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Volviendo a emitir para cubrir necesidades inmediatas

18 enero de 2017

Por Gustavo Neffa (*)

En economía no hay fórmulas mágicas. Cuando no se tiene caja porque se gasta más de lo que ingresa, o se gasta menos, o se redobla la presión y/o los esfuerzos para recaudar, o bien se emite deuda (o una combinación de todas las alternativas). Puede haber un componente exógeno proveniente del crecimiento sostenido de la actividad que licúe las necesidades financieras en el tiempo porque la recaudación de impuestos irá en aumento a una velocidad por encima de la tasa de inflación, pero no será corto plazo.

Como la presión fiscal es muy alta y no se le puede pedir mucho más esfuerzo a la población y a las empresas, queda como alternativa bajar los gastos o endeudarse. Y como bajar los gastos en un año electoral es prácticamente una misión imposible por su elevado costo político, nos queda como única opción endeudarnos otra vez.

La incorporación de Nicolás Dujovne en Hacienda para empezar a bajar los gastos (como lo hizo con la eliminación de la devolución parcial del IVA a las tarjetas de débito) es un hecho positivo para los que quieren ver metas de déficit fiscal serias y cumplibles en el tiempo, pero enfrenta la resistencia de una actividad económica aún no totalmente estabilizada del todo.

Es así como arranca el año, con una nueva emisión de deuda soberana por US$ 5.000 millones en los mercados externos (con tramos a 5, 7 y 10 años de plazo). Ante el apetito de inversores por papeles argentinos, se emitirán US$ 2.000 millones equivalentes más en la plaza local en pesos, que se suma a otro préstamo a 18 meses de los mismos bancos colocadores por US$ 6.000 millones más.

El contexto

La emisión de deuda argentina se había paralizado desde noviembre pasado por impacto de la elección de Donald Trump y la suba de tasas de la Fed.

Genneia dio el puntapié inicial con US$ 400 millones, a los cuales se le suman los US$ 750 millones de Pampa Energía. La primera defraudó con una tasa muy elevada, pero la segunda logró no solo estirar a 10 años la colocación sino que bajó su costo de financiamiento a menos del 7,625%, ¡y con una demanda de más de 5,5 veces lo ofertado! La fecha de licitación y corte de la emisión soberana es el día jueves, y la fecha no es caprichosa sino que se intenta evitar la volatilidad posterior a la asunción de Trump el día viernes.

En esa licitación se intentará cubrir parte de las necesidades financieras que Argentina tiene por delante en los próximos doce meses, que ascienden a nada menos que US$ 40.350 millones o 7,2% del PIB. Es una cifra extraordinariamente alta y récord, por segundo año consecutivo, que se financiaría a lo largo de todo el año con US$ 3.850 millones de organismos financieros internacionales (BM, BID y/o la CAF), el mencionado repo con bancos extranjeros, US$ 4.500 millones en Letras del Tesoro en dólares, US$ 5.000 millones adicionales a lo que se emita esta semana en los mercados internacionales, otros US$ 14.000 millones en el mercado local y US$ 2.000 millones con entes públicos y organismos del Estado.

¿Un buen momento?

El blanqueo sirvió de voto de confianza en la actual gestión y demuestra no solo los avances en el intercambio de información a nivel mundial sino la fe en la política económica y en el nuevo rumbo que tomó Argentina, y ese es un factor muy importante teniendo en cuenta que el anterior blanqueo había llegado a “apenas” US$ 2.595 millones, habiéndose prorrogado 9 veces.

Los bonos argentinos más largos han estado recuperando terreno, bajando así las tasas de referencia. El bono argentino de referencia a 10 años (AA26) ya mostró una recuperación posterior a la caída de fines del año pasado, recuperando dos tercios de la misma y la mitad desde su máximo (opera en torno a los US$ 106 contra US$ 114 de máximo). Su rendimiento se contrajo hasta 6,56% y habilita a tomar deuda por debajo de ese porcentaje debido al prorrateo que habrá.

Excluyendo a Ecuador y Venezuela de la muestra, los bonos argentinos son los de mayor rendimiento en la región (ver Tabla). Argentina bajó su riesgo-país de 460 a 390 puntos básicos en pocas semanas y se encuentra nuevamente reduciendo el spread con Brasil (252 puntos básicos), pero aún se encuentra lejos de alcanzarlo.

Atención con el escenario de tasas mundiales al alza: la Fed subiría dos veces en el año las tasas de interés y hasta tres veces más como ha amenazado. Una tasa de inflación esperada más alta en EE.UU. invita a la Fed a ser más agresiva en materia de tasas de interés, y eso atrae mucho capital, en un proceso de flujos de capital desde la periferia hacia el centro que podría extenderse aún más. Será un año en el que el mundo aceleraría su crecimiento y en el que EE.UU. se seguiría haciendo fuerte, y eso es bueno para las economías emergentes, pero seguramente con muchas medidas arancelarias que limitarían el intercambio comercial global.

(*) Socio y director de Research for Traders (RfT)

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