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Los tres drivers del anhelado rebote económico de Brasil

19 enero de 2017

Así como en Argentina, los brotes verdes están demorando su aparición en Brasil. El Gigante sudamericano sigue sumido en una recesión muy severa (el PIB cayó 3,8% en 2015 y una cifra similar en 2016), pero empieza a verse la luz hacia el final del túnel. “Ya empezó la recuperación”, se ilusiona Henrique Meirelles, ministro de Finanzas y hombre fuerte de la economía brasileña.

Según el sondeo Focus, el PIB crecería 0,5% en 2017. Poco, pero algo es algo. La anhelada recuperación llegaría finalmente y derramaría, a través de una mayor demanda de importaciones, por estas pampas. Levemente.

Pese a que cayó su share en el total, Brasil sigue siendo el principal destino para nuestras exportaciones y un mercado imprescindible para la (poca) industria que exportamos. Entre enero y noviembre de 2016, apenas exportamos US$ 9.559 millones hacia Brasil. En igual periodo de 2011, la cifra ascendía a US$ 16.212 millones. El margen para recuperar exportaciones no es menor.

El Economista dialogó con el economista jefe de una prominente banco brasileño, que solicitó off the record, sobre cómo arrancó el 2017 y qué perspectivas tienen. Su visión, moderadamente positiva, se cementa tres pilares.

 Los inventarios. Cuando la demanda cae, explica, las empresas ajustan sus niveles de producción a los nuevos niveles de venta pero, además, desacumulan stocks, y la recesión se propaga como un virus. Como resultado, la producción (y el empleo) cae aún más. Ese proceso, dice, se detuvo y muy lentamente las firmas empiezan a levantar sus niveles de producción previendo más demanda. Desde Anfavea (la Adefa brasileña) creen que la venta de vehículos crecerá 4% a lo largo de 2017. En diciembre se vendieron más de 200.000 unidades, un pequeño brote verde.

 Los salarios reales. Con la fortísima baja de la inflación (podría ser menor a 5% en 2017), los salarios reales están creciendo porque siguen ajustando por la inflación pasada. Sin embargo, aclara, la masa salarial también está compuesta por el empleo y, sin un repunte allí, las ganancias salariales se diluyen. Sin embargo, hay indicios de que lo peor ha pasado. La tasa de desempleo cerró el tercer trimestre de 2016 en 11,9%, nivel record. Entre los jóvenes, la tasa sube a 20%.

 La baja de tasas. Ayudado por el desplome inflacionario, el Banco Central de Brasil (BCB), que conduce Ilan Goldfajn, ex Itaú, va a jugar fuerte con la baja de tasas, y eso ayudará, entre otras cosas, a reactivar el consumo. La semana pasada podó la tasa Selic a 13% (baja de 75 puntos básicos) y el mercado la ve cerca de 9% para fines de 2017.

Por supuesto, hay riesgos y una tiene nombre y apellido: Michel Temer. Su popularidad está por el piso y la Justicia se le está acercando. Eso puede complicar su capacidad para avanzar con la agenda legislativa oficial y abortar la recuperación si la Justicia lo pone contra la pared o la impopularidad lo obliga a renunciar. Eso aún no pasó, y no pasará necesariamente y la situación política podría estabilizarse. Además, como dicen el economista consultado, ¿en qué lugar del mundo no hay incertidumbre hoy? Brasileños, a las cosas?

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