El Economista - 70 años
Versión digital

jue 25 Abr

BUE 17°C

Es riesgoso dejar que el mercado determine el TCR

14 febrero de 2017

por Pablo Mira (*)

El tipo de cambio real multilateral se ubica en estos días en valores semejantes a los de febrero de 2015, cuando la política económica era denostada por inconsistente e insustentable. Desde luego, esto no anula las críticas, pero parece indicar que el nivel del tipo de cambio real (TCR) no es la preocupación de la nueva política económica. La decisión cambiaria principal ha sido simplemente su liberación para dar fin al desdoblamiento, a la espera de que el mercado determine su valor de equilibrio. La administración cambiaria no es considerada una virtud por las autoridades.

El problema con esta visión es que el TCR es demasiado importante para confiarlo únicamente al mercado. En Argentina su valor tiene consecuencias sobre la inflación, el empleo, los salarios, y la distribución del ingreso, entre otras variables. Más aun, el TCR afecta la dinámica temporal de estas variables, y varios estudios sugieren que un tipo de cambio competitivo y estable puede contribuir al desarrollo.

Y no nos olvidemos de las potenciales mecánicas especulativas. El dólar está sujeto a manías, pánicos y una psicología social local que lo ha venerado por décadas como casi el único activo que vale la pena acumular. Pretender que estas fuerzas lo ubicarán en el nivel adecuado para ordenar el resto de las variables macroeconómicas es muy riesgoso.

Se podría contraargumentar que, en realidad, nadie sabe (más que el mercado) cuál es el nivel cambiario “correcto”. Esto tiene algo de verdad dado que no hay consenso sobre el nivel cambiario adecuado, y ni siquiera sobre si debe existir uno solo o debe estar desdoblado para reflejar distintas competitividades sectoriales.

Pero esto no significa que no sepamos nada sobre esta variable fundamental. Cuando el tipo de cambio explota al alza, como en 2002, el desempleo y la pobreza también lo hacen. Y cuando el mercado induce un atraso cambiario sustancial, la competitividad sufre y muchas empresas pierden mercados que luego les es dificil mucho recuperar. Y no solo eso, el retraso sostenido con tasas altas en pesos produce entrada de capitales y déficit en cuenta corriente que terminan tarde o temprano en una devaluación brusca acompañada de episodios de stress significativos y generalizados.

En suma, tenemos un dilema. Un tipo de cambio demasiado alto significa salarios bajos, y uno demasiado bajo predice problemas. No conocemos el nivel de equilibrio del TCR, pero hay que tener cuidado con los extremos, porque sus consecuencias las conocemos muy bien.

(*) Economista

Seguí leyendo

Enterate primero

Economía + las noticias de Argentina y del mundo en tu correo

Indica tus temas de interés