A fines de marzo, el gobierno de Brasil dará a conocer su nueva proyección sobre el crecimiento del PIB en 2017 que hasta ahora es de 1%. Para el ministro de Hacienda, Henrique Meirelles, hay una inflexión positiva en la economía y por lo tanto seguramente habrá una corrección al alza pese a que el promedio de los pronósticos de los analistas del mercado se mantiene en una suba de 0,50% desde hace varias semanas. El ministro ratificó su pronóstico de que a fines de 2017 la economía habrá crecido 2% con relación a fines de 2016. A su vez, expresó que el Gobierno esperará hasta marzo para definir si tiene que introducir cambios en su política fiscal para cumplir con la meta de déficit que estableció. En ese terreno, es calve lo que ocurra con la recaudación a partir de los planes de regularización tributaria.
En este momento los pronósticos sobre el desempeño económico de Brasil son bastante divergentes. El FMI proyecta un crecimiento de 0,2% que es avalado por economistas que sostienen que dados los elevados niveles de endeudamiento del sector privado y alto desempleo no es posible esperar tasas de expansión mayores. La mayoría de los analistas privados no está lejos de esa visión mientras que la apuesta del Gobierno es la más optimista. En cualquier caso, el contexto externo tendrá una influencia decisiva en la economía brasileña. En las últimas semanas se ha disipado la posibilidad de un superdólar lo cual es una buena noticia pero la volatilidad y la incertidumbre seguirán presentes en los mercados globales.
A favor de la posición del Gobierno, están los últimos datos conocidos que muestran que la caída terminó aunque se discrepe sobre cuándo comenzará la recuperación, qué intensidad tendrá y si será percibida por la mayoría de la población.
A su vez, ayer se conocieron datos preliminares sobre los distintos índices de precios para la primera semana de febrero y todos mostraron una clara tendencia a la desaceleración.
La mejora de Brasil es clave para todos los países de la región porque no hay acuerdos ni tratados que resulten eficaces si la mayor economía está en recesión y su moneda se devalúa con relación a la de sus socios comerciales.
