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El slogan “con este déficit no hay destino” y el último guiño al mercado

24 febrero de 2017

por Leandro Gabin

Con el plan de Dujovne en marcha, el Gobierno de Maurcio Macri da el último gran guiño que faltaba al mercado financiero. Después de eliminar el cepo cambiario, arreglar con los holdouts y subsanar el desastre kirchnerista en el Indec, entre las políticas de más alto perfil, se animó a cumplir ?quizás? el último requerimiento del mundo financiero: atacar el gasto público y bajar el déficit fiscal.

Según los hombres de Wall Street, si Argentina no se comprometía a reducir el rojo de las cuentas públicas, era imposible bajar el riesgo país y, por ende, el costo de financiamiento. Pero lo cierto es que el Gobierno viene tomando el pedido de los banqueros y financistas hace ya rato. Todavía retumba la frase de Gustavo Lopetegui, el secretario de Coordinación de Políticas Públicas de la Jefatura de Gabinete de la Nación. El funcionario de menor perfil mediático de todos, en el programa radial de mayor audiencia del país, había dicho ?tajante? que “si no vamos en un camino a la reducción del déficit no hay destino”. “Este nivel de déficit es insostenible”, resaltó el ex LAN en diciembre pasado cuando Macri lo envió a calmar las aguas por la mayor previsión de déficit en el Presupuesto de 2017.

La visión de Lopetegui, el real artífice intelectual detrás del plan de Nicolás Dujovne, es la que predominó para que el Gobierno encarara la agenda económica del 2017 por el costado fiscal. Curioso, ya que la economía este año rebotará después de la caída del 2016 pero se desconoce cómo crecerá (en serio) en 2018. A la par, continúa la pérdida de empleos, las industrias siguen acusando recibo del atraso cambiario y la CGT se enmarca en realizarle al Gobierno un paro contundente en marzo por el notable deterioro del poder adquisitivo. En ese contexto, el Gobierno elige priorizar la cuestión fiscal, que no es menor, pero colocando ese tema en el tope de la agenda. Es ya sabido que Dujovne llegó al Gobierno virtualmente a hacer eso y, por ahora, no mucho más.

La cuestión del déficit, además de jugar positivamente para reducir el riesgo país (porque en teoría baja las necesidades de financiamiento de ese agujero fiscal) ayuda a presionar a las calificadoras de riesgo, Standard & Poor's y Moody's principalmente, a subirle la nota a Argentina. Ambas habían manifestado que después de salir del default, y controlar la inflación, la clave para la nota del país iba a pasar por el gasto. Tanto es así que en septiembre del año pasado, el VP de Moody's, Gabriel Torres, avisaba que “si para esta altura del año que viene seguimos hablando del alto déficit será preocupante”. “Si la lógica de financiar el rojo con endeudamiento persiste, aumentará la deuda todos los años. Esto no es bueno para la nota, si bien Argentina tiene margen”, agregaba en ese entonces.

No es casual que Luis “Toto” Caputo haya llevado a esa misma consigna a Washington. Durante la reunión que mantuvo con Luis Alberto Moreno, titular del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el ministro de Finanzas destacó la relevancia del Programa de Fortalecimiento de la Gestión Provincial para “alcanzar el equilibrio financiero de las provincias e impulsar la responsabilidad fiscal”. “Estamos trabajando con el BID para lograr mayor responsabilidad fiscal, para alcanzar equilibrio financiero y para distribuir mejor los recursos fiscales entre las provincias”, afirmó Caputo a la salida de esa reunión.

Las agencias de rating no tocaron, luego de la mejora posholdouts, la calificación de Argentina. Precisamente porque están esperando el compromiso del Gobierno por la cuestión fiscal, algo que habría llegado en este momento. ¿Se convencerán tan fácilmente? Habrá que ver si las metas trimestrales empiezan a cumplirse y se acelera con un plan integral para recortar el gasto innecesario. Pero lo cierto es que la noticia del plan Dujovne fue tomado positivamente por las agencias del rating no bien se enteraron.

El dólar sigue en el centro de la escena, a pesar de la negación que existe en el BCRA sobre el tema. Tan es así que Federico Sturzenegger tuvo que salir a hacer declaraciones, algo poco usual, sobre el tipo de cambio y el debate que hay en el mundo económico que habla de “atraso cambiario”. “Es importante remarcar que el mismo (por el dólar) no constituye un ancla de nada para este BCRA, así como tampoco es un elemento que será manipulado adrede como herramienta de corrección”, dijo el chairman del BCRA durante un almuerzo en el Instituto Argentino de Ejecutivos de Finanzas (IAEF) realizado ayer. Más allá de negar la existencia del fenómeno del “dólar barato”, algo sobre lo que hay consenso en el mercado excepto -públicamente- en el BCRA, Sturzenegger dijo que “se tiende a poner un énfasis particular en la relación peso-dólar y, sin embargo, nosotros encontramos que esta relación, desde el punto de vista de nuestro comercio exterior, es bastante poco relevante”.

En la misma línea, y el mismo día, Dujovne salió a confirmar algo de lo que dijo Sturzenegger pero, a la vez, relativizar otra parte del discurso del BCRA. El ministro de Hacienda corroboró, tal como dice la entidad, que “la competitividad en el último año ha mejorado marcadamente”. Pero, aclaró, algo que no suele hacer Sturzenegger que ningunea la cotización del peso/dólar y la califica de “poco relevante”, que el Gobierno sí mira el valor del billete verde día a día. Consultado Dujovne acerca de si el dólar a $ 16 conformaba al Gobierno, el ministro afirmó que ese tema “es algo que miramos permanentemente”. “Pensamos que en este nivel la economía puede trabajar adecuadamente, pero nos enfocamos todos los días en mejorar todo lo que hace a la competitividad”, agregó en línea con el speech oficial.

Por lo pronto, y más allá de las discusiones con el dólar y cómo bajar el déficit, lo inmediato también para el Gobierno es la inflación. Según relevamientos privados, el IPC de febrero estaría en -por lo menos- 2,5%. El dato ya desvela al BCRA que avisó que se vienen tres meses complicados con los precios y que se olviden de verlo bajando las tasas (otro pedido de las industrias). Saben en Hacienda que, además, el impacto por las paritarias y el resto de los servicios que tendrán que aumentar este año excederán la medición de febrero (ya jugada a esta altura). De hecho, en los pasillos del Ministerio que conduce Dujovne se escucha por lo bajo que firmarían ya una inflación anual del 22% para el 2017. Lejos de la meta de Sturzengger, pero más cerca de las posibilidades concretas. A lo sumo que el BCRA, que ya avisó que se “juega su credibilidad” con las metas, cumpla lo que su mesa chica anda vociferando en reuniones privadas: que llegado el caso, subirán las tasas con tal de cumplir la meta del 17%. Algo políticamente imposible.

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