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Desafíos comerciales en tiempos de cambio

09 febrero de 2017

por Paula Español (*)

A pocas semanas de asumir, Donald Trump demuestra que las promesas de campaña se transforman en acciones concretas más rápido de lo previsto. En cuanto al orden económico internacional, la decisión de retirar a EE.UU. de las negociaciones del TPP y los primeros pasos para revisar su pertenencia al NAFTA son las medidas más relevantes.

Los impulsos de las reformas que fueron dándole un espíritu globalizante al actual esquema comercial y financiero internacional han sido llevados adelante por EE.UU. junto a organismos multilaterales como el FMI y la OMC. En términos discursivos, este país se erigió siempre como un férreo defensor del libre comercio e impulsó la firma de varios tratados, ya sea bilaterales (por ejemplo, con Colombia o Chile) o multilaterales (como el fallido ALCA).

El cambio de retórica del mandatario del país de la primera economía mundial es uno de los quiebres geopolíticos históricos más importantes de los últimos 60 años. El impacto en las actuales instituciones, incluso en las que EE.UU. siquiera es parte (por ejemplo, la UE), es de magnitud desconocida.

Es necesario señalar que, a pesar de sus posiciones proaperturistas, famipuertas adentro EE.UU. siempre mantuvo una política comercial activa, que se tradujo en un creciente número de medidas para arancelarias a los productos provenientes del exterior. La prohibición de la entrada de limones argentinos es una muestra de las mismas. En efecto, EE.UU. es el país con más barreras de ese estilo vigentes al día de hoy según los registros de la OMC.

Si bien es muy reciente para identificar cuál será la orientación de la reconfiguración de los equilibrios comerciales, es posible que los grandes acuerdos multilaterales sean remplazados por un mayor número de tratados bilaterales. Esto implica que limitar la política de inserción global a situarse dentro de la órbita de las grandes potencias (EE.UU. y Europa) no será efectivo.

La nueva realidad obliga a una sintonía fina internacional, es decir, la búsqueda selectiva e inteligente de mercados no tradicionales y una estrategia negociadora caso por caso para lograr maximizar las oportunidades comerciales de nuestro país y minimizar el impacto negativo en el empleo local.

El riesgo para la industria argentina es evidente: muchos de los países que se integraron en la óribita de los mercados que hoy se cierran (México, por caso) buscarán nuevos destinos para colocar sus excedentes. Por lo tanto, verán como una oportunidad poder establecer relaciones comerciales con un Gobierno que se muestra ávidamente aperturista en una época en la que el intercambio comercial tiende a desacelerarse.

(*) Directora de Radar Consultora

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