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El “verso” de las cuotas, renovada puja con la CGT y la seguidilla de errores

03 febrero de 2017

por Leandro Gabin

Otro verso de la década relatada: cuotas sin interés. Se reían en tu cara: te cobraban intereses pagando en cuotas y pagando al contado”. La frase corre por cuenta del vicepresidente del BCRA y asiduo twittero, Lucas Llach, uno de los más fervientes defensores del gaffe oficial con los denominados “precios transparentes”. Según el ex candidato a vice de Ernesto Sanz, la medida lanzada desde la Secretaría de Comercio viene a blanquear una situación que ?es cierto? no es nueva y que beneficiaba a los bancos, que mantenía un “curro” que perjudicaba a los consumidores más “ricos” por sobre los más “pobres” (que en teoría financiaban a los que pagaban en cuotas).

En su constante ida y vuelta por la red social, antes de que se “liberaran” los precios y se produjera el desbarajuste ya conocido, Llach vaticinaba que los precios en cuotas no tenían por qué subir debido a que si los empresarios hubieran querido hacer eso, ya lo hubieran hecho. La realidad del primer día del plan oficial marcó que la percepción del joven economista del BCRA y la de Miguel Braun, el secretario de Comercio que también hablaba de que los valores en cuotas no tenían por qué escalar, era equivocada. Los precios al contado bajaron marginalmente y los valores de los productos pagados en cuotas tuvieron subas de hasta el 40%. La apuesta oficial después del aluvión de críticas que surgieron por el resultado en el día uno, es que tanto los comercios como los bancos vayan “acomodando” los precios hasta llegar a “un equilibrio”.

“Pensamos que habrá más competencia y que la gente podrá elegir como financiarse si es que así los desea. Antes lo hacía el banco en forma encubierta. Ahora cada uno elegirá cómo y con quien financiarse para comprar bienes”, decía una fuente oficial, con la voz abatida luego de recibir cientos de llamados por el mal comienzo de la medida de precios.

Si bien es cierto que habría margen para que los precios se vayan acomodando un poco, por el escenario recesivo la gente no pagará lo que el comercio pide, como bien recuerda Sandra González, titular de ADECUA. “Es muy difícil que los precios bajen en la Argentina después de una suba tan abrupta”, señaló.

Precios descuidados

El consenso de las asociaciones de defensa del consumidor es que la Secretaría de Comercio deberá desempolvar alguna estrategia de control o supervisión por los abusos que ya existen por parte de algunos comercios. Cuentan incluso fuentes internas de la secretaría que comanda Braun que recibieron llamados por nuevas “avivadas” en pequeños locales del conurbano. En esos comercios no sólo los precios al contado no bajaron ni siquiera marginalmente, sino que ahora les piden efectivo y sin factura para darles algún descuento. “Terminaron precarizando aún más la economía. Es increíble cómo no tuvieron en cuenta estas cosas a la hora de desarmar el esquema que había. Pero ya está, se equivocaron y ahora hay que pagar las consecuencias”, se sinceraba la fuente de Comercio.

En algunos sectores dentro de la secretaría se acusa a Braun y a los que impulsaron la medida de “necios” y de no haber “escuchado las críticas que se le hacían antes de jugarse a esta medida”. “No sé si toman las decisiones desde el country donde viven y no miran para afuera o qué pasa, pero claramente no vieron la película entera”, remataba.

Para el Gobierno, el efecto actual tiene, sin embargo, un costado positivo en términos de la medición de la inflación. Tal como se adelantó desde esta columna, la baja marginal del precio al contado impactará en el IPC que mide el Indec. Por lo tanto, esta “ayudita” le sirve al Gobierno para compensar un poco la tasa de inflación que ahora se verá presionado por el aumento de la luz y el resto de las subas de otros servicios que se vienen.

“En el balance como los precios al contado bajan poco no compensa en nada la inflación que se verá en los primeros meses del año. Por ahora sería utópico que el aumento de precios para los próximos dos meses baje de 2% y después hay que ver qué pasa con las primeras paritarias”, resumía un consultor en consumo.

¿Meta vieja?

La preocupación oficial es que la meta de inflación que se autoimpuso el BCRA quede demasiado vieja antes del primer semestre del año. Léase, que se termine blanqueando que es virtualmente inalcanzable. El famoso 17% es dudoso de alcanzar como el 17% que pretende imponer el Gobierno en la paritaria docente. Sergio Romero, titular de la Unión de Docentes Argentinos (UDA) y miembro del consejo de la CGT, avisó que no sólo rechazarán la pauta oficial de aumento salarial, sino que irán por una recomposición del 35%.

“Es lo que un docente que se inicia necesita para no estar por debajo de la línea de pobreza. El año pasado la paritaria nuestra quedó entre siete y nueve puntos por debajo de la inflación y este año pretendemos recuperar eso”, afirmaba. En ese sentido, admitió que la CGT ?que dio un portazo de la mesa del diálogo con el Gobierno? planea medidas de fuerza ante el escaso avance de las negociaciones, principalmente por el tema de los despidos.

“En el consejo de la CGT yo voy a pedir que haya medidas concretas. Y en lo que tiene que ver con los docentes, es muy probable que las clases no comiencen. Eso va a ser por culpa del Gobierno que no se sentó a negociar en serio con nosotros”, advirtió Romero.

El Gobierno, rápido de reflejos, empezó a culpar a los empresarios. Jorge Triaca, el ministro de Trabajo, justificó el portazo de la CGT y señaló a los hombres de empresas que “se ha perdido la confianza con algunos sectores empresarios que no dejan de hacerse los vivos” en relación a los despidos en la industria y otros sectores que, a pesar de los pedidos oficiales, no cesaron.

Por ahora no hay consenso acerca de cómo sigue la película. Algunos pesos pesados en la CGT deslizan que están listos para empezar a “incomodar” al Gobierno. Un paro en marzo ya parece un hecho. Saben que en un año electoral, la fragilidad oficial los pone en ventaja. “Ni a ellos ni a nosotros nos conviene que se llegue a mayores. Pero a ellos le conviene menos”, decía un referente gremial.

La “zanahoria” que llevará Trabajo a la mesa de negociación, llegado el caso, es que las paritarias no tengan el cepo del 17% y que se puedan liberar hasta un punto intermedio entre las pretensiones gremiales y el objetivo oficial. El número mágico sería 25%: ese sería, en promedio, la suba de salarios que estaría dispuesto a homologar Triaca. Sea como fuere, esto recién comienza.

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