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“Ningún socio de EE.UU. quiere una guerra comercial”

25 enero de 2017

Entrevista a Roberto Bouzas, Rector de la UdeSA

Roberto Bouzas, además de ser rector de la Universidad de San Andrés (UdeSA), es profesor plenario y director académico de la maestría en política y aconomía iInternacionales, y uno de los mayores expertos del país en relaciones internacionales. En diálogo con El Economista, atempera los temores que suscitaron las primeras medias del nuevo mandamás de la principal potencia del mundo. “No creo que ningún socio comercial de Estados Unidos tenga interés en embarcarse en una guerra comercial”, dice, pero advierte que “a veces los conflictos no son una opción sino el resultado de lo que hace alguna de las partes al no dejar opciones a la otra”. ¿Y Argentina? “Más que mirar que se puede hacer afuera hay que mirar que se puede hacer adentro. Esto no quiere decir proteger sino fortalecer las capacidades productivas domésticas”, argumenta.

Donald Trump arrancó con todo en el frente comercial. Es lógico: había sido muy crítico en ese flanco y, además, tiene poder para avanzar sin demasiados obstáculos administrativos. ¿Recuerda alguien que pateara el tablero tan rápido como él?

No lo recuerdo. No hay que olvidar que Trump es un outsider del establishment económico norteamericano. No es un miembro tradicional de la élite política o económica de Estados Unidos, pese a ser un hombre muy rico. Trump se filtró a la Casa Blanca través de las grietas de la autonomía que la política tiene por sobre la economía.

El mayor temor entre los expertos es que se desaten conductas retaliatorias y comience una guerra comercial. Una suerte de ojo por ojo. ¿Lo ve factible?

No creo que ningún socio comercial de Estados Unidos tenga interés en embarcarse en una guerra comercial, pero a veces los conflictos no son una opción sino el resultado de lo que hace alguna de las partes al no dejar opciones a la otra. Claramente México difícilmente se embarque en una guerra comercial con Estados Unidos, pero China es otra conversación. No digo que la dirigencia china vaya a hacerlo de buen grado, pero puede encontrar que tiene pocas opciones.

¿El lugar que deja vacío EE.UU. será ocupado por China, convertido ahora en el paladín de la globalización y el libre comercio?

No creo que China pueda ocupar ese lugar. Un escenario de fragmentación progresiva y no necesariamente catastrófica me parece más probable que China convertido en el paladín de la globalización.

Algunos analistas señalan la errónea lectura de Cambiemos de buscar abrirse en un mundo que se cierra. ¿Coincide?

Que Argentina tiene que estar más abierta desde el punto de vista comercial y productivo me parece bastante obvio. Distinto es pensar que esto puede hacerse a través de una estrategia agresiva de negociaciones comerciales internacionales.

¿No hay que cambiar el chip comercial y empezar a mirar más Asia, Oriente Medio e incluso Africa (que, en rigor, son los que más crecen y son deficitarios en materias primas) que los mercados del Atlántico Norte?

Es posible, pero más que mirar qué se puede hacer afuera hay que mirar qué se puede hacer adentro. Esto no quiere decir proteger sino fortalecer las capacidades productivas domésticas. El Gobierno tiene un Plan Productivo que lamentablemente pocos conocen fuera de los círculos oficiales. Pondría el énfasis en diagnósticos e instrumentos de ese tipo, más que en la expectativa de que el mundo nos ordene.

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