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“Macri ahora se compara con Macri”

16 enero de 2017

Las elecciones legislativas que se celebrarán en 2017 serán la prueba más ácida de Cambiemos desde que llegó al poder el 10 de diciembre de 2015. “El Gobierno de Cambiemos se juega en las próximas elecciones mucho más que los diputados o senadores que pueda colocar. En esa elección, se definirá si la sociedad aprueba el giro liberalconservador impulsado por Mauricio Macri en la política nacional. Un triunfo, le permitiría profundizar en reformas estructurales: avanzar sobre los convenios colectivos de trabajo y otros derechos laborales (plazo mínimo de contratación, indemnización...), extender la edad para jubilarse y reducir los aportes patronales, profundizar la política externa de apertura comercial, entre otros. Una derrota pondría en seria debilidad al ejecutivo y su programa políticoeconómico, especialmente, si es en manos de alguna expresión cercana al kirchnerismo en la provincia de Buenos Aires”, plantea un informe de CESO, dirigido por Andrés Asiain, difundido el fin de semana. ¿Se puede descartar ese escenario? Las encuestas dicen que no.

Pensando a futuro, la baja de la inflación, que ya ronda el 20% anualizado (nada muy distinto a la que dejó el kirchnerismo aunque, eso sí, con los precios liberados ahora), pinta como el gran trofeo que Cambiemos podrá poner sobre la mesa. Sin embargo, los costos asociados a la desinflación, que los hay, también estarán allí. Según Asiain, contrario a lo que se cree, no fue la política astringente del BCRA la responsable sino “la política de dólar barato y apertura importadora”.

“Hacia adelante, la clave de la política de estabilización de precios hasta las elecciones de 2017 continuará siendo el dólar barato y apertura importadora financiados con la toma de créditos externos. La receta ya clásica del liberalismo argentino, aplicada por José A. Martínez de Hoz en tiempos de la dictadura y Domingo Cavallo durante los años noventa del siglo pasado, disciplina a los formadores de precios del mercado local (e indirectamente, a los trabajadores en sus reclamos salariales), mediante el ingreso de productos baratos desde el exterior. La forma de pagar esas importaciones manteniendo la baratura del dólar, es mediante el ingreso masivo de divisas provenientes de la política de endeudamiento externo fomentada por el Ejecutivo hacia las dependencias provinciales y empresas privadas”, explica Asiain. Demanda por títulos argentinos, parece, hay y habrá.

“Si bien el dólar barato con apertura importadora son herramientas potentes para reducir la inflación, su principal costo es sobre el entramado productivo y el empleo. Los recientes datos de baja del 18% en la producción de acero, o el anuncio del cierre de dos de las nueve plantas de la fábrica Alpargatas son botones de como las importaciones desplazan a la producción interna tanto en forma directa, como indirecta (a través de la menor demanda de insumos por la menor producción nacional)”, argumenta Asiain. En rigor, la economía aún no despega y son cada vez más quienes avizoran una recuperación amarreta y mezquina en 2017.

Ese combo, “sino se acompaña de la decisión de incrementar los ingresos ligados al mercado interno por encima de la inflación y relanzar el gasto y la inversión pública”, no será suficiente para relanzar a la economía. Allí, el mix puede ser negativo: menos inflación, es cierto, pero actividad y empleos chatos. La famosa paz de los cementerios. ¿Fórmula ganadora? Parece difícil. Quedó demostrado que el consumo, el empleo y el crecimiento importan más que los precios estables a la hora de votar. Además, políticamente, y tal como dijo María Eugenia Vidal, se acabaron las excusas y las invocaciones a las herencias. “Macri ahora se compara con Macri”, resume Asiain. La oposición ya olió la sangre.

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