2016 es que la economía se quedó a mitad de camino entre dos modelos: las ineludibles decisiones macro tomadas nos sacaron del modelo de consumo kirchnerista, agotado desde 2011, pero no resultaron suficientes para instalarnos en un modelo más virtuoso basado en mayor medida en la inversión y las exportaciones. En 2017, la economía se correrá de nuevo un poco hacia la carretera del consumo, pero el gran desafío es hacerlo sin descarrilar en lo fiscal, y simultáneamente seguir trabajando sobre la competitividad estructural de la economía, actuando progresivamente sobre los problemas de fondo: bajar la presión impositiva y los costos del capital, reducir los costos laborales no salariales y los costos de transporte, mejorar la disponibilidad y calidad de la infraestructura y reducir las trabas para hacer negocios, entre otros aspectos fundamentales para la economía del país, si se desea crecer mucho a largo plazo.

Se suele escuchar que la recuperación arrancó en las provincias, y ya en 2016 con el empuje del agro y todos sus múltiples eslabonamientos. Usted está allí en Córdoba y preside la Fundación Mediterránea, que es muy federal. ¿Es así y qué regiones están mejor que el promedio nacional porque el interior es muy amplio y no es lo mismo la Patagonia que el NOA?

La región con mejor pronóstico es la pampeana, aprovechando la inercia del beneficio impositivo de menores retenciones, y sin cupos para exportar. Hay buenas perspectivas en cosechas en dicha zona, con precios internacionales todavía estables. Además, provincias como Córdoba y Santa Fe recuperaron íntegramente el 15% de coparticipación en diciembre de 2015 y, por ende, tienen más resto para llevar a cabo ambiciosos planes de obras públicas. Y ahora reciben obras públicas nacionales, cuando hasta 2015 eran relegadas. No será igual para las actividades agrícolas y agroindustriales del interior, especialmente las intensivas en mano de obra, que padecen un tipo de cambio aún apreciado, a pesar de alguna mejora respecto a 2015. Siendo varias deestas regiones Brasildependientes, al menos sería buena noticia si Brasil deja la recesión. Lo mismo para Buenos Aires, con su industria automotriz. La patagonia se mantendría débil por los bajos precios del petróleo, y con gobiernos débiles financieramente, con poco margen para impulsar sus respectivas economías. Siendo una región en donde más crecieron los salarios en los periodos de bonanza, les cuesta adaptarse a una época de bajos precios. Esta adaptación se ha visto en parte en otras actividades mineras. Puede hacer la diferencia Neuquén si comienzan a concretarse las nuevas inversiones anunciadas para Vaca Muerta. El impulso público, vía transferencia y obra pública, se notará en regiones más pequeñas, económicamente hablando, especialmente las norteñas, y más si se ven favorecidas con obras nacionales importantes. Concluyendo, en un contexto de crecimiento bajo, regionalmente resultará heterogéneo, con mejores expectativas para el área pampeano, especialmente Córdoba y Santa Fe.

¿Se sentirá la recuperación de la economía en la calle? El salario real puede crecer, pero parece que no tanto y, además, el empleo sube, pero aún sigue debajo de los registros de 2015?

El empleo se recuperará en 2017, pero sin compensar los puestos de trabajo perdidos en 2016. Con la reactivación, que será suave, las empresas primero utilizarán plenamente la mano de obra actual, y luego recién se decidirán a nuevas contrataciones, y si vislumbran que la recuperación es sostenida. El sector que más aportará al empleo será la construcción, y también la agroindustria. La discusión salarial es muy importante para la economía de 2017, tanto para definir el nivel de actividad como la inflación. Después de un año en que el salario real cayó seis puntos, los gremios querrán recuperar en 2017. Si mejora el salario real, ayudará a reactivar el consumo y la producción, pero dificultará alcanzar la meta inflacionaria. Aquí se debe tener en claro que para los trabajadores es lo mismo que los salarios nominales suban 25% con una inflación del 23%, que si los salarios suben 18% con una inflación del 16%. Lo que importa es la evolución del poder adquisitivo. Y para acercarse a ambos objetivos, en el marco de un plan gradual para bajar la inflación, lo ideal sería un esquema en que el Gobierno garantiza que los salarios superarán en 2 o 3 puntos a la inflación este año, para lo cual se compromete a que aquellos se reajusten durante el mismo, si dicha meta no es inicialmente alcanzada. Este esquema permitiría partir de subas salariales relativamente moderadas (como la meta de 18% de la provincia de Buenos Aires), con la posibilidad de reajustes posteriores.

Hablemos sobre el federalismo fiscal, un tema que usted conoce y analiza muy de cerca. Durante el kirchnerismo, se criticaba el manejo discrecional de los fondos federales que no se repartían a través de las transferencias automáticas: para los amigos, todo y para los enemigos, nada. ¿Ha cambiado esa mecánica con Cambiemos o sólo han cambiados los amigos y los enemigos?

En 2016 se usaron también transferencias discrecionales a provincias, con un cambio de composición: subieron mucho las transferencias corrientes (+166%) y bajaron las de capital (-8%). Claramente se trató de envíos discrecionales a provincias con dificultades financieras, en un año recesivo en que las transferencias automáticas subieron menos que la inflación. También hubo un cambio relativo en los destinatarios: se privilegió a las provincias que venían con mayores dificultades financieras, y algunas de ellas pasaron a ser gobernadas por Cambiemos en diciembre de 2016, como los casos de Buenos Aires, Mendoza y Jujuy. Pero a diferencia del período K, prácticamente todas las provincias recibieron envíos discrecionales, no sólo el grupo de alineadas con el poder central. En 2017 comenzaría a discutirse la coparticipación, donde claramente hay que solucionar el problema de la provincia de Buenos Aires (todo los años pierde participación por el techo al Fondo del Conurbano), sin que afecte los recursos nominales que reciben el resto de jurisdicciones. Esta ecuación seguramente llevará a que nuevamente el Gobierno aporte la diferencia, como ya ocurrió en 2016 con la devolución parcial de la detracción del 15% a las provincias. Lo mismo puede decirse de los efectos de los cambios tributarios y sus efectos sobre las transferencias a provincias. Así, después de quince años de avance del poder central sobre los recursos federales, desde 2016 se está revirtiendo esa tendencia.

¿Cómo jugará el escenario internacional? China se sostiene y Brasil puede andar algo mejor, pero Trump es una gran inquietud para la economía global y puede tirar todo por la borda?

Con que Brasil deje de aportar negativamente en 2017, ya sería una buena noticia. E inclusive puede hasta mejorar un poco. Ello ayudaría mucho a las manufacturas de origen industrial de Argentina. Y luego por supuesto está el efecto de lo que Trump pueda hacer. Esto probablemente conduzca a un menor y más caro financiamiento internacional, y allí fue acertada la decisión del Gobierno de apurar a los primeros meses del año la emisión de deuda en el exterior. También hay que explorar las oportunidades que puedan surgir a partir de la política comercial de Trump. Argentina cuenta con una oferta exportable que puede sustituir a las exportaciones que EE.UU. pueda perder por represalias de países con los que entre en conflictos comerciales (México y China, más probablemente). Si así fuera, será una buena oportunidad para nuestras exportaciones, principalmente las agroindustriales.

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