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Se reduce el beneficio de las Lebac de corto plazo

05 enero de 2017

por Matías Daghero

Esta semana debutaron oficialmente como nueva tasa de referencia las tasas de pases a 7 días. Si bien el análisis superficial indica que la tasa se mantuvo en 24,75%, en finanzas siempre es importante considerar también el factor tiempo. Y comparar una tasa a 7 días con una a 35 días (como era la referencia hasta la semana anterior), puede inducirnos a un error en la interpretación.

Esta semana la Lebac más corta licitada fue al plazo de 42 días, para que de esta manera el BCRA pueda comenzar a pasar los vencimientos para el nuevo esquema de vencimientos mensuales que comenzará a regir a partir de febrero. Y es en este segmento donde se produjo un fuerte recorte en la tasa, el más grande de los últimos seis meses, que la llevó a 24%. Si lo comparamos con la tasa implícita en la licitación de Lebac de la última semana de diciembre para 42 días (ya que no se licitó a dicho plazo), el recorte en la tasa fue de 0,66%.

Pero más allá de este importante recorte, resulta importante observar que continúa acentuándose la tendencia a reducir la brecha (spread, en términos financieros) entre las tasas de corto y de largo plazos, llevándolo al momento de menor spread desde que Federico Sturzenegger asumiera la conducción del BCRA, tal como lo podemos observar en el gráfico 1.

Más allá de los números, resulta importante comprender los significados de esta política monetaria en la economía de todos los días. Este escenario en donde las tasas a corto plazo pagan más que las tasas de largo plazo generan incentivos en el inversor para posicionarse en el menor corto plazo posible, ya que no obtiene un mayor retorno por colocarse a un plazo más largo (situación normal en las finanzas), es conocido como una “curva invertida de tasas”.

La curva invertida anticipa un escenario recesivo para la economía, pero también es utilizado como herramienta en escenarios en los que se espera desinflación, ya que de esta manera el Banco Central se compromete a tasas elevadas nominales por plazos cortos, pero buscando estabilizar las tasas reales en el largo plazo, cuando se vea la caída en la recesión. Estas dos características económicas (inflación decreciente y recesión económica) son las que se presentaron en 2016.

Este cambio observado en las últimas licitaciones por el cual cada vez es menor el spread entre las tasas de corto y de largo plazos (apenas 1,5% en la última licitación), habla de una nueva tendencia que está comenzando y que debemos analizarlo desde dos perspectivas: la señal al mercado que da el BCRA y qué hacer como inversores.

En primer término, desde el punto de vista de la señal del BCRA, muestra que la economía está disminuyendo el ritmo inflacionario (el dato del Indec sobre la inflación de diciembre que se dará a conocer en los próximos días dará cuenta de ello) y que la actividad económica comienza a repuntar. Para estimular aún más a la actividad económica sería muy útil que la curva de tasas vuelva a tener su forma habitual: curvas de corto plazo con rendimiento menor que las de largo. Esto genera los incentivos en materia de proyectos de inversión, ya que vuelve a convenir focalizarse en el largo plazo y ya no tanto en el corto.

Por otra parte, desde el punto de vista del inversor, comienza a resultar conveniente ver de estirar los plazos en las Lebacs. De continuar la reducción en las tasas, licitando a plazos largos se pueden conseguir tasas elevadas por más tiempo, incluso aún por encima de la devaluación esperada y la inflación proyectada para 2017. Es tiempo de empezar a mirar el mediano plazo.

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