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El Gobierno esperará hasta 2018 para la reforma tributaria

06 febrero de 2017

La reforma tributaria es uno de los grandes objetivos del Ministerio de Hacienda que conduce Nicolás Dujovne y, dado el apoyo que tienen del Presidente, se podría decir que es un objetivo del Gobierno. Así lo dijo el propio Dujovne cuando asumió y habló de eliminar los “impuestos distorsivos”. Y lo ratificó el viernes pasado.

“Tenemos un sistema tributario absolutamente malo”, dijo Dujovne en declaraciones a Radio Mitre. “Cobramos impuestos ineficientes e inequitativos”, amplió y anunció que “en unos meses” presentará esa reforma ante el Presidente y que sería deseable que la discusión que, como indica la Constitución, debe darse en el Congreso, sea en 2018 “sin el ruido de las elecciones” para evitar que las disputas electorales tiñen la discusión.

Por ahora, hay muy pocas pistas, aunque Dujovne y su mesa chica empiezan a mostrar algunas cartas. “Hay muchas exenciones para sectores de altos ingresos”, dijo el ministro, y mencionó que hay que “tratar igual a los iguales”, así como simplificar el sistema y poder pagar impuestos o presentar una DD.JJ. sin el auxilio de un contador. Por supuesto, dijo que la idea es que, a medida que baje el déficit y se amplíe la cantidad de contribuyentes que tributan, se vayan reduciendo las alicutoas. Y recordó que el Gobierno no sólo dice sino que también actúa: en 2016, bajó la presión tributaria 1,7 punto del PIB. Según los expertos, el trabajo y la producción tienen una carga impositiva muy elevada. “Argentina se debe una reforma impositiva en serio”, explicó Miguel Kiguel hace algunas semanas. “El sistema actual es sumamente inequitativo y contribuye a consolidar la pobreza”, agregó.

Pero la punta más concreta, y donde se concentrará una gran parte de la discusión, es en la relación con las provincias. Cuando el Gobierno baja impuestos, dijo Dujovne, las provincias suben los suyos. “Tenemos que conversar con las provincias la carga impositiva y ver cómo frenamos la carrera permanente de suba de Ingresos Brutos, que es muy distorsivo”, adelantó Dujovne.

“El impuesto a los Ingresos Brutos es un impuesto de tipo plurifásico y acumulativo, que se caracteriza por ser altamente ineficiente desde el punto de vista económico, pues genera los conocidos efectos de acumulación y piramidación que incentivan decisiones distorsivas en la asignación de los recursos”, sostiene un informe reciente del IARAF. El gran problema es el siguiente: en los '90, explicaba el 56,2% de la recaudación provincial y, en 2017, el 75,7%.

Uno de los referentes del equipo de Dujovne, que participa activamente en el armado de la reforma, resume así los ejes del nuevo sistema tributario que buscarán ofrecerle a la sociedad: “Tiene que ser simple, neutral y estable”. Si se logra, dice, “vamos a tener un sistema tributario más sano, con una base más amplia y con impuestos más eficientes”.

La simpleza tiene que ver, por ejemplo, con no tener que acudir a un contador para hacer los números. “En EE.UU., uno baja un software y paga sus impuestos. No es necesario contratar un contador. Argentina tiene que ir hacia allí”, dice, y explica que eso también ayudará a reducir la evasión.

La neutralidad se relaciona con qué unidades económicas similares tengan una carga tributaria igual y no haya tantas disparidades producto de las exenciones o el lugar de residencia.

La estabilidad, lógicamente, implica que sea un esquema aceptado socialmente y que no cambie continuamente. “No se pueden cambiar los impuestos todo el tiempo”, explica. Confirmó que, a medida que se amplíe la base imponible, se irán bajando las alicutoas.

“La carga fiscal nacional no es tan alta. Lo que ocurre es que, como hay evasión y elusión, los que pagan, pagan mucho”, explica. “A medida que amplíes la base, vas a poder bajar impuestos o sustituirlo por algunos menos distorsivos”, añade.

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